Eduardo Oderigo, Esteban Viñas y Gastón Tuculet
Charlamos con tres fans del rugby que llevan el deporte a las cárceles para integrar a los presos y sus familias a una sociedad posible. Conocelos.
ENTREVISTARON CLARA NAON Y MARÍA AMALIA CABALLERO
[dropcap]U[/dropcap] n reclamo social prioritario, la integración. Esteban Viñas en Mar del Plata y Eduardo “Coco” Oderigo desde San Isidro apuestan al rugby en las cárceles. Su visión del rugby es idéntica y su modo de trabajar, afín.
Coco y Esteban se conocen por su participación en los Seminarios Internacionales que se organizan periódicamente con sociólogos y otros expertos en deporte y trabajo en las unidades de detención.
Estos seminarios comenzaron en 2009, cuando en sólo tres penitenciarías se practicaba el rugby. Hoy son 18 y el deporte está también presente en Córdoba, Rosario y Tucumán. Hay estudios detrás de todo esto, las acciones no son tan espontáneas como suenan.
En el Gran Buenos Aires
Eduardo Oderigo comenzó a jugar rugby a los ocho años; su papá lo llevó al San Isidro Club (SIC) desde los cuatro.
SV| Al rugby se lo ve como un deporte muy violento.
EO| Los golpes son muy fuertes. Es violencia canalizada de manera lícita. Es un deporte de contacto, reglas y fuerza. De todo esto, englobado por la palabra respeto, sale algo maravilloso.
SV| ¿Qué se siente pertenecer a un club?
EO| Es como te pasa en una familia en la que te gustó estar. Te da orgullo, la defendés.
SV| Ahora sos entrenador, ¿cómo es el vínculo con los entrenados?
EO| Lo primero para lograr que te tengan confianza es venir, estar. La presencia genera confianza. Hay que decir las cosas no desde la imposición sino intentando que se comprenda, que lo asimilen y que lo hagan propio. Esa sería la tarea del entrenador de hoy. Antes era más del tipo “no, porque no”; ahora hay que explicar un poco más, se crea un vínculo más cercano y se genera compromiso porque incorporan y quieren, y no tanto porque “el entrenador no me va a poner en el partido del fin de semana”.
SV| ¿Te parece que ese compromiso se traslada a la vida?
EO| Automáticamente pensás en equipo. Pero sucede que hay gente honesta y capaz, que a la hora de tomar una decisión actúa individualmente y no se da cuenta de que afecta a los demás. En cambio, quien ha estado en un equipo mira a los otros 14 y descubre si es el momento de levantar la mano o de callar, si se tiene que poner atrás de alguien o adelante. Es algo parecido a lo que pasa en familias grandes, se aprender a ceder, a conceder, a imponerse, a dejar el lugar. Eso que aprendiste en el club lo trasladás a tu familia, a tu empresa o adonde estés.
SV| ¿Cómo arrancaste con el rugby en las cárceles?
EO| Fue medio por casualidad, porque un amigo mío quería conocer una cárcel. Yo trabajé en un juzgado penal durante 15 años, o sea, tenía contacto con personas detenidas todos los días, pero a la cárcel había ido sólo dos veces. Cuando recorrimos los pabellones, lo que en el juzgado veía de a uno, allí lo veía en grupos de treinta: mucha tristeza, resentimiento y gente sin hacer nada. Me quedé pensando: “A mí el rugby me hizo bien, qué bueno sería enseñarles lo que yo sé y los valores que tiene”.
Otro día, con esto en la cabeza, me fui directamente a la cárcel de máxima seguridad, quería ver cómo era la “cancha”. Hablé con el director, que me contestó: “Pero esto es un deporte violento, es como tirar nafta al fuego, se van a matar, estas personas son extremadamente violentas”. Tras mi explicación, me indicó el trámite y me preguntó: “¿Cuándo querés venir?”
El siguiente martes, llegamos con Santiago Artesi, que es un jugador que mide dos metros. El director se sorprendió de vernos: “Hay tantos que dicen que quieren venir y no aparecen más…” Tuvimos la primera práctica, en marzo del 2009, y desde entonces, vamos todos los martes a la mañana. Somos siete que vamos a entrenar a 35 presos.
SV| ¿Por qué se llaman “Los Espartanos”?
EO| Porque uno de los primeros que se prendió veía todos los días la película “300”, de los espartanos, y se daba manija, así que dijo que quería poner ese nombre al equipo. Toda esa energía que tenían para planear qué iban a robar cuando salieran, la cambiaron “por estamos saltando mal en el line, a ver cómo podemos mejorar…”
SV| Ya salieron algunos Espartanos de prisión, ¿reinciden?
EO| El nivel de reincidencia general es del 65 % en delitos iguales o más graves por los cuales habían entrado. Pero la jefa del servicio penitenciario de la Provincia de Buenos Aires hizo un estudio y vio que de los que jugaban al rugby volvieron solo un 2 %. Desde entonces, empezó a apoyarnos.
SV| Y ahí arrancaron los partidos…
EO| Nos dejaron salir a jugar: Primero contra la Policía Metropolitana. Los chicos de la división M-19 nos prestaron los botines y nos consiguieron camisetas del CASI. Ganamos con una conversión a último momento.
El segundo partido fue contra jueces y fiscales de San Isidro, los mismos que los metieron presos. Pensaban que los iban a matar, ¿qué hicieron los Espartanos? Les agradecieron a los jueces y fiscales por haberles permitido salir a jugar y por compartir la cancha.
Y llegó el gran salto. Antes del partido del año Pumas vs. All Blacks, jugamos en el Estadio Único de La Plata, jueces y fiscales contra Espartanos. Patrick Campbell se enteró del partido y nos donó las camisetas.
Más allá de prisión
SV| ¿Cómo sigue la historia cuando salen del penal?
EO| Estos dos últimos años pudimos ayudarlos un poco más. La Fundación Oficios los capacita para tener una salida laboral digna. También buscamos a personas dispuestas a emplearlos, más allá de los antecedentes. Uno lo tomó como jardinero, otro como albañil, otro para la construcción y hoy hay 20 empresas que dan “laburo” a los Espartanos. De a uno, de a dos, de a tres. Uno de los Espartanos consiguió el carnet profesional de conducir y lo contrataron para manejar camiones.
SV| ¿Te podemos preguntar acerca de los próximos sueños?
EO| El año pasado tuvimos la alegría de que nos recibiera el Papa Francisco, quien se entusiasmó con esta integración y nos animó a llevarlo a toda la Argentina. Ya estuvimos en La Pampa. Dimos una charla en el club y a la mañana siguiente fuimos a la cárcel para enseñar rugby. Ahora vamos a Salta y Jujuy, después a Mendoza. A donde nos inviten llevamos esta experiencia.
Desde Mar del Plata
El trabajo de Esteban en Mar del Plata es interdisciplinario e integral.
“Vamos a los barrios de
donde son los presos y
estamos con sus familias».
SV| ¿Cómo es la labor de Cambio de Paso?
EV| A pedido de los presos, trabajamos con ellos y sus familias. Vamos a los barrios de donde son originarios y estamos con los hijos, los padres, los hermanos, sus esposas.
SV| ¿Cuáles son las consignas principales?
EV| Nuestro trabajo es interdisciplinario y está dentro y fuera del penal. Adentro está el entrenamiento y práctica del rugby, el estudio y el aprendizaje o perfeccionamiento de un oficio hasta la práctica laboral. Afuera continúa la capacitación laboral, la gestión de empleo como medio de vida y la continuidad del vínculo con el rugby en escuelas barriales.
SV| ¿Por qué el rugby?
EV| Porque no es un tema de incorporación de normas; los adultos, igual que los niños, aprendemos jugando. El rugby integra porque caben todos: altos, bajos, flacos, gordos… te enseña que todos somos importantes porque cada uno tiene una función insustituible y si no la cumple, perjudica al equipo. Cuando hablamos de liderazgo, hablamos de ejemplo y servicio.
SV| ¿Cómo hacen ese trabajo integral?
EV| En Mar del Plata y en Florencio Varela tenemos un pabellón que se llama del Respeto. Allí rigen normas propias, más exigentes que las de otros pabellones, pero que se cumplen porque ellos quieren. Eligen quién los va a supervisar de la misma manera que se elige a un capitán de equipo. Allí se promueve la cultura del esfuerzo, del entrenamiento, el respeto, la lealtad. Y si alguno falta se lo sanciona. Comen juntos, duermen en cuchetas sin rejas ni candados. Algo impensable en un pabellón común. A la hora del entrenamiento, vienen también de los otros pabellones.
SV| Intuyo que te queda algo importante que decir…
EV| El rugby les cambia la cabeza. Se rompen estereotipos. Generalmente estas personas vienen de un ambiente en el cual lo único que se puede hacer es lo que hicieron, entonces al salir solos, pueden repetir la historia. Pero de este modo, aprenden a llevar con los mismos valores del rugby las adversidades de la vida. Se trata de mostrar caminos y reconocer las potencialidades que cada uno tiene.
√ info
Club de Rugby Los Tilos
www.proyectoalcatraz.org
Cárceles Juveniles Mandela
www.esparatanosrugbyclub.org
Facebook: «Cambio de Paso» y «Espartanos»
Edición: María Lescano.
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El jugador maorí
Veteranos australianos vinieron a jugar el XIV Festival Golden Oldies.
En el tercer tiempo, les conté lo que hacemos en el penal y quisieron venir.
Les llamaba la atención que usáramos el rugby como herramienta de tratamiento, como un medio educativo o reeducativo. Ellos, en sus cárceles lo usan para disciplinar.
Tierry Grosky (maorí) se emocionó porque él había estado preso en una cárcel en su país y había sufrido el rigor de aquella situación y aquí, en el pabellón de los internos de Cambio de Paso, había visto algo que le parecía no sólo novedoso sino superpositivo.
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Del dolor al cuidado
La historia de Gastón es muy especial. Dos jóvenes, que estaban metidos en la droga, mataron “por error” a su hijo Juan Pedro.
En esos días él estaba dejando de trabajar en Educación Física para dedicarse a la carpintería, pero este golpe lo sacudió y mucho.
Volvió a su profesión y se sumó al proyecto que ya llevaba adelante el profesor Ariel Rodríguez. “Damos clases de rugby en los institutos de menores. No son cárceles, son menores sobre quienes ya pesan causas penales. Yo prefiero no saber cuáles son las causas que pesan sobre ellos y que tampoco los chicos conozcan mi historia.” A través del rugby que tiene valores y reglas claras de convivencia, tratamos de transmitirles algo que ellos no tienen.
SV| La pregunta es cómo podés pasar de la rabia, del dolor al cuidado de estas personas…
GT| Te ponés en un lugar de oportunidades y tratás de orientarlos y de darles lo mejor, así como también valor para que no se equivoquen dos veces. Además de Juan Pedro, tengo dos hijos que son adoptados y pienso qué sería de ellos si el destino no los hubiera traído a casa. Podrían estar ahí.
SV| ¿Hay trabajo de integración?
GT| Sí, los chicos del club Los Tilos, los que eran compañeros de Juan Pedro, vienen al instituto a jugar con los chicos o a entrenar. Desde el área social de Los Tilos, que nació cuando fueron las inundaciones en La Plata, surgen un montón de iniciativas en ese sentido.
Le preguntamos por su sobrino Joaquín, puntal de Los Pumas y Los Jaguares, y bromeó: “No es más mi sobrino. Ahora yo soy su tío”.
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ESTEBAN VIÑAS
Casado con Patricia Gualdoni
Hijos: 4
Juez de la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal Club Sporting y San Ignacio de URMdPlata (2014) Golden Oldies Entrenador de Rugby Social Fundador de: CAMBIO DE PASO
Una asociación civil sin fines de lucro, integrada en gran medida, por gente de rugby, que pretende aportar a la sociedad marplatense acciones concretas a favor de la convivencia pacífica de todos sus integrantes, actuando sobre los que han delinquido (…) Queremos: devolver a la sociedad mejores personas, sin cambiarlas, sino a partir de explotar todo su potencial positivo.
EDUARDO “COCO” ODERIGO
Casado con Male Moreno Vivot
Hijos: 8
Abogado
Club SIC desde los 4 años Fundador de: ESPARTANOS
Son hombres (Unidad N°48 de San Martín ) que a través del rugby decidieron cambiar sus vidas para siempre. Abrazaron el respeto hacia una autoridad, hacia el equipo y hacia ellos mismos, compromiso, humildad, constancia, sacrificio, responsabilidad, el trabajo en equipo y muchos aprendizajes más que da este deporte tan espectacular
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