El jardinero inglés

En ocasión de una reunión de trabajo, me contaron esta historia que me ha venido muy bien en la vida. Se trata de un jardín en la provincia de Buenos Aires pero inspirado en Londres.

 

Por Felipe Yofre. Escribano. Presidente de Protege tu corazón

 

[dropcap]R[/dropcap]  esulta que en otra época de Argentina, un señor con muchos recursos económicos mandó construir una gran casona en la provincia de Buenos Aires, y quería rodearla con un inmenso jardín, de varias hectáreas,  muy pero muy bien diseñado y sobre todo mantenido con gran cuidado.

“Mi casa será muy importante para mi, quiero rodearla de belleza y esplendor. La casa puede estar muy bien construida, pero si no está rodeada por una belleza delicada y bien cuidada de poco vale. Incluso puede hasta parecer abandonada”.

 

 

Contrató un gran diseñador de jardines, con experiencia en el viejo continente pero le preocupaba sobremanera, la manutención del jardín.

Tenía un jardinero joven, muy trabajador y responsable. De esas personas con ganas de esforzarse por aprender.

 

Césped impecable

Pensó. El mejor jardín que he conocido, queda en las afueras de Londres. Más que césped parece una alfombra impecable. Mejor que un green de golf.  “Voy a conseguirle una entrevista con el jardinero de allá, lo voy a mandar un tiempo para que aprenda los secretos y de esa manera, tendré el jardín mejor cuidado de Argentina. Voy a rodear mi casa de la mejor belleza”.

Y allí fue nuestro jardinero argentino. En esa época, en barco.

El jardinero inglés, un hombre ya entrado en años. La cara rugosa y bien curtida, a pesar de que en Inglaterra no hay mucho sol, señal de años y años a la intemperie. Ojos claros y profundos, empapados de sabiduría. Además, acostumbrado al trabajo al aire libre, de pocas, muy pocas palabras, “porque la naturaleza suele decir cosas más sensatas que los hombres”, decía.

 

El jardinero inglés

En definitiva le dio estos pocos consejos:

Primero, usted, antes de empezar a trabajar tome su cortadora de césped. Verifique que esté bien engrasada, sino hágalo, engrásela. Mida la distancia de las astas y la profundidad de las mismas, siempre debe cortar con la misma distancia, manteniendo una coherencia que redundará en una agradable vista en la cual no existan molestos relieves.

Segundo, esto que le dije, hágalo despacio, con cuidado, sin apuros, con suma paciencia. De esa manera minimizara la posibilidad de error, podrá sortear los problemas de yuyos, cardos y obstáculos que aparezcan. Cada tres días corte el césped.

Bueno, contesto el jardinero argentino, eso lo hago ya desde siempre. ¿Para eso vine tan lejos?. ¿Pero cómo consigue esa superficie verde que más que alfombra parece un terciopelo?

Espere contestó.

Falta el tercer consejo.  “Hágalo así, con el mismo amor y paciencia, durante cincuenta años y tendrá este mismo resultado”.

En definitiva, el tercer consejo era la “perseverancia”.

 

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