Se acerca el fin de año y nos da una cierta sensación de vértigo… ¿cómo llegaremos, cuáles son las cosas que me gustaría tener cerradas, cuáles son demandas familiares, laborales, de amigos?
Por Dra. María Amalia Caballero – Periodista @mariaamalia.caballero9
Así nos planteamos, una y otra vez el fin de año. Tenemos «de todo» para hacer «justo» en los mejores momentos para disfrutar y celebrar.
Más allá del contexto, en estas fechas “acumulamos” cansancio y tareas pendientes celebraciones que necesitamos programar y programarnos para vivirlas con paz y disfrutarlas. En «modo taller», para trabajarlo en forma individual o en grupos proponemos tres momentos:
PRIMER MOMENTO: ¿QUIÉN SOY?
Listemos nuestras características personales. Sexo, lugar que ocupamos en la familia, responsabilidades, aficiones y características personales.
Simplificado en dos columnas, las clásis fortalezas y debilidades.
Ser padre / madre / hijo / abuelo… tener determinado trabajo o no tenerlo… y así con cada una de las características que hayamos incluido, ¿qué significa para mí F o D?
Así, vamos planificar lo que se viene apoyados en nuestras fortalezas. Para algunos la planificación es algo casi obsesivo, para otros en una tranquilidad, y también puede resultar algo inalcanzable… veamos.
Aquello que hemos llamado debilidad lo veremos como una amenaza y a nuestras fortalezas como oportunidades. A la hora de planificar, cada una de estas características nos ayudan a “surfear” la ola y disfrutarla.
Estamos en un ejercicio de FODA personal…
SEGUNDO MOMENTO: ¿QUÉ ME ESPERA?
Es el momento de pensar en cuáles son las responsabilidades que nos condicionan en el trabajo, en la familia, en los desafíos personales, exámenes, celebraciones, que pueden resultarnos maratónicas en vez de «felices fiestas». Para planificar catergorizamos lo urgente, importante, descartable, inaplazable, deseado, buscado, inesperado…
TERCER MOMENTO: PLANIFICACIÓN
No hay dos personas iguales, volvemos al conocimiento propio:
¿Cómo canalizo mis «agobios» por lo que no alcanzo… cómo manejo mis “aceleres”, o por el contrario, ¿soy muy tranqui y caigo… en cada trampa? ¿Cómo lo perciben los demás…?, ¿qué me da paz?
¿qué me da paz?
Todo esto importa a la hora de planificar, no somos un aerolito en medio de un planeta vacío. Lo que afecta a uno afecta al “universo”.
También aquí salta la diversidad en las personas, para algunos la advertencia más clara es la lista de pagos pendientes, para no quedar sin luz o sin agua. Pero también es inaplazable ir a la peluquería si tenemos un evento importante como una fiesta de fin de año o la graduación de un hijo. El gimnasio o el grupo de zumba son determinantes para muchos, dado que el estado de ánimo o la salud física y mental depende en gran medida del respeto a estos momentos.
Y, algo más, ¿cómo lo organizo? Hay una enorme diversidad en las formas, para algunas el calendario y los tiempos / horarios son los determinantes. Para otros es de mayor utilidad tener carteles de colores que alerten acerca de la inminencia y gravedad del tema. Las flechas y los globos, también, son de gran ayuda.
Y ante todo… ¡flexibilidad! Para eso ayudan los imanes que nos permiten mover un tema de un lugar a otro. Si no fue hoy, será mañana. Si no fue por la tarde ¿queda para la noche?
En fin, no es una receta de cocina, somos personas diferentes, que vivimos en contextos diferentes, familias organizadas de modos diversos…
Valió la pena dedicar este rato a “planificar” para que el fin de año nos encuentre con paz y deseos de compartirla.