El esplendor del matrimonio

Es indispensable proteger al matrimonio con sus notas esenciales para que se perpetúe en el tiempo. La familia es y seguirá siendo acá y en el mundo la base de la sociedad. Sin matrimonio, no hay familia.

 

Eduardo A. Sambrizzi – Profesor (emérito) de Derecho Civil de la Universidad Católica Argentina y de la Universidad de Buenos Aires – Especialista en Derecho de Familia.

 

[dropcap]A[/dropcap]  dmiro mucho al Dr. Eduardo Sambrizzi. Su calidad humana y profesional hace que su testimonio dé valor a sus palabras: «El esplendor del matrimonio». Hace un tiempo nos regaló este texto que, hoy nuevamente, nos hace pensar.

El matrimonio celebrado entre un hombre y una mujer constituye, junto con los hijos nacidos de esa unión, una familia que, como tantas veces se ha dicho, es la célula básica de la sociedad. Por eso es tan importante, indispensable y urgente, protegerlo en toda su dimensión, procurando que se perpetúe en el tiempo.

Sin embargo, no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero, no cesan de sancionarse leyes que ponen al matrimonio en entredicho, aunque estas acciones y medidas suelan concretarse de forma tal, que bien podrían ser calificadas de “solapadas”. Si bien, esta realidad no es buena para los cónyuges, perjudica también a los hijos nacidos de esa unión, así como para la sociedad en su conjunto.

 

[button link=»» color=»green2″ icon=»» size=»large»]NOTAS ESENCIALES[/button]

Tal como ocurre con cualquier institución a la cual se le establecen límites difusos, se la desvaloriza si se le hacen perder sus características esenciales.

Veamos, por ejemplo, lo que ocurre en la Argentina con la ley que permite que el matrimonio civil se celebre entre personas del mismo sexo. En este caso mencionamos la desaparición de por lo menos una característica: la procreación.

 

[button link=»» color=»green2″ icon=»» size=»large»]LA FAMILIA BASE DE LA SOCIEDAD[/button]

Claro que esa ley no es la única que ha contribuido a la mentada desvalorización, ya que la lista sigue. Pongamos el caso del divorcio vincular, permitido en nuestro país desde el año 1987, que ha ayudado -como pocas normas- a desvalorizar el matrimonio. A un punto tal, que la gente, al poder casarse y luego divorciarse con tanta facilidad, ha llegado a no darle al matrimonio la importancia que efectivamente tiene.

Acto seguido ocurrió lo previsible, tal como lo reflejan, por ejemplo, las estadísticas del Registro Civil. Han disminuido los casamientos y, desde hace ya varios años, nacen más hijos fuera del matrimonio que dentro del mismo.

 

[button link=»» color=»green2″ icon=»» size=»large»]FAMILIA Y SOCIEDAD[/button]

Y, como consecuencia, destacamos el desamparo y los graves daños para los chicos cuyos padres, en la práctica, han pasado a ser intercambiables, debido a la falta de compromiso que implican los contratos extramatrimoniales, en los cuales los convivientes no se sienten obligados a luchar para conservar la unión familiar.

Existen, asimismo, otras cuestiones que no favorecen de ningún modo a la defensa del matrimonio, entre las que señalo algunas decisiones de nuestros tribunales, que han interpretado la ley de tal forma, que a la simple separación de hecho de los cónyuges la consideran una circunstancia que deja sin efecto los derechos y deberes que la misma ley pone en cabeza de los esposos. (Realidad que queda plasmada en el nuevo Código civil y comercial)

 

[button link=»» color=»green2″ icon=»» size=»large»]ESPERANZA[/button]

No obstante, no puedo sino tender un manto de esperanza, puesto que son muchas las personas de buena voluntad y las ONG que trabajan en pos de recuperar lo perdido.

Son muchos quienes, con razón, valoran la real y decisiva importancia del matrimonio, por lo que, no me cabe ninguna duda de que, a la corta o a la larga, se volverá a la buena senda, y por consiguiente, a considerar al matrimonio como la verdadera base de la familia.

Cada uno saque sus propias conclusiones.

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