El testimonio llega de otro país. Nos enseña a prevenir, a detectar síntomas. ¡Gracias por tu fortaleza!
Autor anónimo por respeto a la privacidad de las personas damnificadas. Misión AEI ¡Por un mundo donde cada niño esté a salvo!
A finales de mayo del año pasado, mi niña de 2 años y medio, comenzó a tener accidentes con la orina. Ella ya no usaba pañal ni de día ni de noche, ya no se mojaba en la cama, ni durante el día desde hacía un año. Sin embargo, comenzó a tener accidente tras accidente, cuando me daba cuenta ya se le había escapado la orina.
Sabía que un cambio así podría significar una enfermedad o un abuso sexual. No presentaba otro síntoma de infección así que me armé de valor y le pregunté lo que no quiero nunca preguntar:
-¿Alguien ha tocado tus partes privadas?
Mi nena, con sus palabras, me dijo palabras que sí, que un señor la había tocado.
Mi mundo se colapsó, si yo la cuido día y noche, ¿cómo era posible? ¿En qué momento podría haber sucedido? Si mi trabajo es donde ella está, si nadie más la cuida, si no la he dejado con nadie. Mi corazón y mi cerebro no lo comprendían y jamás lo comprenderán. Jamás podré digerir esta realidad de la que me veo obligada a escribir con la esperanza de que algún niño o niña sea protegido, de que alguna madre crea que esto existe, de que algún adulto pueda detectar y detener a tiempo el abuso sexual infantil.
Con el paso de los días, con una enorme carga mental, emocional y psicológica en mi persona, mi hija comenzó a revelar información y detalles muy dolorosos y perturbadores del abuso sexual que había sufrido.
Después fue capaz de señalar al agresor: un trabajador de un familiar que tenía acceso a la casa. Desde que lo conocí detecté maldad en él y mis instintos me advertían que no era un hombre de confianza pero no pensé en él como un agresor sexual de menores.
Mi hija relató con palabras y con señas que este criminal se había acercado, había acariciado la cola de su caballo de juguete, había bajado su pantalón y su ropa interior y había introducido su dedo en su ano, le había dicho tonta y le había pegado en su mano.
Es desgarrador, perturbador.
Cuando escuché estos detalles me desmoroné mental y psico emocionalmente, esto es desgarrador, perturbador, no tengo las palabras exactas para describir estos momentos. Por días, no supe qué hacer, qué decir, qué creer, qué pensar…
En terapia
Regresé a Terapia Psicológica para poder hablar sobre el acontecimiento. La psicóloga recalcó cosas positivas y m. Mi mente lo comprende:
- Estoy haciendo un trabajo extraordinario al educar a mi hija de forma que a tan temprana edad pueda expresar-denunciar un abuso sexual.
- Al educarme a mí misma para detectar tan pronto un abuso sexual infantil, creerlo y proteger a mi hija.
Pero esto no me da paz, siento un dolor inexplicable, le fallé a mi hija, no estaba ahí para protegerla, no pude evitarle este trauma, volví a fallar como madre.
Otra de mis hijas sufrió Abuso Sexual Infantil. ¡Otra vez No! gritaba dentro de mí.
En familia
Posteriormente lo pude hablar con un par de familiares cercanos y las respuestas que recibí me hirieron más.
-eran sentencias que me juzgaban
-no volteaban a ver ni la realidad ni al agresor. Cada palabra me dañó muy profundamente. Y me callé y lloré. Pero protegí a mis hijas de la manera que pude.
Recién después de ocho meses encontré el momento y la manera hablarle al empleador de este criminal y lo que había pasado para hacer algo concreto y definitivo al respecto y proteger a mis hijas de una manera más sólida.
Antes no pude hablar, me daba miedo, sabía que me iban a gritar, sabía que me iban a señalar,
- temía que no me creyeran,
- temía que pensaran que estaba loca o traumatizada por el abuso de mis dos hijas mayores
- temía meter en problemas a otras personas.
- temía por cada niño que podría estar siendo abusado por este criminal y que yo no tenía manera de advertirles a los adultos correspondientes.
Me sentía incapaz, sin voz, sin credibilidad. Me sentía confundida, obligada a hablar para proteger a mis hijas y a los demás, pero ya sabía lo que me esperaba a mí, otra vez.
¿Cómo pedirles a nuestros pequeños que hablen?
Pienso, si yo a mis 40 y tantos años no puedo hablar, tengo tanto temor, me paralizo, se me acaba el mundo, ¿cómo podemos pedirles a nuestros pequeños que hablen? Cada día me convenzo más que la prevención del Abuso Sexual Infantil es tarea de los adultos, de los tutores, de los colegios, de las Iglesias, de las Instituciones Judiciales. No de los niños, No de las Víctimas.
Por fin logré hablar, hubo una respuesta positiva en el hecho de que me creyó el familiar empleador. Y despidió a este criminal.
¿Qué más se puede hacer? Abrir una denuncia legal, imposible con la poca evidencia del relato de una niña ahora de 3 años. Imposible. ¿Ejercer violencia? No lo haré, mis hijas me necesitan libre y a su lado, entonces me queda la culpa de dejar a este hombre vivo y abusando niños a su antojo.
Nuevamente recibí gritos extremos diciéndome cosas muy ofensivas porque tardé ocho meses en poder hablar de este abuso. Nuevamente se me consideró una persona sin cerebro, sin habilidad alguna para vivir esta vida, culpable del abuso, culpable de seguir potencialmente exponiendo a mis niñas a un daño más.
Quiero decirte
Quiero decirte que yo te veo, te escucho, te siento, te entiendo, te admiro, te aplaudo, te creo, te respeto.
A ti madre, adulto, niño, víctima que guardas silencio. Sé de tus luchas, sé de tus miedos. Sé que te hundes en la confusión, la desesperación, los dilemas, la justicia. Sé que serás revictimizado por tus seres queridos, por tu comunidad, por tu gobierno. Pero no por tus iguales, por tu Tribu de Sobrevivientes, de Madres Protectoras, de Víctimas de todo este crimen tan complejo, perturbador y desgarrador del Abuso Sexual Infantil.
Mi Lucha es por tu Seguridad Niño o Niña Abusada, mis Escritos son para ti Madre Revictimizada. Mi grito de perdón es para mis hijas. Un día ya no tendremos que callar, un día no seremos más silenciados, un día por fin lograremos leyes eficaces.
Te dejamos un espacio de ayuda: https://www.epamm.org/