EL BOOM DE LAS NEUROCIENCIAS

Silvia Fagiacone

El avance de las neurociencias en la sociedad trae novedades también para la crianza de los hijos. Conversar con la dra. en Psicología Silvia Fagiacone arroja luces que resultan orientadoras

CLARA NAÓN DE ABERASTURY | ORIENTADORA FAMILIAR | CLARANAON@GMAIL.COM

[dropcap]S[/dropcap] ilvia y su marido Alejandro Chenaut pusieron en marcha NeuroEduca en Argentina. Hoy, que las neurociencias están a la orden del día en el ámbito empresarial y en los planes de desarrollo personal, ellos las aplican principalmente a la educación tanto en el espacio familiar como en el escolar.

neurocienComo resultado de la cultura de la que somos parte, muchas veces necesitamos «tocar», saber que esto que las ciencias humanistas y sociales nos muestran tiene también una raíz y fundamento en lo físico, en lo orgánico. Este conocimiento nos brinda seguridad; la necesitamos.

SV| Hablamos con familiaridad de la neurociencia  aunque no siempre sabemos con precisión a qué nos referimos. 

SF| Es la disciplina que estudia el cerebro y tiene muchas ramas subsidiarias o disciplinas hijas. Algunas de ellas son la neurociencia cognitiva, que estudia mecanismos cerebrales que sostienen la atención; la neuropsicología que, si bien tiene su ámbito de investigación, es una disciplina más práctica que acerca o permite entender un poco más cuál es la relación que existe entre algunas problemáticas comportamentales y el cerebro; y la
neurociencia de la educación, que aunque todavía es muy teórica, creció en los últimos años y ha empezado a tener su desarrollo práctico.

SV| Al crear NeuroEduca, entiendo que se proponen justamente el desarrollo de esta disciplina.

SF| Exactamente, en la neurociencia de la educación se trata de integrar todos los conocimientos que se van desarrollando de la neurociencia, de la neuropsicología, de la pedagogía y de otras ciencias afines en lo que pueden servir a la práctica educativa. En NeuroEduca, lo que hacemos es aprovechar la formación de los distintos profesionales que tienen mucho de  neuropsicología,  neuropatología Silvia y su marido Alejandro Chenaut pusieron en marcha NeuroEduca en Argentina. Hoy, que las neurociencias están a la orden del día en el ámbito empresarial y en los planes de desarrollo personal, ellos las aplican principalmente a la educación tanto en el espacio familiar como en el escolar.

Criar y educar a los hijos está
antes que las necesidades
individuales de los padres.

Como resultado de la cultura de la que somos parte, muchas veces necesitamos «tocar», saber que esto que las ciencias humanistas y sociales nos muestran tiene también una raíz y  fundamento en lo físico, en lo orgánico. Este conocimiento nos brinda seguridad; la necesitamos.

SV| Hablamos con familiaridad de la neurociencia  aunque no siempre sabemos con precisión a qué nos referimos.

SF| Es la disciplina que estudia el cerebro y tiene muchas ramas subsidiarias o disciplinas hijas. Algunas de ellas son la neurociencia cognitiva, que estudia mecanismos  cerebrales que sostienen la atención; la neuropsicología que, si bien tiene su ámbito de investigación, es una disciplina más práctica que acerca o permite entender un poco más cuál es la relación que existe entre algunas problemáticas comportamentales y el cerebro; y la neurociencia de la educación, que aunque todavía es muy teórica, creció en los últimos años y ha empezado a tener su desarrollo práctico.

neurociencias 1SV| Al crear NeuroEduca, entiendo que se proponen justamente el desarrollo de esta disciplina.

SF| Exactamente, en la neurociencia de la educación se trata de integrar todos los conocimientos que se van desarrollando de la neurociencia, de la neuropsicología, de la pedagogía y de otras ciencias afines en lo que pueden servir a la práctica educativa.

En NeuroEduca, lo que hacemos es aprovechar la formación de los distintos profesionales que tienen mucho de neuropsicología,  neuropatología, pedagogía, psicopatología, y empezar a desarrollar capacitación docente, capacitación a padres desde la perspectiva de las neurociencias, de la neurociencia de la educación y de la neuropsicología.

En el colegio

SV| Noto algo de «pasión» en lo que me estás contando, ¿cuál es el gran atractivo de la neurociencia para que hoy  todos busquemos acercarnos, conocer un poco más?

SF| La neurociencia de la educación ayuda a pensar y a entender cómo aprenden los chicos a lo largo de todo el ciclo educativo y da a la educación herramientas para entender un poco más qué es el ciclo evolutivo del proceso educativo. Por ejemplo: un chico de 2 años piensa muy diferente a uno de 5, que a su vez piensa muy diferente a un chico de 8, de 10, de 14, de 18.

La educación que hoy se presenta como dadora de contenidos debiera, cada vez más, orientarse hacia otra manera de educar que es la educación para el pensar.

Proyecto Cero

SV| Contanos un poquito acerca de Proyecto Cero

SF| Este programa empezó en Harvard y trabaja el concepto del «pensamiento  visible». Lo que hace es dar conocimientos, elaborarlos en el intercambio con los docentes, pero que sean los chicos quienes van alumbrando los conceptos que el docente va orientando. Por ejemplo: en lugar de que el docente explique lo que es una fracción, se busca que el alumno empiece a trabajar con pedazos de diferentes elementos y vaya construyendo el concepto de parte, y una vez que lo elabora, se le da el nombre de fracción.

Todo esto se puede hacer con cualquier materia y con cualquier tema.

SV| Este cambio en el modo de enseñar, ¿responde a cambios sociales, a cambio en los chicos?

SF| La riqueza está en integrar lo evolutivo con lo que sabemos acerca de cómo el cerebro funciona y con la demanda social, que hoy es no tanto la información que uno puede tener sino el uso de la misma. Por ejemplo, nosotros les decimos: “Hacer una búsqueda en Google es muy fácil, buscás la palabra ‘anaconda’ y te salen miles de páginas: pero tenés que elegir qué vas a leer y qué no, y qué respuesta vas a tomar». Hoy es el alumno quien debe saber pensar, discriminar, leer  y  entender, razonar, elegir en la búsqueda de información. Es difícil entrar al aula y empezar a dictar conceptos cuando el chico sabe que lo va a tener  al alcance de la mano. Pero, en realidad, hoy se sigue educando mayoritariamente en retención de conceptos y resulta árido para los chicos, que saben que el concepto está en su mano, en su teléfono.

Períodos ventana

Silvia continúa:

“En neurociencia se habla de períodos ventana para referirse a los momentos en neuque la persona está particularmente receptiva a determinados aprendizajes. Por ejemplo, en lectoescritura, desde los 4 años hasta los 7 aproximadamente  hay un período muy sensible para este aprendizaje. Si un chico no fuera  escolarizado  hasta los nueve y, a esa edad, comenzara su alfabetización, le costaría más porque no está en el período ventana. Se puede decir que, si te salteás una de estas etapas, perdiste una oportunidad.

La pauta permisiva deja chicos a
quienes les cuesta insertarse en la
sociedad y en el trabajo porque
no son responsables y no tienen
cultura del trabajo.

«Estos períodos deberían ser conocidos por los docentes. Por ejemplo, a veces se les dan a los chicos de tercero o cuarto grado libros de lectura de alto contenido metafórico que ellos no pueden entender y no pueden seguir porque no están en ese período ventana y, por lo tanto, no tienen desarrollada la capacidad de abstracción. Entonces, a lo mejor, lo pueden repetir como loritos y nosotros pensar que asimilaron el concepto y que, por lo tanto, «ya están educados». Pero no es así; educar es: enseñar a pensar, tomarse el tiempo para que ellos puedan discutir, construir y, de esta manera, aproximarse ellos solos al concepto. Duele reconocer que estamos todavía bastante lejos de una metodología de estas características».

En casa

SV| ¿Y qué nos aporta las neurociencias para que los padres podamos educar mejor?

SF| Actualmente, están siendo revalidados por la  neuropsicología, la neurociencia y el neurodesarrollo estudios referidos a la pauta parental, que comenzaron en la década del 50. A grandes rasgos, se habla cuatro tipos: la pauta parental abandónica, la autoritaria, la permisiva y la democrática o autorizada. De esas cuatro pautas la única que conduce al desarrollo sano es la autorizada.

Consta de una mezcla entre mucha calidez y mucho control, en el sentido sano de estos términos. Estamos hablando de una combinación que predice mejor rendimiento académico, menor consumo de sustancias, mayor capacidad laboral el día de mañana y, también, predice  mejor  inserción social en el grupo de pares y mayor bienestar subjetivo -hoy entendido como calidad de vida.

Un chico de dos años puede guardar
los juguetes con la ayuda de su
mamá, pero no estaría bien que ella
los guarde mientras él mira la tele.

Concretamente, muchos de los programas de orientación para padres, creados hace 20 o 30 años para facilitarles la adaptación a las pautas que conducen a niveles de óptimo desarrollo, se afianzan a partir de los trabajos realizados en el ámbito de la neurociencia.

Se estudió la relación entre los mecanismos neuropsicológicos de control, la regulación comportamental y la pauta parental, y allí se comprobó que esta pauta que llamamos autorizada “produce” hijos mucho más funcionales.

SV| ¿Cómo es la pautaparental autorizada?, ¿cómo saber si estamos educando a nuestros hijos por el mejor camino?

SF| Te voy a dar unos tips para descubrirla en la forma de educar de los padres. Según esta pauta, la tarea de criar y educar a los hijos está antes que las  necesidades individuales de los padres. No hay cabida para frases como “es mi vida”, “que salga, yo también tengo mis cosas”, o “qué se cree el colegio que tengo que ir a actos y demás”. La pauta autorizada se da en padres que eligieron con conciencia traer a un hijo al mundo y quieren ser papás sabiendo que serlo implica postergarse en un montón de cosas, la primera de las cuales es que ya no sos lo más importante, sino que el otro es lo más importante y que incluso si lo perdés ya no sabés quién sos.

SV| Lo que decís es muy profundo y parece que implica muchos cambios en la vida de una persona.

SF| Efectivamente, empieza por la persona y eso hace que toda la dinámica de la casa cambie en función a los chicos. No nos confundamos, no es en función de lo que los chicos quieren, sino en función de aquello que necesitan. Lo primero que necesitan son: hábitos de sueño y hábitos de comida ordenados, que sepan que en la casa ocurren las cosas más o menos de la misma manera. Hábitos de sueño implica que los chicos duerman mucho: un chico de 10 años tiene que dormir por lo menos nueve horas, un chico de dos o tres años, la tercera parte del día, y los más chiquitos más todavía. Respecto del colecho promovido por algunos autores recientes, quisiera aclarar que no es necesariamente bueno como tampoco lo es -necesariamente- el amamantamiento exagerado. Son todas costumbres que se extienden como leyendas urbanas. Pero los chicos tienen que dormir en su espacio y también los padres tienen que tener el propio.

neuroEstas cosas hacen a una familia más funcional porque cada subgrupo de la  familia tiene su lugar: los padres como padres, como pareja, como individuos; los hijos como hijos, como individuos, como hermanos.

Te agrego algo más, respecto de la comida: ¿a qué llamo una alimentación ordenada? Es aquella en la cual el padre o la madre es quien decide lo que se come y la dieta es balanceada. Recomiendo menor consumo de gaseosas y de azúcares. La obesidad infantil creció muchísimo y eso tiene que ver con la permisividad de los padres, que acercan gaseosas, papas fritas, chocolates, en cualquier momento u oportunidad. Todos estos son detalles chiquititos, pero van dando estructura a la persona.

SV| Es profundo y muy práctico a la vez. ¿Hay otras características que quieras describirnos y que sirvan a la hora de ser papá o mamá?

SF| Empieza por ahí, por la casa, por el cumplimiento del horario, en poner a los chicos frente a las responsabilidades y enseñarles a asumirlas. Por ejemplo, un chico de dos años puede guardar los juguetes con la ayuda de su mamá pero no estaría bien que la mamá los guarde mientras él mira la tele. Estamos hablando de la pauta autorizada que implica -como decía- mucho cariño, cariño expresado, verbal y no verbalmente. Esto no se contradice con que haya unas normas muy claras de convivencia que implican criar a los hijos mostrándoles el  concepto de que el ocio viene después del esfuerzo y la dedicación a algo. Puede ser guardar
tus juguetes, hacer la tarea, o ayudar a tu hermana a hacer algo, de acuerdo con la edad de los hijos.

Las pautas negativas

SV| ¿Nos explicarías los otros modelos de padres?

Más de una vez nos vamos a sentir identificados con tus descripciones e indica que hay, también allí, un trabajo por hacer.

SF| Empecemos por la pauta permisiva.

En esta casa los chicos pueden dormir donde quieren, la cantidad de tiempo que  quieren, comer lo que quieren, la cantidad que quieren y donde quieren, no guardan sus cosas, eligen su ropa desde los dos años y tienen todo lo que quieren, sus padres compran todo lo que piden, no hay límites.

Cuando se sacan una mala nota, la madre enseguida lo excusa y dice: “pobrecito, la culpa es mía porque no llegamos a hacer el trabajo práctico”. O sea, no los crían con conciencia de responsabilidad.

Como resultado, la pauta permisiva deja chicos a quienes  les cuesta mucho insertarse en la sociedad y en el trabajo porque no son responsables y no tienen cultura del trabajo.

Si hablamos de la autoritaria, es tremenda porque allí se duerme como yo digo, donde yo digo y no hay excepciones, ¿ni siquiera por el cumpleaños de su mejor amigo? «Igual no vas porque es un día en que no se sale». Si en la autorizada tampoco lo dejaran salir, habría un diálogo, unas razones que se pueden comunicar. En otra situación, el autorizado dice: «Vamos a comer verduras porque son sanas para tu desarrollo, vos tenés que crecer, las verduras te hacen bien al cerebro, a tu mente, a tu organismo»,  mientras el autoritario diría: “Vas a comer porque lo digo yo”.

Dejamos para el final la más  dañina, la abandónica, porque el chico siente que nadie se ocupa o se preocupa por él. Igual que el permisivo, hace lo que quiere y cuando quiere, pero la diferencia está en que lo hace porque nadie se ocupa de él. Entonces, mientras el hijo del permisivo se siente querido, el del abandónico siente que no lo quieren. Si los padres están en una buena  posición, les dan todo económicamente y piensan que con eso está.

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SILVIA RENATA FAGIACONE
Doctora en Psicología por la Universidad de Palermo.
Licenciada en Psicopedagogía por la Universidad Católica Argentina.
Docente en el Máster de Neuropsicología del Hospital Italiano (coordinadora del área de Evaluación Neuropsicológica).
Directora a cargo de Supervisión en NeuroEduca.[/notification]

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NEUROEDUCA
Está conformado por un grupo de personas que concibe la educación como un desafío cotidiano y a la neurociencia como una herramienta para vehiculizarla. https://www.neuroeduca.com/  [/notification]

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