Seguimos en el escenario “vacaciones” y nos planteamos las dudas que generan las nuevas situaciones que enfrentan nuestros hijos.
Por María Lescano – periodista
¿Cómo saben estos gansos cuándo es el momento de volar hacia el sol? ¿Quién les anuncia las estaciones? ¿Cómo sabemos los seres humanos cuándo es el momento de hacer otra cosa? ¿Cómo sabemos cuándo ponernos en marcha? Seguro que a nosotros nos ocurre igual que a las aves migratorias; hay una voz interior, si estamos dispuestos a escucharla, que nos dice con toda certeza cuándo adentrarnos en lo desconocido. Elisabeth Kübler-Ross.
Hellen Ayerza y Caro Arabetti nos trajeron este disparador maravilloso para pensar en la crianza de los hijos, en las nuevas situaciones que se nos plantean por el simple hecho de estar en “modo vacaciones”. Son un gran desafío que pone en juego la educación que queremos darles a nuestros hijos.
Plan: aventuras
En el mar, en el campo, en casa o en el departamento, si hay hijos, el “modo vacaciones” está activado y pueden surgir las más inesperadas propuestas.
Cambiar la actividad, los horarios, descansar más, todos lo necesitamos, el cuerpo lo pide, la cabeza lo pide, la paciencia lo pide.
Pero el descanso suele ser muy distinto a lo largo de la vida y en las familias tenemos franjas etarias bastante amplias.
¿Entonces? Es frecuente que los chicos propongan aventuras que, casi siempre, tienen una cuota de riesgo. Y en los adultos surgen las dudas.
Diferencias entre los padres
Por ejemplo, está la mamá que piensa que al hijo le hace mal una lastimadura (un raspón) o, simplemente ensuciarse, mientras otros estiman que estas diversiones harán a sus hijos más fuertes, valientes, responsables, capaces de reconocer las acciones y sus consecuencias.
Hay claramente, un dilema entre:
- La necesidad de garantizar el cuidado y seguridad de sus hijos.
- Las ventajas que tendrán al desarrollar nuevas capacidades
- La oportunidad de adquirir seguridad en situaciones novedosas o de peligro
- Momentos especiales para desarrollar la fortaleza y la capacidad de resistencia a la frustración
- Tomar conciencia de los propios límites, cargo de las consecuencias de sus acciones será un valor agregado.
No hay Blanco o Negro
En ocasiones será prudente preservarlos y en otras, será aconsejable envalentonarlos. Porque no es blanco o negro, está presente en los padres la necesidad de formarse, pensar, compartir experiencias.
En cada escenario, será bueno detenerse y escucharlos. De esta manera, estaremos más despiertos a sus miedos y expectativas. Y por otra parte, permitirá razonar bajo la mirada cariñosa si la actividad que van a realizar es acorde a su edad y si les aporta algo positivo.
Si hay entre los amigos, matrimonios con hijos un poco más grandes, pueden convertirse en referentes de su experiencia para perfilar la nuestra.
Mirando hacia adentro
Hay un punto más importante y más difícil que definir el sí o el no ante un juego. Se trata de escucharse y profundizar en los propios miedos, las manías y limitaciones, y nuestras zonas de seguridad, para diferenciarlos de los de ellos, señala Arabetti.
La respuesta no está en lo “criteriosos” que seamos sino en la capacidad de hacernos las preguntas correctas.
Nuestra responsabilidad acerca de la integridad emocional y física, nos lleva a movernos en una delgada cuerda sobre la que intentamos conservar el equilibrio en las respuestas, el cual no estará dado sólo por lo asertivos o criteriosos que seamos sino especialmente en nuestra propia capacidad de hacernos las preguntas correctas, es la advertencia de H. Ayerza.
Irán madurando su capacidad de frustración, tomando conciencia de los límites y haciéndose cargo de las consecuencias de sus acciones.
HELEN AYERZA DE GÜEMES | ARTISTA PLÁSTICA | HELENGUEMES@GMAIL.COM
CAROLINA ARABETTI DE PEREYRA YRAOLA | ABOGADA | CAROARABETTI@GMAIL.COM