EDUCACIÓN EMOCIONAL EN LAS ESCUELAS ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Quién?

Por Graciela Piana (Magister en Educación) pianagraciela@gmail.com

La escuela posibilita a los sujetos acceder a aspectos culturales imprescindibles para su desarrollo, pero estos aspectos no pueden limitarse a lo cognitivo/intelectual sino que han de involucrar capacidades de equilibrio personal, de inserción social y de relación interpersonal, todas estas dimensiones emocionales que llevan al desarrollo integral de la persona, de allí la importancia de la Educación Emocional (EE) en las aulas.

Este concepto está directamente ligado al de Inteligencia Emocional (IE), a esa aptitud que puede aprenderse para lograr Competencias Emocionales. La idea de Competencia resulta fundamental en la educación hoy, porque alude a una perspectiva compleja que contempla habilidades cognitivas, pragmáticas, personales y sociales, es en este tipo de aprendizaje que están comprendidas las Competencias Emocionales (CE), las cuales hemos sintetizamos en 3 ejes:

➡️Autoconciencia Emocional:
•Reconocimiento de las propias emociones y de los demás
•Gestión y expresión apropiadas de las emociones
•Actitudes emocionalmente saludables (pensamiento positivo, autoestima, capacidad critica, búsqueda de ayuda, resiliencia)

➡️Habilidades Sociales e Interpersonales
•Escucha Activa. Contacto Visual y Simetria en las Relaciones.
•Asertividad. Empatia, Cooperación. Anticipación y Mediación en Conflictos.

➡️Calidad de Vida y Equilibrio Personal
•Proactividad, fijación de Metas y Objetivos
•Participación Ciudadana. Respeto por la Diversidad.
•Búsqueda del Bienestar Personal. Profesional. Familiar y en la Salud

Las CE son el principal objetivo de la EE y en el contexto del aula ésta ha de considerarse un contenido transversal que impregne toda la práctica educativa, incorporándosela explícitamente en el diseño curricular ya que las competencias que habilita refieren tanto al crecimiento personal como a preocupaciones de la sociedad en general y de la comunidad educativa en particular. Es fundamental el reconocimiento de la importancia de lo emocional en el aprendizaje y la necesidad de generar programas de Alfabetización Emocional ya que éstos, como dirá Goleman, mejoran las calificaciones académicas y el desempeño escolar además de ayudar a los sujetos a que cumplan más eficazmente sus papeles en la vida, logrando así una aptitud emocional que les posibilite manejar el enojo, controlar impulsos, lograr empatía y solucionar positivamente los conflictos. La incorporación de la EE en el Curriculum supone asumir la complejidad y variedad de los contenidos escolares y la oportunidad de brindarlos a todos los individuos, esto sería ya suficiente justificación para su inclusión, pero hay aportes de la Neurociencia, la Pedagogía y la Psicología que refuerzan este aval. En este sentido solo mencionaré a los que considero han impactado más.

La Teoría de las Diferentes Estructuras Cerebrales de Paul McLean que permite comprender cómo las estructuras evolutivamente más primarias del cerebro condicionan la llegada de la información a los módulos más evolucionados, estableciéndose un funcionamiento integral o en red que lleva a considerar tanto la dimensión cognitiva como la emocional en los aprendizajes que realiza el sujeto. La Teoría de la Integración de las Emociones, Sentimientos y Toma de Decisiones de A. Damasio, quien sostiene que las emociones y los sentimientos son procesos que se dan en nuestro cerebro en interacción con el resto del cuerpo y que el antagonismo entre razón y emoción de la tradición racionalista de Platón, Descartes y Kant resulta insuficiente para dar cuenta de la conducta humana. La Teoría de las Inteligencias Múltiples de H. Gardner que amplía el concepto clásico de inteligencia utilizando testimonios neurológicos, evolucionistas y transculturales y la concibe como un potencial humano que se activa en un marco cultural y no se presta a “medición”. Postula que cada sujeto posee ocho tipos de inteligencia y que cada una de ellas, si bien es neurológicamente independiente, interactúa funcionalmente con las otras. Sostiene que no todas las personas desarrollan las mismas inteligencias, este desarrollo estará influenciado por la historia personal, la sociedad, la cultura y la educación.

Entre estas 8 inteligencias está la Inteligencia Interpersonal que se caracteriza por el desarrollo de capacidades sociales, de interacción comunicativa, de empatía y la Inteligencia Intrapersonal que implica autoconocimiento de las emociones y sentimientos y su participación en la toma de decisiones. Ambas Inteligencias confluyen en lo que Goleman denominó Inteligencia Emocional. Desde la perspectiva del aprendizaje las teorías mencionadas se articulan y complementan entre sí dando un sólido soporte a la EE, ya que cada una de ellas ha impactado de diferente forma en la práctica educativa.

La EE, como cualquier proyecto pedagógico, no puede ser producto del voluntarismo de uno o un grupo de docentes, sino que tiene que comprender a toda la comunidad educativa. En ese sentido, dada la complejidad del hecho educativo intervienen e interactúan lo pedagógico, el ambiente, lo institucional y lo social.

Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber

Aristóteles

Para cerrar, me gusta recordar la frase de Aristóteles, todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber, la Educación Emocional favorece y fortalece ese deseo porque posibilita la integración entre cognición, emoción y acción en el aula, a través del desarrollo de habilidades sociales e intrapersonales contribuyendo a la calidad de vida y el equilibrio personal, disminuyendo el fracaso escolar producto del estrés y dificultades en el aprendizaje que llevan a estados emocionales negativos.

Para nuestra mirada aprender implica actividad del sujeto, ya que no es meramente copiar o reproducir un conocimiento, sino que supone una construcción personal del contenido a aprender. Pero ésta no es una construcción ex-nihilo sino que resulta de la interacción de las diferentes estructuras cerebrales entre sí, los diferentes “estados del cuerpo” y de los estímulos pedagógicos que faciliten el desarrollo del potencial de cada sujeto, respetando sus particularidades de aprendizaje y creando un entorno favorable para desarrollar recursos internos.

Pero no solo nuestros estudiantes han de lograr competencias emocionales, sino principalmente para nosotros, como Docentes, formarnos o autoformarnos en ellas, solo así podremos generar en el aula un clima de trabajo apropiado, seguro y afectivo. Vale la pena mencionar que la Educación Emocional tiene un valor agregado que la enriquece y es la pluridisciplinariedad, ya que, como veíamos, en esta práctica confluyen la Psicología, la Neurociencia y la Pedagogía donde cada una aporta su visión específica del mismo objeto -el aprendizaje- pero creando puentes de entendimiento que muestran la potencialidad de la Educación Emocional para propiciar una reforma en la Educación que responda a las demandas sociales de estos tiempos en cuanto a la formación de ciudadanía, respeto por la diversidad, tolerancia, bienestar personal y salud. Y este es nuestro gran desafío y responsabilidad como Docentes, ya que la Educación Emocional es también una Educación en Valores.

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