Empresas
Conversamos con Wilder y Helga Yasci, padre e hija que trabajan juntos en la empresa familiar. Las cacerolas enmarcan las oficinas, ahí está el secreto
Entrevistó María Amalia Caballero | Dra. en Comunicación Pública | Edición María Lescano
[dropcap]«[/dropcap] Participo hace años en la Fundación ‘Flor’ mentoreada por Andrea Grobocopatel. Ahora yo también puedo acompañar a otras. Nos hace mucho bien”, opina Helga Yasci.
“Las mujeres –sigue– necesitamos esos grupos, redes, encuentros de empresarias porque somos diferentes. No dejo de ser mamá y mujer por ser empresaria. Tenemos permanentemente el cerebro dividido en dos. Es el precio que se paga por elegir una carrera más demandante. Estar en la empresa, ser directora”.
[button link=»» color=»purple» icon=»» size=»large»] Diferencias [/button]
Wilder Yasci, fundador de la empresa de cacerolas Essen y cabeza de esta empresa familiar –que exporta a Uruguay, Paraguay Bolivia y Perú, apoyada en la venta directa con un 99% de mujeres a cargo de esta función- no duda en expresar: “Hemos descubierto hace muchos años la versatilidad de la mujer que, a mi modo de ver, es muy superior a la del hombre. El poder, la voluntad, la capacidad de la mujer es enorme. Generalmente, se levanta, prepara el desayuno, lleva a los hijos al colegio, vuelve, limpia, hace sus reuniones de venta. Arranca de nuevo, busca los chicos, cocina, mientras el hombre hace tres cosas, llega a casa y dice: ¡Qué cansado estoy!”.
[button link=»» color=»purple» icon=»» size=»large»] De la música a la empresa [/button]
“Papá, mi hermano y yo éramos músicos. La música es algo que uno aprecia cuando se está en la empresa, porque hace desarrollar el hemisferio derecho delcerebro más que el izquierdo: la imaginación, la asociación. Tocábamos en los trenes… Papá tocaba el acordeón y yo la batería”, dice Wilder y continúa su relato.
“Venimos de una familia de clase baja. Mi papá era obrero metalúrgico, trabajaba en una fundición. Arrancamos con unos quemadores, pero me di cuenta de que siempre dependeríamos del éxito que tuviera el que hacía la cocina. Para abrir mercados, con el fundido del aluminio, creamos la cacerola. Nos llevó tres años tener la primera en nuestras manos. Ahora llevamos 50 años en la empresa… En este país es un gran logro…y hacemos cacerolas, utensilios de mesa y de cocina, además de aceite de oliva con distintos sabores”.
[button link=»» color=»purple» icon=»» size=»large»] Venta directa [/button]
“Es una actividad innata de la mujer -sostiene Helga-; te metés en la casa de la gente. Nuestras vendedoras son dueñas de su negocio, de su tiempo, pueden formar equipos, ahí se vuelven empresarias, capacitadoras.
Descubren un poder que no sabían que tenían. Acá no hay rangos de edad, ni de estudios previos. No importa de dónde venís, nos importa a dónde querés llegar. No son empleadas: si no pueden salir, lo hacen en su casa o pueden ir a una demostración con sus
hijos. Crean sus propias redes. Son 12.000 mujeres.
Detrás de ellas, en las oficinas, están los equipos de marketing, logística, tecnologías, etc. Tienen entre 30 y 40 años, son mamás y profesionales que quieren emprender, no porque las traten mal o no puedan hacer una carrera en la empresa, sino que quieren tener sus tiempos, quieren ser mamás, quieren estar mientras sus hijos crecen. No tienen ganas de entrar en la empresa porque la estructura de las empresas, en general, es vieja”, asegura.
“Las nuevas tecnologías van más rápido que los departamentos de Recursos Humanos. Si no se aggiornan van a perder talentos. Nosotros estamos atravesando el cambio hacia el e-commerce para estar a la altura de estos nuevos desafíos. Los caminos siempre serán de la mano de la venta directa y de nuestras emprendedoras, a las cuales les proveeremos de todas las herramientas digitales que necesiten para estar al día y seguir siendo los mejores referentes en la cocina”, aclara.
“A veces, el hombre es más efectivo, más prolijo, más metódico. Consejo: conviene que tengan un hombre al lado, que les ayude a bajar a la tierra, que haga un plan de negocios, que lleve los números. No hay mejor cosa que los equipos mixtos”, concluye la empresaria.
[button link=»» color=»purple» icon=»» size=»large»] Experiencia y transición [/button]
“La gente confunde de qué se trata la experiencia” -opina por su parte Wilder-. La experiencia es un cúmulo de errores, quien sólo acumuló éxitos no tiene ninguna experiencia, lo que realmente enseña son los errores, cuando son reconocidos. Recién ahí, se aprende. Ese cúmulo de errores, para ir transfiriendo, es una labor que hay que hacer para que se entienda, para que se acepte. Depende del comportamiento del más viejo, hay que soltar, hay que adaptarse y cuando hay conflictos, se hablan”.
Helga cuenta que trabajan, desde que eran adolescentes, con el asesoramiento de Guillermo Perkins (IAE), especialista en empresas de familia. “La transición no es de un día para el otro. Hay padres que no sueltan, hijos que se van. Realmente mi papá es de esas personas excepcionales, un visionario. Ve las cosas antes que nosotros. ¿Qué es lo mejor que puede pasar? Seguir siendo empresa familiar, que tiene historia, algo para contar. El fundador es importante para que la cultura siga viva, nadie lo reemplaza, llegan los equipos”, sostiene
[button link=»» color=»purple» icon=»» size=»large»] División de tareas [/button]
Padre e hija coinciden en que la división de tareas se dio de manera natural. Cada uno de los hijos eligió su formación y se fue haciendo su lugar de acuerdo con sus habilidades y preferencias.
«Mi mamá fue una gran
ayuda todos estos años.
Mi madre es una genia,
un gran bastión para
la educación, para
acompañar a papá y
para ayudarnos» Helga
Según Helga, hubo algo que la sorprendió y no fue elegido: “Las empresas hacen ayuda comunitaria social, ayudábamos en Venado Tuerto a los que nos pedían, ‘hasta donde se acaba la plata’. Un director nos propuso ordenarlo a través de una fundación.
Llamamos a alguien que venía de Cáritas y sabía de fundaciones. Esto necesita una dirección, dijo. Yo había estado en la organización inicial y me pidió que me haga cargo. Yo no estaba muy segura de mi capacidad pero con la ayuda de Julia vamos adelante.
Ahora, lleva un 30% de mi tiempo y creo que es lo que me genera las mayores satisfacciones. No hacemos asistencialismo, salvo en caso de catástrofe o emergencia”, concluye.
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El corcho, según Wilder
Hay que adaptarse y ser como el corcho que siempre flota.
Se producía para las amas de casa que son las abuelas de hoy. Eran mujeres de la casa que cocinaban todos los días. Hoy, el ama de casa dice: «A mí hacémela fácil».
Nuestra empresa está preparando cosas con que las vamos a sorprender, hay que dar lugar a la gente joven, que piensen, que están al día sobre lo que viene.
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La fundación
En palabras de su directora, «el público objetivo de la fundación son los chicos. Hicimos un concurso y recibimos miles de propuestas. Nos preocupó especialmente la que decía: «Quiero una huerta pero no tengo agua.» Ahora tienen tres programas:
♦ Nutrición: «hacer cocina, que haya un lugar lindo para comer».
♦ Agua y saneamiento
♦ El corazón y la mujer. «La mayor causal de muerte de la mujer son ataques al corazón. A través de las demostradoras que llegan a tantas mujeres, se puede prevenir.»
«Cada vez que llamamos a concurso por un proyecto tenemos un termómetro de cómo está el país».
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