[ Familias ensambladas ]
Las familias ensambladas implican un nuevo y gran desafío. Con muchas variables en juego, traemos algunas experiencias que pueden ser útiles.
Mariuqui Magrane | Orientadora familiar y asesora en relaciones familiares | magrane.mariuqui7@gmail.com
[dropcap] L [/dropcap] as familias ensambladas son cada vez más, en parte porque hay más divorcios pero también porque crece la conciencia de que aunque haya separación de la pareja, no es necesario ni conveniente separarse de los hijos.
El desafío que asumen quienes -por las circunstancias que sean, y pueden ser muy variadas- llegan a formar una familia ensamblada es muy grande.
Tal vez todo empieza por la necesidad de respetar los tiempos de él o los hijos biológicos propios a la hora de definir el mejor momento para vincularse a la nueva pareja. También lleva tiempo y un trabajo de corazón el aceptar a los hijos del nuevo cónyuge.
[button link=»» color=»pink» icon=»» size=»large»] Hablemos de todo [/button]
Algunos profesionales, cuando hablan de tiempos para acomodarse, dicen que pueden ser entre cuatro y diez años, ¿será así? Y… hay muchas variables en juego para arriesgar definición de tiempos, pero sí, es oportuno este llamado de atención. Respetemos los tiempos de cada uno, no hay dos personas iguales, no hay dos hijos iguales, lo sabemos.
Una manera de facilitar la fusión entre los hermanos consiste en conversarlo todo. Hablar no es ser egoísta, es una previsión de futuros problemas. Permite poner un marco para cada uno, poder moverse con más comodidad. Los límites son fundamentales en una relación, tanto entre los propios como los de la pareja. Al ser claros, hay menos cabida a lo no dicho.
[button link=»» color=»pink» icon=»» size=»large»] No al conflicto [/button]
Es humano que haya algún conflicto y es natural que surjan diferencias por las costumbres, las propias expectativas, creencias. La nueva pareja tiene que lograr acuerdos, que irán cambiando a medida que pasen los años.
Es necesario que
todos vivan su nueva
realidad, en las mismas
condiciones; no que
algunos sean locales y
otros visitantes.
Si bien decíamos que conviene hablar todos los temas, es necesario ser extremadamente delicado cuando se trata de los hijos o padres biológicos de las otras personas para no caer en la crítica o comentarios negativos. Ya que, vivan o no en la misma casa, tendrán costumbres diferentes.
[button link=»» color=»pink» icon=»» size=»large»] Sí a la comunicación [/button]
Para lograr una “sana” convivencia, como en todas las relaciones humanas, son indispensables los buenos acuerdos de comunicación. Revisemos algunos temas en los que será mejor adelantarse: cómo llegarán las mensualidades a sus destinatarios, derechos, atribuciones y responsabilidades, horarios de visitas con los padres biológicos ausentes.
¿Cuáles serán las pautas de convivencia y colaboración?
[button link=»» color=»pink» icon=»» size=»large»] Bajo el mismo techo [/button]
La definición del lugar de residencia tiene un gran peso en la experiencia de todos. Es verdad que las mudanzas cuestan mucho -no sólo hablando de dinero- pero es necesario que todos vivan su nueva realidad, en las mismas condiciones; no que sean algunos locales y otros visitantes, quienes quizás no tendrán tantos recuerdos ni derechos adquiridos como los que ya vivían en esa casa.
Estamos ante uno de los temas a atender si queremos evitar que alguien se sienta víctima de la nueva situación.
[button link=»» color=»pink» icon=»» size=»large»] Respeto [/button]
El respeto es siempre clave. De parte de los adultos requiere atención la sensibilidad de cada hijo.
A algunos les afectarán las demostraciones físicas de cariño delante de ellos entre la nueva pareja y su madre o padre biológico.
Esta sensibilidad es diferente entre varones y mujeres. A los varones les suele costar más la nueva pareja de su madre biológica mientras que a las mujeres la de su padre.
Resulta muy sano conversar con los hijos de modo que no se confundan y comprendan que nadie reemplaza a nadie, es posible pedir que se respete a la nueva pareja, sin exigir cariño. Esta difícil conversación tendrá más posibilidades de éxito si es la mamá quien explica las nuevas reglas que lleven a respetar el lugar de los otros.