[Verónica Ravenna]
El luge es un deporte olímpico poco conocido en Argentina. Vero es nuestra representante en las Olimpíadas. Charlamos, pensamos…
Lucía Argibay Molina | Orientadora Familiar | luciaargibay@gmail.com | @Luciaargibay
[dropcap]V[/dropcap] ero Ravenna (20) es una joven deportista argentina que vive en Canadá. Practica luge, un deporte de invierno no apto para cardíacos que combina velocidad con vértigo.
Vero vive con su familia más precisamente en Whistler, un resort para practicar deportes de invierno 125 kilómetros al norte de Vancouver. Su futuro deportivo es promisorio y su sueño es llegar en tiempo y forma a las Olimpíadas de Pekín. Pero no sólo eso sino que también está definiendo su vocación profesional y ya cuenta con un emprendimiento de venta de chocolates.
Vero es una chica muy disciplinada, hizo un alto en su entrenamiento para conversar con Sembrar Valores. Luge se llama el trineo para una persona que se desliza por un tobogán de agua congelada de varios kilómetros de largo. Su conductor viaja boca arriba con los pies hacia delante tratando de mantener la mejor línea aerodinámica casi sin manipularlo ya que al hacerlo se pierde velocidad.
Vero viaja por ese tobogán…
TODAS LAS GRANDES HISTORIAS TIENEN SUBIDAS Y
BAJADAS. SI TE VA MAS UN DIA, NO DEJES. NUNCA VA
A SALIR TODO PERFECTO
SV| ¿Cómo comenzaste en este deporte?
VR| Arranqué justo antes de las Olimpíadas de Invierno de 2010. El colegio nos llevó de excursión para que conozcamos una pista nueva y experimentemos la sensación de lanzarse a toda velocidad en un trineo.
Hicimos varias bajadas con los chicos de la clase y volví a casa feliz, les comenté a mis padres que quería aprender más. Y ahí empecé los fines de semana. Presenciamos las Olimpíadas con mi papá y desde entonces el luge es mi pasión.
SV| ¿Cómo te entrenás?
VR| Es un deporte exigente, tiene dos temporadas marcadas. El verano, con una rutina de gimnasio seis veces a la semana. Es cuando practicamos la largada.
Vale la pena entrenar la salida porque es donde uno puede hacer grandes diferencias en el tiempo.
En el invierno -que dura seis meses en estas latitudes viajamos mucho, cada semana a un pueblito distinto, donde entrenamos cinco días y competimos el fin de semana. Son muchas horas de entrenamiento pero cada día tenemos un rato libre en que la pasamos muy bien. Yo tuve que terminar mis estudios secundarios vía internet y tuve que hacer algunos sacrificios en la parte social como no estar en el cumple de una amiga de Whistler, pero el deporte lo vale. Me encanta.
SV| ¿Qué papel tuvo tu familia en el luge?
VR| Mi familia tuvo un papel fundamental, los dos primeros años papá viajaba conmigo para acompañarme y ayudarme y mamá fue la que se quedó en casa, cuidando a mi hermano, aunque me escribía todos los días y trataba de estar lo más cerca posible, mandándome fotos de todos -hasta del perro-; me consolaba por teléfono cuando tenía ganas de llorar y volver a casa.
Las Olimpíadas de Corea fueron emocionantes, mi familia estaba ahí, nada como tenerlos cerca de verdad.
Cuando terminó la carrera, el primero que llegó a ayudarme y a darme un abrazo, aunque mi largada no fue muy buena, fue papá. Mamá y mi hermano me alentaban mezclados con el público.
SV| Veo la altura de ese tobogán congelado y no puedo dejar de pensar en el miedo que me daría tirarme desde ahí. ¿En algún momento tuviste miedo?
VR| Tuve miedo en distintos momentos; por ejemplo, al principio empecé a competir representando a Canadá, pero después me invitaron del equipo de Argentina para competir por Argentina en Noruega.
Tenía que viajar a Noruega con un trineo nuevo para conocer a los entrenadores y a los chicos argentinos que formaban el equipo. Era el momento, hay que decidir, dar el salto y esperar lo mejor, y si tiene que ser, va a ser. Todas las grandes historias tienen subidas y bajadas. Si te va mal un día, no dejes. Nunca va a salir todo perfecto. Nunca va a salir como si estuviera escrito en un libro, y si sale así, excelente, los mejores atletas son los que tuvieron miedos pero decidieron seguir intentándolo y lo lograron.
Yo me largué pero mi familia siempre me transmitió seguridad y apoyo. Papá me vio con tanto miedo que enseguida sacó un pasaje más para que yo no viajara sola. Mamá y mi hermano me llamaban todos los días con mucho optimismo, me repetían: ¡Vos podés!
SV| Apoyo familiar, audacia, fortaleza… ¿qué otras herramientas te resultan?
VR| Ponerse objetivos y metas difíciles y expresarlos a tu familia y amigos es fundamental, aunque te dé pánico no alcanzarlas. Mi experiencia es que al compartir tus objetivos con todos lo que te quieren, ves cómo cada uno te da ánimos para lograrlo.
SV| Y cuando las cosas no salen como uno espera…
VR| Cuando las cosas van mal tenés que seguir. A veces me pasa que tengo cinco o seis bajadas en que me va re mal, me pego contra las paredes, estoy lastimada. Ahí tenés un minuto para hablar con los entrenadores por la radio y volver a subir. La perseverancia es un valor que rescato de este deporte. La clave es poder aprovechar ese minuto, respirar, relajarte, volver a subir y esperar a que te vaya bien, intentar lo mejor.
SV| ¿Cuál es tu próximo desafío?
VR| Aunque voy a correr por Argentina, estoy entrenando con el equipo estadounidense. Me adoptaron -se ríe-, lo que es muy bueno, ya que es un equipo muy fuerte que cuenta con la mejor tecnología.
Por ahora voy a correr las copas del mundo para estar en forma para las Olimpíadas de Invierno de Pekín que son dentro de cuatro años. Estoy con mucho optimismo.
SV| ¿Cómo es tu relación con el equipo argentino?
VR| En Corea nos hicimos todos muy amigos. Cada uno con su historia distinta, cuando uno competía, todos íbamos a alentarlo. Salíamos a comer todos juntos, charlábamos mucho y así se hizo un grupo muy unido. Me encantaría que vuelvan a estar todos en las próximas Olimpíadas.
Luge es un deporte de mucha velocidad y vértigo.
Le pregunto qué pasa por su cabeza cuando se larga desde lo alto de una montaña en búsqueda de una mejor marca. Me contesta que ya no nota la velocidad, aunque pasa por una curva que dura medio segundo, que con su mirada divisa todo lo que está pasando a su alrededor, y distingue a su familia y al entrenador entre la multitud.
Para Vero hacer una bajada es un fluir de emociones, de sensaciones, de sentir que puede, que puede esto y mucho más.