En el mes de la mujer
Es una mujer de Ruanda que más allá de su ejercicio profesional, va por el mundo dando su testimonio. Cuenta con el aval de Asociaciones e Instituciones de lo más variadas que reconocen el impacto positivo de sus sinceras palabras.
Yo viví un genocidio, perdí todo, nos dice . Inmaculé Ilibagiza*
Vivía con mis padres, mis hermanos, hasta que estalló la guerra en Ruanda: 1999. Pasé de vivir en mi casa, mi cuarto, y la beca que había ganado para ir a la Universidad, mis amigos… a quedar encerrada en un baño de tres por tres metros, poco a poco, se sumaban otras al “escondite”, días más tarde llegamos a ser ocho mujeres en el mismo espacio.
Quedé encerrada en mi odio, y mientras más razones tenía para odiar, mayor era el daño que me hacía, prisionera de mis sentimientos”.
Cuando cambié la ira por el perdón fui libre para ocuparme de mi futuro.
Cuando cambié la ira por el perdón fui libre para ocuparme de mi futuro, en vez quedarme en las maldades de los demás. Dejé de estar obsesionada por lo que hacían los otros, perdoné: les hice un regalo a ellos y a mí.
Nos dice algo muy real, nos anima a vivir el presente:
Tenemos a nuestro alrededor grandes personas, pensamos que siempre van a estar ahí y con la guerra –ahora con la pandemia- se hace más evidente que esto no es así. Fue un regalo tenerlos.
Recuerda el ejemplo de coherencia de sus padre, trabajo, familia y fe en la oración:
Todas las noches rezábamos juntos, ahora intentamos hacerlo también en mi familia, aunque a veces no se puede porque alguno está de viaje. Mi padre veía la guerra y la violencia como “una oportunidad de arrepentirnos y llegar al cielo”.
Si podés hacer el bien hoy, hacelo y si tenés un mañana… hacelo de nuevo, perdonen y nunca abandonen.