De la familia tipo a los tipos de familia

[button link=»» color=»purple» icon=»» size=»medium»][/button]   Entrevista a Claudio García Pintos

¿Qué tiene para decirnos Viktor Frankl a las familias «siglo XXI»?

CLARA NAÓN DE ABERASTURY | ORIENTADORA FAMILIAR | CLARANAON@GMAIL.COM
MARIUQUI MAGRANE | ORIENTADORA FAMILIAR | MAGRANE.MARIUQUI7@GMAIL.COM

El psiquiatra austríaco Viktor Frankl –fundador de la logoterapia– ha dejado una huella profunda, también, en el continente americano. Claudio García Pintos es una de las figuras más representativa en la región. Él incluyó la logoterapia en la Universidad Católica Argentina -único lugar donde se estudia con este nivel-. Logoterapeutas de todo el mundo trabajan para que la Tercera Escuela de Psiquiatría de Viena ocupe el lugar que le corresponde dentro de esta ciencia.

“Cuando yo estudiaba hablábamos de familia tipo, hoy hablamos de tipos de familia, y estamos en un proceso que continúa. No termina aquí. Es un fenómeno que afecta no sólo a la familia sino también a todo aquello que signifique institución de pertenencia. Es duro porque destruye o, al menos, disminuye lo que puede contener al ser humano.Para mí, esta es la dimensión de la crisis que está en boca de todos.”

Se alcanza el desafío creativo de ser familia, se pasa del equilibrio de ser uno, a ser dos y a ser tres para mantenerlo a lo largo de la propia historia

Los nuevos nómades

“Desde hace un tiempo, interpretamos mal la libertad. Así, los jóvenes se plantean: ¿me comprometo con María, a quien amo, y pierdo mi libertad o, mejor, la dejo a María? Y este error olvida que el compromiso es lo más alto de la libertad humana. El acto más sublime de la libertad es justamente el poder elegir a quién atarse en la vida, es un privilegio del cual sólo los seres humanos gozamos.”

“Pero hay que educar, hay que ser claros, hay que tomarse el tiempo, hay que empezar desde chiquitos, y hay que llevar este mensaje. Por ejemplo, a tu hijo le decís: ¿qué querés: alfajor o galletita?, alfajor, comprale el alfajor. Después te pide la galletita. La respuesta es no, porque ya elegiste alfajor. Se educa a tomar decisiones enseñando a renunciar. ‘Aprendé a renunciar y vas a tener todo’. Nadie tiene todo sin renunciar”.

“¿Quién es libre? –se pregunta García Pintos, y responde– el que tiene capacidad de renuncia. ¿A dónde vas? A Mar del Plata o a Bariloche. Hoy no quieren renunciar a nada y terminan renunciando a todo, porque el todo es tu plena realización. Ahora esos son problemas de familia, donde la orientación es muy necesaria».

“Se rechaza porque se piensa que vínculo significa ‘estar atado’. Y, supuestamente para evitar esa ‘cadena’, se vive en una especie de ‘nomadismo’ afectivo como consecuencia de ese particular egocentrismo.”

“Ser nómades afectivamente hablando es la inestabilidad como una característica que se refleja, por ejemplo, en el cambio constante en los estudios. No se apropian de lo propio, y la familia es lo propio. En la familia uno tiene que ser uno.”

“Después se encuentra con alguien, se casan, son dos, ser dos no significa perder el ser uno. Cada uno puede tener sus placeres de ser uno, sin que peligre el ser dos. Luego, llegan simultáneamente la maternidad y la paternidad que, bien llevadas, no fagocitan la conyugalidad. Entonces se alcanza el desafío creativo de ser familia, se pasa del equilibrio de ser uno, a ser dos y a ser tres para mantenerlo a lo largo de la propia historia. Ahora, el equilibrio implica cierto grado de renuncia.”

Atentos

Como orientadores familiares, como padres y madres, García Pintos nos invita a estar atentos para  no despistarnos y acabar fuera de juego.

“Cuando hablamos de crisis en el compromiso, al mismo tiempo se habla de la crisis en los vínculos y, por lo tanto, en la familia. En ese contexto les diría a las familias que tienen que estar atentas porque la escena natural para el crecimiento de la persona humana es la familia. Es como el almácigo1 para las plantas… hay que cuidar mucho a la familia. Desde dentro y desde afuera con el apoyo y acompañamiento de los educadores, los orientadores, los psicólogos y los comunicadores sociales. Y, en primer lugar, reclamo esa atención para la pareja, porque el amor conyugal establece la matriz de fortaleza que va a tener la familia.”

El miedo y culpa

“Como psicólogo hago un mea culpa corporativo por la cantidad de culpas que pusimos en la gente cuando decíamos que ‘el no’ genera un trauma y que poner límites crea conflictos o que hay que ser amigos de los hijos para que no haya autoritarismos y tantas otras falsedades que suenan contundentes y se aceptan de forma inmediata sin pensar.”

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[notification type=»success» title=»SABÍA DÓNDE BUSCAR»]Los vecinos de un pequeño pueblo encuentran a una señora Desesperada buscando algo en la vereda de su casa. Entonces le preguntan qué le pasa y ella dice: – Perdí mi aguja con la que hago mis labores. Todos se organizan y ayudan a buscar la aguja de María, y vienen más vecinos y arman cuadrillas. Buscan y buscan, se hace de noche y la aguja no aparece y le preguntan a María con pena: – Hemos hecho lo posible y no hemos encontrado su aguja, ¿está segura de que la perdió? – Sí, estoy segura. – ¿Está segura de que la perdió en la vereda de su casa? – No -contesta-, la perdí adentro. – Entonces, María, ¿cómo nos hizo perder todo un día para buscar su aguja acá si la había perdido adentro? María se sonríe y dice: – ¿Acaso no es así como viven ustedes todos los días de su vida, buscando afuera lo que han perdido adentro?[/notification]

“Ahora me atrevo a decir que:
– Si en vez de padre soy amigo de mis hijos, somos un grupo de amigos y no una familia.
– Tenés el privilegio de la culpa. Porque tenés una conciencia valorativa que te permite discernir lo bueno de lo malo. La culpa es tu propia conciencia personal que te golpea en el hombro, te llama y te permite ver que te equivocaste, entre todas las opciones que tenías. La conciencia te permite ver que estuviste mal, y que podés reparar, y esto te lleva a la responsabilidad.

El «yayaísmo»

“La cultura de lo inmediato, del ya ya. Del ‘yayaísmo’ se pasa al ‘ya fue’. Como les digo a mis hijos: cuando yo era chico, lo único instantáneo era el Nesquik y tenías que revolver para que no se hiciera grumos. Ahora estamos en una cultura que no sabe esperar, ni desear, ni postergar, no sabe renunciar. Es una cultura que no tiene intimidad, que perdió el pudor. Estoy cansado o aburrido y tuiteo: ‘estoy bostezando’.”

“El pudor es un concepto psicológico, no es un concepto moral –como algunos creen. Si no tenés un centro íntimo de ti mismo, no se desarrolla bien tu personalidad. La falta de pudor afecta el desarrollo normal de las personas. No te paso ‘moralina’.”

“Entonces, continúa, podemos inferir que hay una cultura del aturdimiento, del ruido. La palabra surge como necesidad para el encuentro con el otro y para el descubrimiento de la verdad. Y para que aparezca la palabra tiene que haber una condición que es el silencio. ¿Qué pasa cuando no hay silencio? Hay grito en vez de palabra, clamás por algo. Esto también se educa. Podemos crear en casa una cultura del no aturdimiento. Es algo tan simple como hacer una pausa antes de hablar.»

En esta hora de charla que se nos hizo tan corta, nos colmó con su sabiduría y sencillez que podemos resumir en una de sus reflexiones: este es el tiempo que nos toca vivir y siempre es una oportunidad que no hay que desaprovechar.

4
PELIGROS EN LA COCINA

Escucho un ruido en la cocina. Encuentro a mi hijo y le pregunto: – ¿Qué pasó?

– Se cayó un vaso.

Tengo que aclararle: “Se te cayó un vaso”. Si no, quiere decir que el vaso por motu proprio se acercó al borde de la mesada y se tiró al piso. Si esto no lo aclaro, la cocina pasa a ser un lugar muy peligroso porque los platos y cubiertos tienen movimiento propio. Si fuera así comprendería que tuviera miedo de entrar a la cocina, porque para entrar a la cocina necesita casco y armadura. Ahora, si se te cayó, significa que la consecuencia de un gesto tuyo fue que el vaso cayera, entonces, ya no es peligroso entrar en la cocina, no tenés por qué tener miedo de entrar. No necesitás ni casco ni armadura.
¿Sabés qué necesitás? Prudencia. Darte cuenta de que de tus actos se pueden seguir consecuencias y de que tenés que hacerte cargo de esas consecuencias. Mínimamente, en este caso, recoger los vidrios y limpiar el agua derramada.

Ahora saquémoslo de la cocina: si en la vida uno ve que “las cosas pasan solas”, sería lógico tenerle miedo a la vida, que creas que necesitás casco y armadura, pero si las cosas te pasan, ya no tenés a qué temer. La vida no es peligrosa, no necesitás ni una campera, necesitás prudencia. Y, al darte cuenta de que de tus actos surgen consecuencias, que vos, tal vez, no querías pero que aun así suceden, tenés que hacerte cargo.

Si vos a un chico lo educás y le das para optar entre: miedo, casco y armadura, o no miedo y prudencia, yo creo que la mayoría compra: no miedo y sí prudencia.

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