Esta vez buceamos en los consejos de Mariuqui Magrane (asesora familiar), porque más de una vez… te tragás o se te escapa un grito, entonces ¿qué es mejor?, en esto hay ¿mejor o peor?
Por María Lescano – Periodista
Ante todo, sepan que algún grito “bien puesto” es una forma de llamar la atención de ese hijo y de mostrarle cariño al enfatizar el peligro que significa el error que está cometiendo. Si camina al lado de la pileta, no es oportuno porque del susto se puede caer. Pero, si juega con algo filoso o con los dedos en el enchufe (por más equipo de desconexión que tengas en tu casa), la reacción de soltar es más segura que cálidas explicaciones.
Ahora, los gritos permanentes son más una descarga de mamá o papá que un modo educativo que a la larga, dejan de tener el “efecto” buscado. Por el contrario, como afectan negativamente en los chicos, los aleja de ustedes.
Cuando yo tenía mis hijos de esas edades, nos dice Mariuqui: –no las voy a engañar- pedía, muy seguido, ayuda al Cielo para tener paciencia (si pasa, valga la sugerencia).
Estamos hablando de ese momento en que tenés dos o tres hijos… y ninguno en edad de “hacerse cargo”.
Estamos cansados y cansamos
Generalmente, gritamos porque estamos cansados, y entramos en una especie de espiral que corremos el riesgo de terminar gritando por todo. Seguramente conocemos alguna persona así.
Pasa que no es nada fácil dejar el hábito de gritar, supone desarrollar un gran autocontrol muy grande sobre nuestras emociones, nuestro cansancio, nuestro estado de ánimo. Respiren hondo hasta tomar conciencia de cuáles son los sentimientos que en ese momento están interviniendo para lograr manejarlos.
Y, tal vez, ese momento que nos tomamos para pensar… nos dice: lo que pasa es que están muy cansados.
¡A tomar turnos!
No los estoy invitando a tomar turnos con el psicólogo, si no a algo más sencillo y práctico, túrnense para descansar, a veces son sólo 20 minutos cuando uno u otro llega a casa y el que estuvo al pie del cañón con los chicos se toma su “siestita”, es esa cabeceada, es estirarse un poco y dejar la mente en blanco. Alguna vez el que necesita la “siestita” es el que llega cargado por algún problema de trabajo pero, me animo a decir que hacerse cargo de los chicos un rato, por ser el que llega tiene la libertad y el “poder” de serenarlos con un cuento, con un baño. Algo para lo que el conyugue ya no tiene aliento ni “prestigio”.
Cuando realmente estás cansado, no importa la hora, lo que realmente interesa es encontrar la forma de no caer en el grito permanente que estresa a los chicos (también a ustedes), los mantiene en estado de alarma.
Otra ayuda para mantener la calma, consiste en detenerse y pensar en el impacto negativo que los gritos tienen en toda la familia. Si bien no es fácil, de a poco se puede ir dejando ese mal hábito.
Recordemos algunos viejos tips
⇔ Contar hasta 10
⇔ Respirar profundo para frenar y pensar: ¿realmente es para tanto?
⇔ Preguntarse: ¿le estoy exigiendo como si fuera adulto?
⇔ Dormir 20 minutos
⇔ Turnarse para atender a las demandas de los hijos.
https://sembrarvalores.org.ar/web/ay-esos-berrinches/
https://sembrarvalores.org.ar/web/sin-premios-ni-castigos/
mensaje de Mariuqui: Seguramente no tienen ninguna intención de gritarles. Me las imagino, es como si las estuviera viendo. Son madres “todo terreno”, profesionales, esposas amantes de sus maridos, buenas madres, buenas amigas. Con poco tiempo para sus propios proyectos, son mujeres que quieren tener en sus casas un “hogar” agradable.