Casarse en la era del descarte, suena contradictorio… ¿y?

Edición María Lescano – periodista

Reconozco que puede ser una visión subjetiva pero me sorprende la explosión de nacimientos en pandemia y de casamientos en la «siguiente temporada».

Para los que tenemos más de 40, existe el recuerdo del zapatero, el bicicletero, el relojero… todos, más menos… convertidos en especie en extinción. Ni siquiera arreglás el celu, la note book porque te sale igual o apenas un poco más caro la nueva que el arreglo. Esa filosofía, de usás y tirás, tan cuestionada por los ecologistas, se convierte en una actitud muy peligrosa cuando la aplicamos a los vínculos.

La filosofía de usás y tirás es muy peligrosa aplicada a los vínculos

A pesar de los esfuerzos que hagamos, no es fácil conservar las amistades a lo largo del tiempo, porque están los amigos del posgrado que hicimos en otro país, los de la oficina en que ganamos los primeros pesos, después pasamos por la pasantía y arrancamos con una carrera profesional que también implica cambio de empresa, de ciudad, de país… y, por más que le pongamos ganas a las redes, ya no es lo mismo y algunos vínculos se van quedando por el camino.

Cuando hay una ocasión de reencuentro lo disfrutamos el doble pero, tenemos que reconocer que no siempre se nos da.

Experiencias

Si trasladamos esta experiencia al matrimonio, la cuestión se vuelve más delicada.

La Dra. María Cornú Labat nos ayuda pensarlo desde el juego de palabras que se puede establecer entre separación y liberación.

Unos amigos se separaron y sos confidente de uno de ellos. Algo que parecía impensado empieza a tomar cuerpo en la fantasía, la sensación de «no aguanto más», esto no da para más, se hacía tan fuerte, tan patente, que: separación sonaba a solución, a liberación…

Ese juego de palabras, ese razonamiento lineal: separación – conflicto – solución… se fue instalando en las cabezas de los esposos y de los amigos confidentes.

Parece que es el único remedio y que todo el mundo… tarde o temprano se separa, pero ni todo el mundo, ni el único remedio.

La clave está en la forma “realista” de planteárselo.

Por esto, la Dra. Cornú Labat nos advierte que la clave está en la forma “realista” de planteárselo.

Un planteo realista

En esos momentos, la pareja, tal vez ofuscada, ve su relación no ya como un conflicto sino como una serie de conflictos para los cuales no hay salida. Y siente la necesidad de poner un cierre con el recurso que tiene a mano, lo visualiza como solución. No es un error menor confundir un recurso con una solución.

Y, María agrega un punto: cuando en la relación matrimonial irrumpa el desencuentro, la separación estará entre las alternativas de solución, sólo si así la consideramos.

La alternativa está, justamente, en transitar el camino de búsqueda de soluciones superadoras, de cuidado de la relación, en la prevención del desencuentro cuando empieza a asomarse. 

Y, ¿qué hacer cuando estalla el conflicto o el desgaste nos confunde hasta en la idea de felicidad?, llegamos a pensar que está en poner un punto final. En el contexto social, la separación es la solución seductora, porque en la sociedad del descarte, persistir o sostener no se considera un valor. 

En la sociedad del descarte, persistir, sostener no se considera un valor.

¿Podemos mirarlo desde otro lado?

Escuchemos a la Dra. María Cornú cuando nos dice que: ya elegimos, elegimos el matrimonio, y lo elegimos como una respuesta a la búsqueda de la felicidad.

Nadie se casa para ser desgraciado, pero no siempre nos detuvimos a pensar: en esa encantadora, apasionante y desconcertante felicidad que tiene algo diferente cada día ¿por qué? Porque se trata de que mi felicidad, es ni más ni menos que la felicidad del otro.

Esa felicidad encantadora, apasionante y desconcertante.

Cuando alguien elige casarse, no le dicen es re fácil… más bien te alertan para estar atento buscando herramientas desde el primer día para tenerlas a mano a la hora de evitar conflictos o buscar soluciones.

Cada uno eligió al otro para amarlo durante toda la vida. Una vida que nadie sabe qué le deparará, pero que innegablemente implicará situaciones de desasosiego. Eligió el camino de ser dos, de ser dos que son uno. Se puede. Se lo debo al otro en justicia. Me lo debo a mí, agrega Cornú.

Mi felicidad tiene un nombre y es el de mi cónyuge. Millones de matrimonios lo atestiguan… aunque la publicidad y la difusión vaya por otro lado.

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