El ABC de la comunicación II
Seguimos la charla con Clarina Pertiné. Hoy hablamos de la comunicación entre padres e hijos cuando llega el momento de poner límites en casa
CONSUELO ACUÑA DE GEORGALOS | LIC. EN PSICOPEDAGOGÍA | ORIENTADORA FAMILIAR | CONNIE.GEORGALOS@GMAIL.COM
[dropcap]U[/dropcap] no de los elementos fundamentales en la comunicación positiva, y en toda comunicación, es la escucha.
Lo primero es escucharnos a nosotros mismos para poder entender y validar nuestras propias emociones y así poder después validar y comprender las emociones del otro. Comprender la emociones del otro es ser empático.
SV| A la hora de escuchar, ¿qué pasa cuando los padres no están acostumbrados a registrar sus emociones y necesitan poner un límite?
CP| La cosa se complica porque cuando el padre o la madre no está muy bien plantado en el reconocimiento o manejo de sus propias emociones, queda pegado a las del hijo: a la bronca del hijo, a la frustración del hijo, al berrinche, al enojo del hijo… Porque, como no está muy seguro de sus propias emociones y, menos aun, de cómo ponerlas en juego para mejorar el vínculo, se queda pegado a la emoción del chico y ya no lo ayuda para nada. Está buenísimo mostrar empatía hacia el sentimiento del otro y está buenísimo también ser firme en lo que se va a hacer o en lo que se tiene que hacer.
SV| ¿Cómo reacciona entonces este padre ante el berrinche del hijo?
CP| Explicando demasiado… y preguntándole al chico demasiado. Son padres que se pasan de razonamiento. La explicación excesiva agota. Lo que el chico está necesitando es firmeza en decirlo y la capacidad de sostenerlo, que en general es lo que más nos cuesta a los padres. A veces decir un sí o un no, en principio no cuesta tanto, pero dos horas después de que el chico te “taladra” el cerebro no podés sostener tu posición si no está bien fundamentada. Hay cuestiones por supuesto que son negociables y otras que no. También puede ser que el padre se endurezca y pase a tomar una decisión arbitraria.
SV| ¿Cómo se da cuenta el adulto de este proceso interior y su acción?
CP| El padre tiene que poder preguntarse a sí mismo ciertas cosas cuando ve que está explicando demasiado. Cuando no estás seguro, hablás demás para convencer o aclarar; cada vez más palabras para llenar un vacío que en realidad es un vacío de fundamento. Como no estoy tan segura de haber dicho lo correcto, lo explico y le pongo más palabras a ver si convenzo al otro. Y los chicos no sólo se agotan, sino que a la larga se dan cuenta de si el fundamento de nuestra explicación es sólido o no.
SV| ¿En qué se nota si estamos seguros o no?
CP| Cuando estamos seguros de estar tomando una decisión correcta, la explicación es corta. Tiene estos dos componentes:
• – La validación del sentimiento, por ejemplo, tu “fiaca” de arreglar el cuarto y
• – La corroboración: lo tenés que hacer igual.
Después queda sostener la decisión y sostener al chico en la bronca. Y no seguir explicando eternamente hasta convencer porque el objetivo no es convencer. Lo que se busca es que, sostenido en el tiempo, el hijo internalice una imagen coherente de su madre o de su padre. Que el chico pueda pensar: en todas las situaciones como esta, mamá o papá proceden de esta forma. Entonces, la tercera vez que vaya a hacer un berrinche o una pataleta, lo va a pensar dos veces, porque no es tan efectiva. Sabe que vos sostenés. Y así va creando un círculo virtuoso de autorregulación.
SV| ¿En qué consiste la autorregulación?
CP| La autorregulación es la internalización de un mecanismo. El adulto lo va a ir guiando en esto de decir cómo se siente y ver hasta dónde se le permite la conducta. Eso es autorregularse para el chico: yo puedo decir lo que me pasa aunque no siempre voy a conseguir lo que quiero. Entonces eso va generando un mecanismo de autorregulación de los propios sentimientos con respecto a la propia conducta. El chico aprende que sus propios sentimientos valen porque los padres se los validan, aunque sepa que va a tener que ordenar su cuarto igual. Y eso es regulación. Ese es un límite que antes estaba puesto por los padres y que el hijo incorpora como propio. Entonces el chico desiste de la pataleta porque ya sabe que no es tan efectiva. Se autorreguló. Es un mecanismo que se lo vamos a enseñar nosotros cuando podamos sostener nuestras decisiones de una forma amorosa. Aunque la conducta que tenga que sostener no le agrade.
SV| Parece un camino largo…
CP| Como todo en la vida, este proceso lleva su tiempo. No es ni automático ni inmediato. Además, no alcanza con hacer este ejercicio sólo una vez. Los padres también nos vamos ejercitando en la paciencia de sostener las conductas de los chicos. Esta parte es fundamental. Ojalá que los chicos aprendan a ser pacientes también, pero no por esperar a que el adulto dé el brazo a torcer. En este caso, estaría ejercitando la paciencia pero no por la razón correcta.