El profesor Armando Duarte, nos abre los ojos para reconocer cuando realmente somos ansiosos y cómo esta “debilidad” daña nuestra relación con los demás.
Edición: María Lescano, periodista.
Fue un baldazo de agua helada, un amigo me dijo: bajale un poco a la ansiedad, me ponés ansioso a mí.
¿Ansioso, yo? y tuve que descubrir en mi interior a un enemigo silencioso: la ansiedad.
De acuerdo con su línea de exposición clara y ordenada el prof. Armando Duarte nos habla del origen de la ansiedad desde distintas perspectivas o posibilidades. Para empezar, identifica la ansiedad con el miedo…
Miedo o ansiedad
La ansiedad aparece cuando nos sentimos incapaces de superar una prueba, ante el miedo de que algo salga mal, que alguien se enferme o quedar mal con las personas que confiaron en nosotros…
Si lo miramos por el lado positivo, el miedo es un amigo porque está para avisarnos que viene un peligro, que estamos en riesgo y que necesitamos estar preparados para aquello que se viene.
“No logro disfrutar la vida”, los miedos me ponen ansioso.
Las heridas del pasado
El estado de alerta se activó en la infancia como un modo de defendernos de los problemas, eso es algo natural. Pero, hay heridas del pasado que nos hacen vulnerables, y se vive permanente estado de alerta sin tener un riesgo real. Se ha caído en una distorsión del pensamiento que nos lleva a juzgar graves cosas que podríamos controlar.
¿Para qué abrir el baúl del ayer si ni siquiera puedo con lo de ahora?
Para sanar la ansiedad puede ser conveniente trabajar sobre el pasado aunque, tal vez, el temor nos lleva a preguntar: ¿para qué abrir el baúl del ayer si ni siquiera puedo con lo de ahora… y, si con lo que ya pasó, no puedo hacer nada?
Veamos este razonamiento engañoso en el cual caímos inconscientemente: para llevar momentos gratos a la familia necesité refugiarme en algo y las buenas notas de la escuela era la satisfacción de la familia, pero ahí ya estaba la ansiedad porque todo “debía” salir bien entonces se suma ayudar en casa, cocinar, lavar… con los hermanos más chicos. Estar “siempre” haciendo algo, para sentir el “aprobado” por estos esfuerzos.
“No logro disfrutar”, la ansiedad me exige hacer algo siempre.
Se vienen cosas malas
Aunque diga que tiene una vida linda, la persona ansiosa, ve todas las cosas malas que pasarán o no. Sus hijos son buenos pero los ve en un mundo lleno de peligros.
De nuevo, la emoción es el miedo, esa que ayuda al organismo a prepararse y defenderse de los riesgos. Avisa para que estemos alertas. El problema de ansiedad es un permanente estado de alerta, de inseguridad.
Cuando el miedo se convierte en ansiedad llega a ser un enemigo de la salud física y familiar. La persona no elige vivir en ese estado, es una respuesta automática del sistema nervioso central.
El riesgo de la saturación
Quienes consideran que todo depende de su esfuerzo, nunca descansan, y se van convirtiendo en un manojo de nervios y preocupaciones. Son personas que hacen de más, por los demás, por ser aceptados, queridos y valorados.
Si bien el ideal de servicio es noble, jugar a ser “el salvador” de los demás complica la vida mientras y no fomenta la autonomía y autogestión de las personas. Es un tipo de ansiedad que llega a acompaña de por vida porque en el criterio: “los demás no hacen”.
Y así, llega la saturación de problemas existenciales, se viene en una racha de varios años donde todo se complica:
-Murió el abuelo, sin dejar testamento, y la ansiedad se hace presente por el tira y afloja en la familia por la herencia.
-El hijo mayor que ya tendía al alcoholismo, ahora consume droga.
-El estrés en el trabajo es alto porque en la oficina cambiamos “el sistema”.
-La segunda hija tiene novio, está rebelde, no estudia, no ayuda en casa, se pasa el día pegada al celular, solo quiere salir con su novio y, con la mamá no se pueden ni ver.
-La madre le pide al esposo que hable con ella, que la corrija.
-El papá opta por callar y suspira porque el dinero nunca alcanza.
La cabeza no da para pensar cosas nuevas, ya no hay tiempo para tener ideas, ni proyectos. La ansiedad es grande pero no se puede conversar en el matrimonio por el miedo de que las cosas se salgan del control.