Dra María Amalia Caballero – periodista @mariaamalia.caballero.9 – direccion@sembrarvalores.org.ar
Este año la marcha por las dos vidas se hace el sábado 23 de marzo en muchas ciudades del país… simplemente por tener más habitantes, la más numerosa es la de Buenos Aires pero el mapa nacional se cubre de celeste de norte a sur y de oeste a este.
Hablamos de las dos vidas, porque no se puede ignorar ni al niño ni a la madre.
¿Por qué ir?
– Porque la vida se defiende siempre.
– Porque nunca es lícito matar a un inocente.
– Porque el aborto mata siempre por lo menos a dos: el niño o niña por nacer, la mujer que sacará ese bebe de su vientre pero nunca sale de su cabeza y corazón, el padre de esa criatura que muchas veces no es ni siquiera informado… es muy difícil andar por la vida con una experiencia así.
– Porque legal o ilegal mata igual.
– Porque la ley que va contra la constitución no es ley.
– Porque con la pseudo ley aumentaron los abortos y nunca fueron los 500000 que mentían (debían embarazarse niñas y ancianas para llegar a ese número).
– Porque tampoco bajó la muerte materna.
– Porque si bien es una Marcha Apartidaria, el gobierno actual se ha manifestado definitivamente a favor de las dos vidas.
– Porque celebramos el fallo de la Corte de Estados Unidos que derogó el falso derecho, conseguido con mentiras.
Las marchas por la vida tienen una finalidad educativa. Sin ideología… médicos, docentes, psicólogos, abogados y la propia Constitución Nacional…
Tuvieron que encerrarnos con la cuarentena más larga del mundo, mientras festejaban a puertas cerradas e invitaban a vacunatorios “VIP” para imponernos una ley que no es ley, para ir en contra de la Constitución necesitaban los dos tercios que nunca tuvo.
Marcha por la Vida es apolítica, cada uno hace sus propias elecciones y tampoco se identifica con ninguna religión, de hecho participamos católicos, evangélicos de distintas denominaciones, judíos, musulmanes, no creyentes, decía Alejandro Geyer en la primera presentación que hizo de la Marcha por la Vida que se hace en muchos países por no decir en “todo el mundo libre”.
No es salir un día al año, es un desafío cultural, sostiene Alejandro Geyer.