Dra. María Amalia Caballero – Periodista – @mariaamalia.caballero.9
Con la generosidad de compartir experiencia y sabiduría, Andrea Saporiti comienza, por tercer año consecutivo, un espacio de formación en dirección y control para jóvenes psicólogos.
La primera pregunta que surge es ¿qué hago con lo que me pasó? Por eso necesitamos trabajar con la persona del terapeuta en su rol profesional, en cómo elaborar las cosas que le van pasando, explica Saporiti.
Trabajamos, en grupos chicos, un caso para supervisión. Lo primero es la persona del terapeuta, los miedos, los recursos para utilizar. Salen a relucir autores que sobrevolaron y otros olvidados cuando, en realidad, cada uno tiene su propia riqueza. Nuestro taller no está encarado desde una sola escuela.
VISIÓN HUMANISTA – INTEGRAL – PERSONALISTA. Las teorías son modos de explicar las situaciones.
SV. ¿Cuál, entonces, es la visión con que se trabaja en los talleres?
La visión es integral y humanista, permite desarrollar su propia capacidad terapéutica para poner al servicio de los pacientes. Trabajamos con un abordaje personalista, primero está la persona y sus conflictos, las teorías son modos de explicar las situaciones. Después están los recursos para el proceso terapéutico y qué herramientas pueden usar. Como valor agregado, se genera una red linda, resultado de la riqueza grupal. Se convierten puntos de referencia.
Conocer los propios límites, las herramientas, hasta dónde puedo llegar, cuándo debo derivar .
-¿Qué nos querés decir con que lo primero es la persona del terapeuta?
- El primer paso del psicólogo es el autoconocimiento, por eso la mayoría hace terapia. Conociéndose pueden tener la distancia óptima para acompañar sin quedar “enganchados”. Se trata de conocer los propios límites, las herramientas, hasta dónde puedo llegar, cuándo debo derivar porque esta no es mi especialidad o porque corresponde a otra profesión.
La Lic. Ángeles Zimmermman ya participó el año pasado y está lista para comenzar este año. Ella nos comenta:
- Andy genera un ambiente muy lindo, humano, muy cercano y ameno, brindando con generosidad toda su expertiz. Y a su vez, nos da la palabra a nosotros para que desde nuestro lugar aportemos nuestra mirada. Siempre desde el respeto, desde el aporte, desde el cuidado, conscientes de que estamos entrando en el “terreno sagrado y delicado” del otro como terapeuta frente a su paciente. Cuidamos la intimidad del paciente y del terapeuta que se pone en juego al exponer su experiencia puntual vivida recientemente.
Siempre desde el respeto, desde el aporte, desde el cuidado, conscientes de que estamos entrando en el “terreno sagrado y delicado”
Angie Zimmermann
Por su parte, el Lic. Manuel Pacheco valora la generosidad con que Andrea aporta su experiencia.
- Es un espacio muy positivo y útil para la formación profesional. Para conocer y contar experiencias y especialmente para llegar al momento de encontrarse con otra persona, conscientes de las características propias y del paciente para abordarlo buscando su crecimiento. Es para mí, como joven profesional, un espacio de mucha contención y acompañamiento.
Angie coincide y agrega:
- Nos alienta a ir poniendo nuestra creatividad al servicio de la profesión, buscando el fondo desde donde mirar tanto al paciente como a nosotros mismos como terapeutas porque se pone mucho lo nuestro en juego.
Andrea describe así este espacio:
Se da una interacción muy valiosa entre lo que tienen recorrido y lo nuevo, es como un lugar de ensayo para sentar las base.
No es un grupo de terapia, se parece más a un ateneo de trabajo sobre los casos que ellos mismos traen. Y surque la pregunta, qué sentiste cuando se puso a llorar o se produce un silencio… cómo y cuándo hacer las distintas preguntas.
Hacemos un encuentro cada tres semanas