La amistad es una de las grandes fuerzas de la vida; eleva nuestro corazón cuando las circunstancias tiran hacia abajo y, a la vez, nos ayuda a mantener los pies sobre la tierra.
Gracias por esta inolvidable colaboración.
MARIANA AGUIRRE DE FERRECCIO | ORIENTADORA FAMILIAR | MARINFERRECCIO@GMAIL.COM
Es ¡para leer y re leer!!!
Si observamos el proceso para descubrir cómo nos hacemos amigos de alguien. Vemos que se consolida en la proximidad espiritual y física –siempre que sea posible- porque cada vez hay más amistades fantásticas forjadas a la distancia.
Entre los ingredientes que ayudan a construir una amistad real y duradera destacan el intercambio, la apertura, el respeto, la sinceridad. Y, la fidelidad, entre los verdaderos amigos, es inquebrantable. Estamos ante una lealtad que, en busca el bien del otro, hasta llega a poner en riesgo a la persona antes que a la del amigo. De ahí que: para tener buenos amigos, primero hay que ser buen amigo.
Para tener buenos amigos, primero hay que ser buen amigo.
La bondad requerida por la amistad sincera implica la vivencia de otras virtudes como son la generosidad, disponibilidad, comprensión, confianza mutua, honestidad, entrega, compromiso, servicio y respeto. Características que no siempre gozan buena imagen, ni siquiera entre amigos, pero si faltaran estas condiciones, podríamos poner en duda la amistad y su valor. En la amistad se está brindando lo mejor de uno mismo.
Varones y mujeres
La diferencia varón – mujer se hace presente también cuando comienzan a forjar sus amistades.
Los varones tendrán una enorme facilidad para hacer amigos ya que la socialización se facilita por la mayor tendencia a la actividad física que a la verbal. En los equipos deportivos se forjan amistades que duran para toda la vida.
Las mujeres tienen una capacidad de comprensión y compasión que favorece el alcance de una amistad sólida y profunda.
QUÉ SIGNIFICA VIVIR LA AMISTAD
• Estar feliz por la compañía de un amigo.
• Aceptar al amigo como es y no como deseamos que fuera. Quererlo con sus virtudes y sus defectos, ayudándole a crecer como persona.
• Cuidar y defender al amigo cuando lo necesite.
• Dar lo mejor de uno mismo, comenzando por compartir las cosas y -a medida que la amistad va madurando- su propia persona.
• Jugar respetando las reglas.
• Comprender y perdonarlo cuando nos ofende y pedir disculpas sinceras cuando lo ofendemos.
• Tratarlo con amabilidad, no burlándose de él o haciendo algo que lo pueda lastimar.
• Alegrarse cuando el amigo está alegre, y compartir cuando está triste.
• Alegrarse con sus éxitos y apoyarlo en sus fracasos.
• Ser fiel con él, leal y no hablar a sus espaldas.
• Buscar mantener la amistad en el día a día por mantener y acrecentar la amistad.
Un tesoro para la vida
Una buena amistad lleva a ambas partes a ayudarse a crecer, ser mejores, desarrollar todas sus potencialidades. Es una forma de amor que requiere cuidado y atención.
Enrique Rojas en su libro Amigos, adiós a la soledad, entre otras cosas, dice: “Hay que entender que pocas amistades llegan a ser íntimas. Los grados de amistad están condicionados por conocer intimidades recíprocas y por haber compartido hechos positivos y negativos de importancia… Toda amistad profunda implica el riesgo de abrirse al otro y dejarse conocer tal y como realmente somos”. No olvidemos que el amigo fiel es un refugio seguro.