Alejandro Klappenbach, ¡soy periodista deportivo!

El periodista deportivo (ESPN Tenis) Alejandro Klappenbach es un hombre de familia y así se presenta en sociedad. Hoy nos cuenta cómo eligió dedicarse a la comunicación y al deporte.

 

 

Lucía Argibay Molina | Orientadora Familiar | luciaargibay@gmail.com | @Luciaargibay

 

[dropcap]E[/dropcap] stamos en su casa y mate va, mate viene le pregunto algo que preocupa a muchas familias, y jóvenes cuando se acerca esta época de toma de decisiones, ¿qué hacer?, ¿estudiar o no estudiar?, ¿cómo acertar con mi vocación?

 

Así que le pregunto en directo:

 

SV: ¿Fue fácil para vos encontrar tu vocación?

Alejandro Klappenbach: En realidad, desde chico dije que iba a ser médico, como mi viejo, porque me gusta la medicina pero, especialmente, porque eso contentaba a papá. Y resultaba una carta que supe jugar en momentos determinados.

Cuando terminé el colegio (fui abanderado) no estaba decidido, empecé a laburar. Después arranque con el pre-médico en la Universidad del Salvador y en la primera tanda de exámenes, me di cuenta que eso no era compatible conmigo y tuve que decírselo a mi viejo. El me preguntó: ¿qué vas a hacer?  Y yo no lo sabía.

 

Me costó formatear mi vocación
porque ser periodista deportivo
en ese momento
era algo fuera del alcance,
era casi utópico.

 

Cuando arranque, inmediatamente me di cuenta que era parte de lo que quería ser.

 

SV |: ¿Cómo te diste cuenta que era lo tuyo?

AK |: Porque era mucho de comunicar, mucho de expresar lo que yo tenía adentro, lo que pensaba de las cosas. Desde el lenguaje me gustaba hacer trampitas para captar la atención, eso fue muy natural en mí.

 

SV |: ¿Y cómo empezaste?

AK |: Mientras estudiaba periodismo, el jefe de deportes me mandó a una práctica universitaria para el Diario La Nación. Tuve que cubrir el partido Huracán-Boca. Volví de la cancha en el colectivo, como se hacía antes, a la redacción del diario y el tipo me dijo: Quiero que vengas el sábado. Y yo que jugaba el sábado Primera D, le dije que no podía. Cuando dejes de jugar al fútbol, llámame y venís. Y me gustaría que empieces, me gusta cómo lo hiciste.

Me preguntó si quería hacer cosas en la radio La Red y a mí me interesaba. Cuando volví de las vacaciones, me preguntó: ¿Te divierte más la televisión? Existe un proyecto que es armar un canal de deportes de Argentina. Y yo le dije: Y… si… me divierte más la tele. Me llamaron para dos entrevistas, una prueba de cámara y listo.

 

SV |: ¿Cuánto tenés de “aprendido” y cuánto de “naturaleza” en el ejercicio de tu profesión?

AK |: Cuando yo empecé había muy poco para idealizar porque, había poco de deporte, en los medios, y mucho menos por televisión, entonces, la identificación o el vínculo que podías crear con alguien que aparecía muy salteado, esporádicamente, era más frío.

Lo más importante es portarse bien, ser honesto, tratar de manejar siempre la verdad, tener criterio para administrar cosas en función de cierto riesgo. El respeto en el uso del lenguaje, no creo que uno pueda decir cualquier cosa. Aprendí de papá a ser cauto, él es un tipo muy medido, muy de tratar de encontrar la forma para decir las cosas, una forma que no sea violenta, que no violente.

Por eo digo que lo más importante lo aprendí en casa. La semilla ya estaba puesta y el árbol, había un buen un tronco. Siempre digo que mamá y papá me enseñaron lo principal de la profesión.

 

SV |: ¿Se podría decir que sos feliz con tu vocación y haciendo lo que haces?

AK |: Si absolutamente, cada vez más… Cada vez más.

 

SV |: ¿Cómo compatibilizas la vida de familia con el trabajo?

AK |: Ana, mi mujer, apareció en mi vida al fin del 99, veinte años, ya.

Ella tiene una generosidad absoluta, que no es común, y muy necesaria para con mi trabajo. Su trabajo le permite cierta independencia de tiempo y espacio. Así que lo hemos charlado, hemos elegido. Ella ha elegido estar más con los chicos, entonces compatibilizar resulta un poco  menos complejo.

Sin esa generosidad sería insostenible porque este laburo tiene mucho de hoy para mañana, tenés cinco días libres, tenés treinta y tres días completos de trabajo, y después te sueltan ocho y en el medio de los ocho, en el quinto día te llaman y te  dicen: Vení que te necesitamos.

El trabajo genera tensiones en ese sentido. Pero ella me conoció así. Más que conocerme así, porque las cosas pueden cambiar, ella me sabe feliz, me reconoce feliz y es cómplice con esa felicidad.

 

SV |: ¿Qué valores te proponés dejar a tus hijos?

AK |: Te diría que lo mismo que recibí; que por suerte es lo mismo que recibió Ana. Hay una coincidencia y una identificación muy grande. Que sean buena gente, que sean solidarios, que sean generosos, que se curtan, que sean fuertes. (Suspira)

 

SV |:¿Te preocupa algo?

AK |: ¿De los chicos? Sí, el futuro. El mundo está bravo, el país está bravo. Preocupaciones comunes.

 

SV |:¿Cuáles serían para vos las herramientas que deberías dejarles?

AK |: Ir con la verdad. La verdad tiene dolores, la verdad te crea líos pero te salva de problemas. Si uno es honesto tiene un lío hoy pero evita un problema de mañana.

El esfuerzo. Hay una tendencia a la cosa más fácil. Yo estoy convencido que la educación más fuerte se da en casa, que sí estamos atentos y despiertos y somos padres presentes – lo somos-, tenemos muchas más chances de detectar alguna cosa y estar activos frente a eso.

Si estamos demasiado encima logramos poco porque nosotros tenemos el claro ejemplo de tres hijos que nacieron el mismo día, que tienen los mismos papás.

Los trillizos nos agarraron exactamente igual, los tres y no pueden ser más de distintos. Hay una carga tan grande de lo genético, lo que viene de la cuna y es así. Ana y yo, la misma mezcla y Palito y Chente, blanco y negro de tan distintos. El mismo tiempo, el mismo espacio y decís: ¿Cómo puede ser? También entender que bueno es…cada uno es cómo es. Emilia me agarró a mi distinto que cómo me agarraron los trillizos. Cuesta mucho entregar eso. Es un ejercicio muy difícil, en el que yo por lo menos pierdo.

 

 [notification type=»information» title=»Alejandro Klappenbach»]

 

Periodista de ESPN vive en Bella Vista.

Está casado con Ana y tiene 4 hijos:

Emilia de 10

y los trillizos

Alejandro (Palito),

Celina,

Vicente (Chente)

 

 

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