Mientras más se habla de sexo, se viene abajo el sentido de la sexualidad. Si no hablaste antes, ahora, si no es ahora ¿cuándo?
Por María Lescano – Periodista
Pareciera que con esto de la ESI (Educación Sexual Integral) en los colegio, ya los padres no tienen nada que hablar con sus hijos sobre este aspecto tan importante de su vida. Supuestamente, ya “lo saben todo”.
La mala noticia es que saben poco que saben y mal, saber mal, hasta ahora, no era considerado saber. Por ejemplo: si le preguntás a tu hijo cuánto es 2 + 2 y te contesta: 5 Podés pensar que sabe los números pero si sumó mal, NO sabe sumar. ¿Estás de acuerdo?
Si sumó mal, NO sabe sumar. ¿estás de acuerdo?
Si en vez de hablar de sexualidad, se habla de genitalidad, se niega el ser persona en su plenitud de dimensiones para “idealizar” un momento, el resultado es como el 5, sé las partes pero no sé sumar.
¿Qué pasa?
Y, pasan un montón de cosas y otro montón de cosas que estaría buenísimo que pasaran, no pasan.
Hace tiempo, nos escribió un papá que tenía muchas ganas de decirles algunas cosas a sus hijos, a la vez que no encontraba la mejor forma de hacerlo y nos eligió como camino. ¿Pensando en sus hijos?, yo diría que sí y que no… que sí porque ¿cómo no iba a pensar en sus hijos? Pero que no porque en realidad quería llegar a tantos chicos cuyos padres y amigos no les cuentan estas cosas.
Cansada de escuchar a chicas que se han sentido usadas, que no disfrutaron nada aunque decirlo “te deja re-mal”… chicas que después de estas situaciones fueron forzadas a abortar, por el compañero de esa noche, por sus propios prejuicios respecto de las consecuencias “mal aprendidas” en ESI y después, el vacío es enorme.
Chicos defraudados por que ella unilateralmente eligió abortar, chicos que tampoco sintieron nada de lo que les contaban porque para encarar a la chica tuvieron que tomar de más y sumarle un porrito.
Volví a la carta.
La carta decía…
La carta decía cosas que nadie les había dicho que ni se imaginaban… Por ejemplo: la sexualidad es un regalo maravilloso y a la vez algo absolutamente sagrado. Está en nuestras manos la transmisión de la vida, y además, de una manera genial y admirable, se entrelaza con el amor: la vida es fruto del encuentro más íntimo entre dos personas, la vida es fruto del amor. ¡Tremenda metáfora llena de sentido!
En pocas líneas:
-Es un regalo, no es algo que nos “fabricamos” cada uno según su capricho del momento.
-Es sagrado porque se vincula con la transmisión de la vida y con el amor.
-Si no te llega el regalo, la vida y el amor… te quedaste vacío, por más aventuras que intentes, ¿te lo dijeron?
-Las huellas que deja son dolorosas y difíciles de sanar. Más en la mujer que en el varón, porque ella recibe, ella se abre, ella es la que puede llegar a cuidar esa vida.
-Que no te engañen con eso del género.
Y el papá concluía refiriéndose a la sexualidad: Justamente por eso hay que cuidarla, defenderla, protegerla, aprovecharla al mango y tratar de vivirla de la manera más plena, sin banalizarla ni malgastarla.
Por supuesto que no es la única dimensión de la vida ni la más importante, ni es excluyente pero agregaba él en su “carta”: De la forma en que vivamos la sexualidad depende, en cierta medida, nuestra felicidad (y la de los que nos rodean).
El autor de la carta no propone: acotar, coartar, limitar, o tapar la sexualidad, sino todo lo contrario: se trata de permitirle florecer en la plenitud de su sentido, como un aspecto clave en el camino a la felicidad. Podemos aceptar el regalo maravilloso de una sexualidad vivida plenamente en el marco del amor y de la transmisión de la vida, o banalizarla y rebajarla al minúsculo placer pasajero y barato de un momento o de una suma de momentos sin trascendencia.
Por qué ahora
El verano, el tiempo libre, los cambios de horarios, la toma de distancia respecto de los padres, generan en los jóvenes y adolescentes una extraña sensación de libertad.
Muchas veces los programas incluyen alcohol, droga y sexo entre pares. Y, después llega la desilusión el desencanto pero el error ya los marcó.
Estamos a tiempo de compartir este tema tan claro por el bien de tus hijos, esos que “criaste” y que ahora los ves crecidos pero sin las herramientas necesarias para el desafío que se les presenta cada día, cada noche.
Los adolescentes son los mismos, el tiempo cambió, cambiá vos también para acompañarlos mejor.