¿Por qué te enojás?

“El enojo es un incremento de energía que está destinado resolver el asunto que nos enoja. Sin embargo, es un factor que daña aun más la situación. ¿Cómo transformar el enojo que destruye en enojo que resuelve?”
Norberto Levy.

 

María Lescano marialescan@gmail.com periodista

 

[dropcap]E[/dropcap] l enojo tiene mala fama, sin embargo, cuando nos enojamos podemos llegar a sacar lo peor de nosotros mismos o convertirlo en algo positivo. Conocer qué cosas son las que nos enojan y por qué nos enojamos puede ayudarnos a actuar al respecto de la manera más saludable posible.

La violencia que hay en el ambiente, y también la que muchas veces recibimos de la tele o a través de algunos jueguitos, nos predisponen de manera negativa y, por lo tanto, quedamos más proclives al enojo. Aunque las causas puedan estar fuera de casa –problemas en el trabajo, la competencia feroz por una posición determinada, todo tipo de rivalidades-, las consecuencias en la familia pueden ser especialmente duras y para nada contribuyen a hacer más felices a aquellos a quienes más amamos.

¿Por qué nos pasa?, ¿cómo evitarlo? Altamente motivados por estas cuestiones, acudimos al psicólogo Norberto Levy.

 

[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]El amor y el enojo[/button]

SV | : Si se trata de alguien a quien queremos, podemos pensar que el camino para no enojarse puede estar en aguantar, callar. Pero no siempre funciona.

NL | : «Mucha gente cree que si le tengo afecto a una persona no puedo enojarme con ella, que tengo que cerrar los ojos y dejarlo pasar, porque se plantean el tema como si fuera una disyuntiva: o el afecto o el enojo. Y, en realidad, es más bien todo lo contrario. Una de las cosas que más ayuda a hacer resolutivo el enojo es expresar el enojo con afecto. Puede parecer una contradicción insalvable en sí misma pero no es así: es simplemente recordar, cuando esa es la situación, que la persona con quien estoy enojado es alguien a quien, además, le tengo afecto. Entonces, se pasa de ‘porque le tengo afecto no me puedo enojar’ a ‘porque siento que le tengo afecto es que le puedo expresar mi enojo cuando lo siento’.»

 

[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]La mala fama del enojo[/button]

El enojo es la expresión de algo que nos frustra, cuesta reconocerlo de esa manera, pero es una advertencia que nos resultará muy útil. Si hablamos de enojos, desde un embotellamiento, algo que no sale de acuerdo con nuestros planes, la actitud de un hijo, hasta una amenaza a la integridad física o al honor.

A pesar de su mala fama, podemos descubrir una función esencial del enojo que consiste en generarnos más energía para enfrentar el obstáculo que produce esa frustración.

SV |: Usted suele hablar de la posibilidad de canalizar en forma positiva el enojo.
NL |: El tema fundamental es aprender a canalizar adecuadamente esa fuerza. Ese aprendizaje es una de las tareas más significativas que los seres humanos necesitamos realizar, destaca Levy.

Podemos distinguir, entonces, dos tipos de enojo: el enojo que destruye y el enojo que resuelve.

La idea que tenemos del enojo como algo malo es a partir del enojo que destruye, que es, lamentablemente, la manera más frecuente que tenemos de enojarnos. Por eso mismo, es bueno saber que esa no es la única forma de expresar esta emoción.

 

[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]El valor del enojo[/button]

Le pedimos algún ejemplo que nos ayude a acertar con el enojo y nos dice:

El enojo que siento puedo encauzarlo en dos grandes direcciones. Puedo decir: «¡Sos un egoísta, siempre el mismo irresponsable… sos un falso… en vos no se puede confiar…» En ese caso he utilizado mi enojo para herir, castigar y hacer sufrir al otro por lo que hizo. Cuando hago eso, seguramente no es por maldad. Es porque creo que sentir y expresar enojo es así: insultar, castigar y hacer sufrir.

Cuando reacciono de ese modo, el otro, que se siente herido por lo que le dije, responde, generalmente, con más agravios: «¡Y vos siempre el mismo autoritario, creés que todos somos tus esclavos, sos un hipócrita!»

Y así seguimos: de insulto en insulto. La intensidad continúa creciendo, cada vez nos herimos más, y al rato estamos los dos lastimados y resentidos. Ninguno quiere saber más nada con el otro… y el problema no se solucionó, continúa.

Pero, ¿cómo concentrar la energía en tratar de resolver el obstáculo que me frustra?

El enojo se apoya en dos pilares: expresar lo que siento ante lo que sucedió y demandar la respuesta que me «des- enojaría». Expresar la frustración y el enojo que me produce la situación es necesario para mí, para desahogar lo que me pasa y es necesario para el otro, para que pueda saber lo que me ocurre ante lo que hizo, dijo, etc. porque ese es además uno de los motores que lo ayudarán a cambiar su actitud.

Una cosa es decir: «¡Estoy muy enojado por lo que hiciste!», y otra muy distinta es decir: «¡Sos una basura, sos destructivo, una mala persona, una porquería!» En última instancia, la esencia del enojo que resuelve es autoafirmarse con claridad, fuerza y respeto. Y para eso no es necesario descalificar ni agraviar, ni insultar. Me concentro en la acción que me frustra y demando una solución.

 

¡Cuánto más penosas son
las consecuencias del enojo
que las causas que lo produjeron!»
Marco Aurelio (siglo ll)

 

La pregunta maestra es: ¿Qué tendría que ocurrir acá para que mi enojo cese? Es precisamente así como se resuelve ese problema que me enoja o al menos tendré la certeza de haber puesto los medios a mi alcance.

 

[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]Cuando el enojado es el otro[/button]

La siguiente pregunta sale sola pero, ¿si el enojado es el otro?

Si uno ha “aprendido a enojarse” de modo resolutivo, puede detectar con más facilidad qué tipo de enojo carga la otra persona. Entonces puede descubrir qué reparación requiere y distinguir lo que puede haber de agravio y maltrato que es parte de la ignorancia o inmadurez del que se enoja así. De esa manera, uno queda en mejores condiciones para no someterse al enojo destructivo del otro. Resulta clave reconocer que el enojo «no es el fin de la película»; cuando la otra persona haya descargado su ira, estaremos preparados para preservar la relación y exponer nuestra posición tantas veces como haga falta y del modo más oportuno y eficaz.

 

[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]Me enojo conmigo[/button]

A estas alturas de la entrevista te estarás preguntando justamente esto, qué pasa cuando me enojo conmigo. Es algo bastante frecuente dado que estamos en continua “compañía”, somos cómplices de lo que soñamos, de lo que sale bien, de lo que sale mal…

Tradicionalmente, los terapeutas buscaban dirimir esta situación indagando con quién te enojabas cuando te enojabas con vos mismo.

La culpa podía ser de tu padre, tu madre o el jefe. Felizmente, a medida que se avanzó, el trabajo se concentró en el cómo. ¿Cómo se enoja?, ¿con qué parte de Ud. se enoja? Enojarse con uno mismo es muy genérico. Me enojo porque soy inseguro, o porque soy distraído. Concretando así, podremos trabajar sobre esa parte de nuestra personalidad… y la buena noticia, en este caso, es que “ambos lados” están de acuerdo en que desean cambiar.

 

Sin duda la propuesta del Profesor Norberto Levy es un auténtico win-win.

 

[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]Hacé la prueba[/button]

 

 

[notification type=»note» title=»El Profesor nos sugiere hacer un ejercicio interesante»]

Primer Paso

Recordar una situación de enojo reciente y a aplicar los siguientes parámetros:

a) – ¿Hubo reacción de descarga?
b) – ¿Dio o di a conocer lo que sentía ante lo que le hicieron?
c) – ¿Se formuló alguna propuesta de resolución?
d) – ¿Se intentó castigar al otro.

Segundo paso

Evocar la misma situación para alcanzar mejores resultados a partir de la aplicación de:

a) –  ¿Cómo fue?
b) – ¿Comprendió el otro mi mensaje?
c) – ¿Hubo propuesta, hubo consenso?

 

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