El desconcierto que nos “asaltó” cuando se abrió el debate sobre el aborto se convirtió en una gran oportunidad. La vida va primero.
María Amalia Caballero | Dra. en Comunicación Pública | direccion@sembrarvalores.org.ar
[dropcap]M[/dropcap] ás allá del resultado de la votación en comisión y / o en Diputados que se estará definiendo mientras la revista sale de la imprenta, quiero destacar el valor de estos meses. Fueron meses de alto compromiso ciudadano y de educación respecto del valor de la vida.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] En las calles [/button]
En todo el país, y con millones de participantes autoconvocados se realizaron marchas #porlas2vidas. Estas expresiones estuvieron y están cargadas de un profundo sentido de familia, se desarrollan en paz, sin agresiones. Manifiestan, sin disimulo alguno, que los argentinos somos muy familieros.
Por otro lado, vimos mujeres violentas que gritan su angustia con resentimiento y agresiones. Son feministas de otro siglo (aunque tengan 16 años), que en tiempos de #niunamenos silencian-entre tantas cosas- que en más del 50% de los abortos se elimina a una mujer ya que hace años las mujeres somos mayoría en el mundo.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] En las comisiones [/button]
Las sesiones informativas en comisiones fueron una clarísima manifestación del sentido común que prima en nuestra gente.
Escuchamos argumentos reales dados con cordialidad y respeto que nos ayudaron a aprender y a reflexionar sobre un tema que aflige a tantas personas que sufren.
Conocimos decenas de organizaciones que se ocupan de la vida, de las madres con embarazos en situación de riesgo, que cuidan de la mamá y de los bebés. Fue todo luz.
Vimos cómo un puñado de mujeres ideologizadas, tal vez pagadas, víctimas de violencia y de abortos practicados en situaciones dolorosas que convirtieron en furia, manifestaban de esa manera su dolor y su fracaso. El militante es, por definición, una persona cerrada a la verdad, cerrada al aprendizaje; simplemente “milita” por una causa, aunque pasen los años, aunque la ciencia avance, aunque el mundo cambie.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] Una cuestión del siglo pasado [/button]
Feministas como Cristina Miguens, entre otras, ayudaron a comprender que el aborto fue “una causa” del siglo pasado; hoy ni las mujeres, ni la sociedad necesitamos ese reclamo.
Muchas mujeres quedaron atrapadas en ciertos discursos de época que terminan traicionando sus objetivos. ¿Por qué todos los beneficios tienen que quedar del lado del varón? Y son ellas mismas quienes los regalan. En definitiva, en los países donde el aborto es legal, este se ha convertido en un anticonceptivo de segunda instancia, liberando al varón de toda responsabilidad.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»] El síndrome post [/button]
Aunque se hable de aborto gratuito, nunca lo es, hay un niño que paga con su vida y una mujer que ya no volverá a ser la misma. Escuchamos testimonios fuertes de quienes lo padecieron y de quienes los acompañan.
Aunque se hable de libre o voluntario, quedó de manifiesto que la mujer que aborta, en la mayoría de los casos, está presionada por la familia, la pareja, la empresa, la sociedad. No es por tanto un acto libre ni voluntario.
¿Por qué, entonces, celebrar la vida? Porque se abrieron muchos ojos, hubo abordajes tan variados que nos movilizan a cuidar más la vida y la familia.
EN LOS PAÍSES DONDE EL ABORTO ES LEGAL,
ESTE SE HA CONVERTIDO EN UN ANTICONCEPTIVO DE
SEGUNDA INSTANCIA, LIBERANDO AL VARÓN DE TODA
RESPONSABILIDAD