¿Cómo abordar a mi hijo cuando entra en la adolescencia?, ¿cómo relacionarme con papá ahora que ya no soy un niño?, ¿para qué?, ¿cuál es el sentido? Conocé los resultados de esta encuesta.
Lucía Argibay Molina | Orientadora Familiar | luciaargibay@gmail.com | @Luciaargibay
A veces, preferimos generalizar y hablar de “el mundo de los jóvenes”, cuando en realidad deseamos conocer y comprender a ese hijo nuestro, su contexto, los amigos, el colegio, el club. Nos cuesta reconocer que no somos superhéroes, que no vamos a organizarles la vida, ni a resolver sus problemas personales. En realidad, el desafío es acompañar a nuestro hijo para que sea el protagonista de sus días, ayudarlo a pensar por su cuenta.
En conversación
¿Cómo se construye una conversación fructífera?, con atención a lo que se dice y el interés sincero por el otro .Con algunas preguntas, colaboramos a que haga sus propias elaboraciones y experiencias: “Y vos, ¿cómo lo ves?, ¿por qué te dan ganas de ir?, ¿te parece que con media hora de estudio estarás listo para el examen?, ¿quiénes son ‘todos’?” En vez de emitir juicios que cortan el diálogo, las preguntas abren puertas para conocerlo mejor y comprender lo que le está pasando.
Sólo los primeros minutos
Generalmente, no sabemos en qué va a terminar la conversación, entonces elegimos soltarle un sermón sobre el deber»». Y, aunque no querríamos decirlas, nos salen frases como: “porque cuando yo iba al colegio…”, “porque no sabés lo que me decía mi viejo…” Y al chico no le queda otra opción que «hacer de cuenta que escucha».
En realidad, sólo los primeros minutos son nuestros para llegar al corazón y a la cabeza de ese hijo. Sin dar nada por supuesto, arrancamos por compartir sus intereses: “¿qué te gusta, qué te motiva?” Sentimos que se enreda, que intenta dar vueltas; sin embargo, él prefiere que nosotros seamos sintéticos y lo más claros posible, ayudándolo a reflexionar sobre su obrar y las consecuencias que pueden tener sus acciones: “¿qué pensás que puede pasar?”
Sólo los primeros minutos
son nuestros para llegar
al corazón y a la cabeza
de ese hijo
En cualquier lugar y momento
No es fácil estar siempre disponibles al encuentro, a la escucha, al abrazo y, cueste lo que cueste, a la reconciliación. Sin embargo, existen situaciones que se dan naturalmente y que pueden lograr una charla frecuente: a veces son esos ratos mientras vamos en auto, al compartir una tarea, cuando preparamos juntos una torta, al salir a caminar o al compartir un hobby.
Puede resultar más fácil, cuando se trata de un tema más femenino, una charla de mujer a mujer, o padre-hijo si es un asunto de hombres. A veces, aunque no siempre se da así porque no es “la juventud” si no «tu hijo» de carne y hueso. Se necesitan varias conversaciones para «elaborar» algunas novedades o ayudar a comprender cuáles son los valores que están detrás de esa conversación.
Un cambio generacional importante se da en el valor del respeto, en las nuevas generaciones, carece de sentido de verticalidad, se horizontaliza. De ahí que a los padres nos toque controlar nuestras más profundas emociones y hablarles con paciencia y respeto aunque se haya mandado “la macana del siglo”.
Conociéndonos
En esta etapa, somos ni más ni menos que el «puching ball» donde golpean. Lo primero que nos sale de adentro puede ser el retrucar esos golpes bajos que nos manda este hijo «que adolece». Sin embargo, contener ese impulso natural ayuda a que ambos sepamos que podemos hablar de todo, que los límites están claros porque detrás de cada uno hay un valor compartido que queremos cuidar, porque hay cosas que se negocian y otras que no. Por ejemplo, la seguridad es un valor que va detrás del límite: si el conductor toma alcohol, no se sube a ese auto.
Sus contestaciones bruscas, sus reacciones violentas provienen de la necesidad de despegarse de nosotros para formar su propia identidad, para crecer.
La confianza nace y se desarrolla cuando los padres brindan un amor incondicional, donde los hijos se saben y se sienten amados y aceptados por lo que son, no por lo que deberían ser o por lo que nosotros querríamos que fueran.
Una encuesta
Una encuesta entre chicos de 12 a 18 años mostró que para los chicos conversar con sus padres los lleva a sentirse parte del mundo adulto. Quieren ser tomados en cuenta. Sin embargo, ellos sienten que las preocupaciones de los adultos corren más por el rendimiento académico y las influencias del ambiente como la moda y los peligros del alcohol. En cambio, les gustaría que les preguntasen cómo se sienten. Ellos quieren hablar más del “ser”, de los amigos, de la enfermedad, de la muerte, del paso a la vida universitaria.
Todos los jóvenes tenían varios temas más bien íntimos que les interesaba compartir.
Los entrevistados sentían el derecho a que se les pregunte, a que se preocupen por ellos pero no se mostraron preocupados por tomar la iniciativa.
Preguntas:
A) ¿En qué temas tus padres pidieron tu opinión? ¿Por qué creés que lo hicieron?
B) ¿En qué no te consultaron y te hubiera gustado? ¿Por qué te hubiera gustado?
Algunas respuestas (resumidas)
P (15 años)
A) Sobre las materias, ya que el año pasado me había ido mal.
B) Cómo estoy emocionalmente.
E (16 años)
A) Sobre cómo vestirme, ya que represento a la familia y es importante. Si estoy de novia o hablando con algún chico, porque les interesa.
B) Cómo ando con el tema de mi abuelo, que lo internaron -él estaba muy mal y yo también. Y que me expliquen todo lo que estaba pasando para que me quede tranquila.
I (14 años)
A) Sobre las salidas y dónde son. Porque yo no estaba de acuerdo con ellos y era para explicarme. Yo me opuse a obedecerlos, entonces me dieron su opinión.
B) Sentí que no me consultaron sobre temas familiares y tampoco sobre las materias -ya que hice un cambio bastante grande: el año pasado me lleve siete y este año tengo solo una abajo.
J (18 años)
A) Sobre la forma de estudiar. Porque vieron que estaba preocupado y me parece que lo hacen para ayudarme.
B) Sobre el cambio de dejar de estar todos los días con mis compañeros del colegio y ver diferentes caras todos los días en la universidad. Es un cambio complicado y me hubiese gustado que me pregunten más.
¿Qué esperamos? Comencemos por hacer preguntas y escucharlos más.
Para leer más:
Siegel, Daniel J., (2014), Tormenta Cerebral, El poder y el propósito del cerebro adolescente, Alba: Barcelona.
Neufeld,G & Maté, G, (2014), Hold on to your Kids, Why parents need to matter more than peers, Random House: New York»EXTRACTOS DE UNA ENCUESTA»]