[button link=»» color=»red» icon=»» size=»medium»] Adolescentes [/button]
Se acerca el verano y la “fiebre” del fin de semana, para muchos, se convierte en una lucha diaria. ¿Qué vamos a hacer?
Magdalena Pinedo | Orientadora Familiar con formación en Psicogenealogía | malepinedo@yahoo.com.ar
[dropcap]L[/dropcap] uces de colores y con mucho movimiento, humo, calor, música a altos decibeles, gritos, voces, miles de chicos levantando sus manos al ritmo de una canción de
moda… y el invitado que parece infaltable, el alcohol.
La diversión de los adolescentes siempre fue un tema de preocupación. Basta recordar los lamentos de los clásicos. Quizás ahora realmente es mayor debido a la cantidad de peligros a los que se exponen, y a la velocidad con la que van apareciendo cosas nuevas que los adultos tardamos en conocer y reconocer, y cuyas consecuencias los jóvenes no miden.
Es cierto y alarmante. Están poniendo sus vidas en peligro. Porque toman bebidas de cualquier tipo. Porque las mezclan. Porque manejan habiendo tomado con todos los riesgos que esto implica para ellos y para los otros. Porque se despiertan en lugares que no conocen, o en terrenos baldíos, o en un hospital. Porque pierden el registro de lo que pasó durante varias horas.
[button link=»» color=»red» icon=»» size=»large»]   “Nuestro” diagnóstico   [/button]
No es un diagnóstico para otros, para los que no se ocupan de sus hijos, para los chicos problemáticos…, como en algún momento podíamos pensar.
Es un diagnóstico para todos nosotros, los que somos papás y mamás de adolescentes. Es nuestra realidad.
Con la realidad en la mano, mirándola de frente y con la verdad, los problemas comienzan a transitar el camino de la solución. Solución que por cierto, no vamos a encontrar en este artículo, pero al menos vamos a pensar juntos y salirnos de la mesa de café que describe el horror y ahí se queda.
[button link=»» color=»red» icon=»» size=»large»]  ¿Cómo explicarles?  [/button]
Cómo explicarles a los chicos que nuestra preocupación es por su bien, que lo que queremos que encarnen es nada más y nada menos que ¡el valor de la vida!, de su vida. Es por vos, hacelo por vos, nos dan ganas de gritarles o de susurrar en sus oídos.
Una punta del problema pasa por hacerlos pensar en cuáles son los motivos que los llevan a divertirse de esa forma tan extraña que es estar fuera de sí. De qué se escapan, qué es lo que evitan, cuáles son los sentimientos que quieren tapar. Sabemos que la adolescencia es una etapa complicada de la vida, de crisis, de pasaje de la vida de niño a la vida adulta, y es normal entonces que se llenen de miedos e incertidumbres. Desde la comprensión, estemos cerca de ellos para ayudarlos a pensar.
Necesitan nuestra escucha activa, y no solamente nuestros retos, enojos e inseguridades. Eso implica un gran esfuerzo de nuestra parte y, sobre todo, mucho tiempo, que es el bien que más escasea.
Se impone escucharlos con oídos atentos y el corazón abierto, aunque digan cosas que nos duelen.
Y por otro lado, hacerles comprender todo lo que se pierden de un disfrute verdadero, de compartir y divertirse, cuando llegan a un estado en que -aun no alcoholizados-, se los ve con la mirada perdida y un andar casi en piloto automático.
[button link=»» color=»red» icon=»» size=»large»]  Ponele música a tu letra  [/button]
Quisiera compartir esta canción del grupo Callejeros, que siempre me conmovió por la profundidad de la letra. Cuando hablamos de escuchar a los chicos, esto dicen y así se sienten:
Cómo no desvelarnos entonces por ayudarlos a comprender que la vida está llena de posibilidades, de sonrisas, de esperanza… de fe en las personas.
Cómo no ayudarlos a cubrir ese vacío que llenan con frágiles ilusiones de ser diferentes de lo que son, por un rato.
[button link=»» color=»red» icon=»» size=»large»]   Nos necesitan más   [/button]
A ellos también seguramente se les haga muy difícil crecer en ese ambiente que tan bien describe la canción. Entonces nos necesitan más que nunca, necesitan nuestra coherencia, nuestro amor incondicional, nuestro poder ver más allá de sus acciones, buscando sus necesidades, sus anhelos más profundos y ayudarlos a encontrarse con ese tesoro que son ellos
mismos. Quizás necesitamos corrernos de pensar en nuestras dificultades como padres de este tiempo, y empezar a pensar en las de ellos, y así desde un diálogo más profundo y un verdadero acercamiento podamos ayudarlos
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+ info 
Gallo, V. y Méndez, V., Educar tiene sentido. Los adolescentes y el consumo peligroso de alcohol. 
Buenos Aires: Ediciones Logos
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[notification type=»note» title=»»]
Una nueva noche fría en el barrio 
Voces solo voces como ecos, 
Como atroces chistes sin gracia. 
Hace mucho tiempo escucho voces
Y ni una palabra. 
Y mis ojos maltratados 
Se refugian en la nada y se cansan 
De ver un montón de caras y ni una mirada. 
Una nueva noche fría en el barrio 
Los transas se llenan los bolsillos 
Las calles son nuestras aunque 
El tiempo diga lo contrario, 
Y los sueños no soñados 
Ya se amargan la garganta y se callan 
Y eso, casi siempre (o siempre) les encanta. 
Van quedando pocas sonrisas 
Prisioneros de esta cárcel de tiza 
Se apagó el sentido se encendió un silencio de misa. 
Menos horas en la vida 
Más respuestas a una causa perdida 
De por qué los sentimientos vuelven con el día. 
Solo como un pájaro que vuela en la noche 
Libre de vos… pero no de mí. 
Vacío como el sueño de una gorra 
lleno de nada, sin saber dónde ir. 
Duro como un muerto en su tumba 
Que murió de miedo por el valor de vivir. 
Las nubes no son de algodones 
Y las depresiones son maldiciones 
Te va distrayendo, te enrosca, te lleva y te come 
Te lastima y no perdona y en algún lugar te roba la cara 
La sonrisa, la esperanza, la fe en las personas
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