Calle solitaria

Amo el silencio humilde de esta calle
ennoblecida de árboles serenos,
por donde casi nunca pasa otra alma
que no sea la del viento.

Las nubes se detienen a mirarla
con sus ojos etéreos
y saben por la ausencia de las hojas
si está en ellas el otoño o el invierno.

Amo el silenco humilde de esta calle
ennoblecida de árboles serenos
por donde caminé tantos domingos
con mi pequeño huerto de recuerdos.

Cuando yo muera amigo, habrá quedado
en esta calle lo mejor que tengo,
el rosal escondido de mis penas
y la música vaga de mis sueños.

Francisco López Merino

Reconocido por los grandes
Francisco López Merino nació en La Plata en 1904 y murió
en esa cuidad en 1928. Durante su breve existencia sólo llegó a
publicar tres libros de poesías y ellos le bastaron para ser admirado
por Jorge Luis Borges y Juan Ramón Jiménez, entre
otros destacados poetas.
La poesía que hoy comentamos apareció en la revista Martín
Fierro y luego fue incluida en su libro Las tardes. Podemos
decir que su paseo por esa calle solitaria, a la que tanto ama,
es como un recorrido por su vida interior, por su mundo melancólico
y poético. La caída de las hojas, el paso de las nubes,
el murmurar de los árboles le hacen evocar los recuerdos de su
joven vida, prematuramente trunca.
Silvia Bayá de Lagache
silbaya.c@hotmail.com

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