Las redes sociales se multiplican. Nos encandilan.
¿Y los vínculos? No dejemos de mirar a los ojos.
MARÍA CORNU LABAT *| ABOGADA | MAGISTER EN MATRIMONIO Y FAMILIA | MCORNULABAT@GMAIL.COM
Había llegado el día de la primera fiesta de 40 a la que iban. Cata y Martín estaban decididos a disfrutarla a fondo. Cata había preparado todo con tanto cuidado… A él también le divertía mucho todo este clima previo, y lo entusiasmaba, a su manera, la alegría que reinaba en el ambiente. Los chicos se habían ido temprano a lo de los abuelos. Así que se pasaron todo el día, especialmente Cata, pre-viviendo lo que iba a ser el fin de la jornada.
“Llevando a los chicos a lo de los viejos ”, rezaba el epígrafe de la selfie en el auto con sonrisa de oreja a oreja. Ahí disparaba un Whatsapp al grupete de las chicas del colegio, que estaban súper pendientes de la tan avisada primera fiesta.
Atentas a los detalles
Peluquería, vestido lindo. Y además, Cata no dejó que Martín fuera así nomás. Lo “lookeó” a su gusto. “Obvio, Cata… va a estar hecho un bombón… Wow, qué bien la van a pasar… re envidia” disparaban las amigas.
La súper fiesta
Después de un rato de fiesta, música, comida rica, postres, charlas, selfies, las miradas de Martín se hacían más sugerentes e intensas… Y en un descuido, Cata le robó una fotito y con un «Martín con cara de volver a casa… jaja…” la posteó en su grupo, justo antes de decirle al marido: “¿Vamos, bombón?”
«Toc-toc” – Y, ¿eso?, pregunta
Martín, en medio del abrazo
interrumpido por la vibración
del teléfono.
“Toc- toc, toc-toc, toc-toc” – Y, ¿eso?, pregunta Martín, en medio del abrazo interrumpido por la vibración a la altura de una costilla proveniente del abrigo de Cata… – Ah, eso. El nuevo ringtone para los whatsapps -contesta Cata separándose un poco del abrazo-. La verdad es que el silbido me estaba sacando de quicio, no lo podía escuchar más, así que lo cambié, no fuera a ser que me cortara la inspiración de este momento el malhumor del ringtone, ¿no? Bancá, bancá, a ver si pasó algo con los chicos. Capaz es Mamá que nos quiere avisar algo… Ah, no… No te puedo creer… es Flor. ¿Podés creer? Dos de la mañana y no volvió Ramiro del asado con los amigos. Yo, que ella, lo matoooo!!!! Salir así, solo, hasta cualquier hora un sábado… Pobre Flor, esos sí que están en cualquiera… En cambio nosotros… – dice mientras se acurruca sobre el pecho de su marido, esperando a que ocurra lo que el siguiente capítulo de la película anunciaba que tenía que llegar. Martín la abraza más fuerte, le da un beso, y siente que un brazo de Cata se estira y ¡click! – Pará, pará, mi amor… la última selfie de la noche… ¿qué le ponemos? Hasta mañana… y ¿corazoncitos? Está bueno, ¿no?
«Pará, pará, mi amor… la
última selfie de la noche»
– Gordi, en serio. Pará, ¿podés concentrarte acá? ¿Podés apagar el celu?
– Sorry, no lo voy a apagar. ¿Y los chicos? Mirá si los viejos necesitan algo, no seas inconsciente…
En medio de besos y abrazos… toc – toc – Flor: Qué envidia, nena. Vos sí que la pasás bien… ahí, velada romántica, un buen fin de fiesta… Y yo, solita, dos y media y ni news de Rama… Debe estar en el boliche con los amigos, y ni un whatsapp… disfrutá amiga, no sabés la suerte que tenés.
– Dale, Cata, vení, largá eso.
– Sí, sí. En seguida, te juro. Pero no puedo no contestarle a Flor. Pobre, esperando a Ramiro…: “No aflojes, nena, vas a ver que va a estar todo bien. Te juro que si te lo proponés, se re puede. ¿Por qué no te armás una salida como la que tuvimos hoy con Martín? Es lo más. Estamos re arriba, felices… Vas a ver. Dejá a los chicos, y…” “Sí, se re puede -se encontró Cata diciéndose a sí misma en voz alta-. Rama está en algún lado que ni noticias. Pero, Martín, en cambio… está acá, acá al lado mío -empezó a pensar con más énfasis, como despertándose de golpe-. Y estuvo todo el día. Y estuvo delante del celu cuando le sacaba la foto, atrás de la ropa que le elegí cuando la colgaba a ver cómo se vería… y estuvo dándole besos a los chicos cuando yo me apuraba por subirlos al auto para llevarlos a lo de mamá… y les sacaba una foto, y la posteaba. Y estuvo mientras me pintaba y pensaba qué iban a decir las chicas cuando les llegara el mensaje… y estaba ahí muerto de amor mientras bailábamos como adolescentes… y está acá, al lado mío, en mi cama… Uy, no…, ¡dormido!” En ese momento, los recuerdos del día y los mensajes recibidos la despertaron del todo.
Piririririii, cantó el dispositivo al apagarse. Cata se dio vuelta, abrazó a su marido absolutamente convencida de que no era demasiado tarde, y le susurró al oído con su voz más tierna: “Gordiiiii, despertate, apagué el celuuu