Cuando falta la comunicación, la paz se esfuma; alcanzarla tiene su ciencia. Veamos un mecanismo que parece complejo pero que la hace más simple
María Cornu Labat | Abogada | Magister en Matrimonio y Familia | mcornulabat@gmail.com
[dropcap]S[/dropcap] on las 9 de la noche. José va camino a casa después de un día especialmente agotador y largo de trabajo.
Mientras maneja y se va acercando, le van apareciendo imágenes del día que termina.
Ni un minuto de paz…
«Sólo quiero llegar a casa. No veo la hora de poner los pies en alto y relajarme.»
Estos pensamientos no habían contribuido para nada a calmarle el ánimo. Al contrario. Repasar lo ocurrido en el día había hecho que se sintiera cada vez más ahogado, más cargado…
Florencia miraba el reloj… «¡Ufa! Otra vez llegando a casa a cualquier hora… Y yo, todo el día metida acá atrás de los chicos… Los mocos de Sofi, la psicopedagoga de Juan, los anteojos rotos de Valen… Ni siquiera pude adelantar los informes para el miércoles… Encima José no está llegando nunca ni para hacerme el aguante a la hora de la comida y de acostar a los chicos.»
«¡Por fin en casa!»
Se escucha la llave girando en la cerradura.
«¡Ya era hora de que llegara!»
José entra a casa. Tropieza con un camioncito de madera. Pega un grito en el que parece desahogar toda su frustración. Se topa con la mirada de Florencia.
Una mirada que parecía reprocharle el malhumor y la llegada tarde.
El intercambio verbal entre ellos se hace cada vez más fuerte y más cargado de la bronca que cada uno contenía…
Y, Florencia rompe en llanto…
«Qué iluso yo, que lo único que quería era llegar a casa para encontrar un poco de la paz que no tuve en todo el día… »
«¿Y por qué no traés algo de paz a casa? ¿Qué creés, que a la paz la fabrico..?
Espacios existenciales
El espacio interpersonal es la base de toda comunicación y vinculación sana, afirma el psicólogo y sociólogo Raimundo Roy, creador de los talleres LECI: Los Espacios en la Comunicación Interpersonal.
«Mucho amor no es igual a mucha comunicación», nos dice el autor. Y comunicarse y vincularse sanamente se puede aprender, ejercitar y lograr. Cuando hay amor, están sentadas las bases y las condiciones para que esta lección se aprenda con rapidez.
Mecanismos que funcionan
El descubrimiento primero, el reconocimiento luego, más adelante la internalización, y por último el profundo respeto por los «espacios existenciales» de cada uno implica la puesta en marcha de un mecanismo que parece complejo. Pero una vez que se incorporan estos pasos logrando la comprensión del concepto, el efecto en la armonización de los vínculos, paradójicamente hace que la convivencia y la comunicación se vuelvan más simples, sincronizados. Como si los engranajes se aceitaran para que la fricción no los termine arruinando.
El respeto y la paz
Cuando hablamos del espacio existencial de cada persona nos referimos a todo lo que implica lo físico y corpóreo y el lugar que ocu-pan sus pertenencias. A todo esto le sumamos su mundo emocional, de creencias, de relaciones, gustos, preferencias, estados de ánimo, reacciones, humor, alegrías, tristezas. Sus raíces familiares y vínculos desarrollados. Las decisiones de esa persona, sus tiempos. Absolutamente todo lo que pase por el universo de
una persona, pertenece y está en su espacio.
Ahora bien. Una vez que entendemos el alcance y la trascendencia del significado de los espacios, ¿qué actitud tomamos?
Comunicarse y vincularse
sanamente se puede aprender,
ejercitar y lograr.
Desde un profundo respeto y compresión de que lo que está en el espacio del otro, se puede encontrar paz, y transmitirla en la vinculación con el otro. Esa ansiada paz que los seres que se aman buscan en la relación de amor.
La paz se va
Cuando confundimos los espacios de los demás con los propios, sintiéndonos de alguna manera forzados a intervenir, opinando, solucionando, aconsejando, ocurren muchas cosas. Por lo pronto, se pierde la paz.
Estar pendientes de la vida de los demás, de lo que sucede en el espacio de otros, nos perturba y dispersa. No ayuda en nada a que nos centremos en lo que pasa en el espacio propio, en lo que en nuestro interior hay para trabajar, y por supuesto, para mejorar. Y desde allí, vincularnos con los demás. Simplemente, el tiempo ni la energía alcanzan. Lo único que a conciencia podemos modificar es lo que está en el espacio propio.
Esa ansiada paz que se busca
en la relación de amor.
Florencia y José
Imposible concebir una relación de pareja desde el egoísmo, desde la falta de comunicación. Imposible comunicarnos sin comprender. Imposible comprender verdaderamente sin desprendimiento. Un desprendimiento que nos lleva a la paz.
Cada uno busca en el espacio compartido la paz que no tiene en el suyo propio. Y le exige al otro que le dé esa paz que no tiene. Si José y Florencia hubieran entendido que la frustración estaba en el espacio propio del otro, que nada tenía que ver consigo, no hubiera escalado el conflicto. Probablemente faltó el diálogo matrimonial, otra invencible herramienta de la comunicación. De esa manera, cada uno podía saber en qué estaba el otro. Y así comprender. Y ver que la comunicación posible era un abrazo y un beso cálido en la mejilla. Y tal vez alcanzarle a José el control de la tele. Y José correrse a la derecha del sillón para que Florencia se acurrucara y desplomara su cansancio durmiéndose así.
Nada más. Salir de la desazón de cada uno, para cumplir la misión que cada uno de los dos eligió: hacer feliz al otro.
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María Cornu Labat Dicta talleres de pareja orientados a comunicación
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