Marité Costantini
Marité trabaja en distintas iniciativas solidarias, en la Fundación Nordelta, con Arte vivo, con los colegios de sus hijos. «Lo mío es unir necesidad con quien tiene para solucionar», revela.
MARIA AMALIA CABALLERO | DRA. EN COMUNICACIÓN PÚBLICA | DIRECCION@SEMBRARVALORES.ORG.AR
[dropcap]M[/dropcap] arité es hija del reconocido inversionista y emprendedor Eduardo Costantini (Malba, Nordelta) y de María Teresa Correa Ávila, actriz y directora de cine y teatro (‘Hembras’, 2015). Aunque no lo reconocería así, quienes comparten con ella el día a día en el trabajo, la definen como el “alma” de la Fundación Nordelta. ¿Vemos por qué?
Está casada y tiene cinco hijos, la ves y parece una nena… pero está orgullosa de cada uno de ellos. El mayor, Dante, es economista (24) y el menor, Jerónimo (12), viene con ella a la entrevista. Una prueba más de cómo sus hijos están involucrados en todo lo que ella hace.
SV| ¿Cómo nace tu vocación por lo social?
MC| Viene de chica, desde el colegio siempre iba a lugares a ayudar, y también veía a mi abuela con enfermos; fue una de las fundadoras de Cáritas. Y más chica, con mamá, íbamos a La Cava a llevar regalos para Navidad. Después estudié el profesorado de ciegos.
SV| Ya desde tu vocación profesional estaba la orientación hacia el más necesitado, ¿trabajaste como profesora de ciegos?
MC| Cuando lo necesité trabajé doble turno en un colegio de ciegos. Lo demás ya fue voluntario, cuando, por trabajo de mi marido, fuimos a vivir a Estados Unidos, estuve en el Instituto Helen Keller. También en un hogar para chicas y en el Hospital de San Isidro.
Como tenía una gran vocación de ser mamá, no quería una obligación que me impidiera estar con mis hijos.
Trabajo voluntario no es igual a trabajo
a voluntad, uno se compromete
y brinda lo mejor de sí.
SV| ¿Cómo ves el trabajo voluntario?
MC| Trabajo voluntario no es igual a trabajo a voluntad, uno se compromete y brinda lo mejor de sí. Si un día no puedo ir a la fundación, voy otro día, pero no dejo de prestar mi servicio. El compromiso es muy grande, tal vez, mayor que el de un trabajo. Es algo que me apasiona, no me cuesta. Si me decís que vaya al gimnasio, por ahí, me cuesta.
SV| Contame entonces, un poco, cómo es lo de la fundación.
MC| Cuando papá empezó con la ciudad pueblo de Nordelta, me llamó para que lo ayudara con esto de la fundación. Fuimos a ver juntos qué había y qué se podía hacer.
Y llegamos al Barrio Las Tunas donde hay tantas necesidades. Lo primero que pusimos fue el tanque de agua. No había agua potable. En muchas cosas trabajamos junto con el municipio.
Armamos un proyecto que cubre una cantidad de temas como educación, salud, capacitación laboral. Ahora llegamos a 800 familias y tenemos un centro CONIN. En parte con voluntarias, pero tenemos 20 personas rentadas. También trabajamos en el PAD, un programa de acompañamiento a los chicos con discapacidad y a sus familias, en el cual estoy centrando ahora mi ocupación.
Nos planteamos la cuestión de la recaudación de fondos, cómo involucrar a la gente de los barrios de Nordelta con Las Tunas, Rincón de Milberg y otros. Más allá de los eventos anuales, los vecinos de los 14 barrios de Nordelta pueden hacer una donación a través del pago de las expensas. Algunas son muy generosas pero también vemos que otras colaboraciones son muy bajas. En esos casos, la gente también puede estar ayudando en otros proyectos. Además está la gestión personal, el tendido de redes.
SV| ¿Cómo se vive esta dedicación tuya en la familia?
MC| Como voy todos los jueves y estoy en contacto a diario, es normal que en la mesa salgan temas, historias personales, o que hay chicos que necesitan tal cosa. Jero me dice “yo le compro con mis ahorros la pelota para el hermano de Gusti” o Fran, que es el más sensible a estos temas, “llevale mi colchón, o mi poncho”… Con Valentina vamos a Rincón de Milberg porque allí le enseña guitarra a Enzo. A mis hijos les va a quedar “yo nací acá, de este lado, pero hay mucha gente que necesita que lo miren, que lo ayuden”.
SV| ¿Dirías que lo tuyo es asistencialismo o promoción?
MC| Hace 15 años lo que yo hacía era más asistencialista. Ahora se trabaja para que la persona crezca, aspire a algo mejor, despertar su proactividad. Por ejemplo, hay una familia con la que hicimos la casa. Digo hicimos porque nosotros estábamos allí adonde ellos no llegaban. José -que es panadero- construía su casa haciendo el trabajo de albañil pero con la electricidad no se animaba. Yo quería ir más rápido, pero las personas de mi equipo me ayudaban diciendo que era mejor seguir el ritmo que la familia podía sostener.
Y ahora ella dice orgullosa: “Miren la casa que me ha hecho mi José, yo no sabía que él tenía tantas habilidades”. O me mandan la foto de la pared para que vea si me gusta el color que están poniendo.
Queremos ayudarlos a construir su futuro porque hoy uno está pero mañana puede no estar, y no los podés dejar sin nada. Por ejemplo, cuando hay un partido de fútbol los llevo a las canchas de Nordelta para que vean que hay una cancha mejor, o con los chicos de la colonia de vacaciones visitamos lugares como el Malba.
[notification type=»information» title=»»]
UNA MANO PARA UN AMIGO
Con mi hijo Fran, fuimos a un entrenamiento de fútbol para discapacitados y allí se le despertó a él la idea, la necesidad de trabajar por ellos. Me dijo “esto es lo mío, quiero ayudar”. Y con un grupo de amigos creó “Una mano para un amigo”. Es un grupo diferente que trata de buscar soluciones concretas para estos chicos. Recaudar dinero para algo. Por ejemplo, queríamos una silla de ruedas para que pudieran participar en los partidos de fútbol. La silla salía muy cara y no era para el presupuesto de la fundación que no tiene esa misión. Hicimos rifas, pedidos de donaciones y salió.
[/notification]