DIO A LUZ VIDA Y COLOR

Homenaje a una madre

El nacimiento de Benito Quinquela Martín se pierde en la sombra de lo desconocido. Una madre que decidió dejar vivir a su hijo a pesar de todo; una madre que nos regaló un artista inconmensurable.

LUCIA DODDS DE STELLATELLI | ORIENTADORA FAMILIAR | LUCIADODDS@HOTMAIL.COM

[dropcap]P[/dropcap] resento hoy esta carta inspirada en el origen incierto de la vida del artista. Una ilusión posible de aquella madre desgarrada que entregó a su hijo a los pocos días de nacer:

“Qué alegría siento, hijo, cuando miro esos colores en tus pinturas. Cuánta emoción descubrir que, a pesar de todo, tu vida pudo remontar hasta los mástiles más altos. Empezaste tus días con dolor pero no en soledad; vos me tenías a mí, yo te tenía a vos. Te quise desde el primer instante, sentí en silencio tus latidos y agradecí a Dios la energía de tu cuerpo. Crecías a la sombra de los demás pero mi rostro se iluminaba con la ilusión de verte crecer y algún día mirarte a los ojos. Aunque sabía que iba a ser imposible, de cualquier forma no podría ser, definitivamente no. Tu destino estaba lejos de mis brazos, de mis caricias, de mis besos. Y a pesar de mi renuncia luché por tu vida, te defendí. Busqué tu oportunidad, te ofrecí la luz; esa luz llena de color que impactó en tus ojos vivaces. Y te dejé ir para que sintieras el calor de un hogar con otros padres. Hoy bendigo la fuerza interior que me llevó a sujetarte en mi vientre para poder volverte a encontrar en cada paleta, en cada pincel, en cada pintura…”

La Boca

Un barrio de inmigrantes y trabajadores, muchos de ellos analfabetos, pero con una gran pp mm 3capacidad para formar vínculos solidarios, de ayuda mutua y apoyo en las típicas carencias del momento. Benito creció a la sombra de esta realidad, entendiendo que el esfuerzo era el único camino para progresar y alcanzar una mejor vida. Este fue el espíritu que animó a la mayoría de los que emigraron de sus países de origen, dejando atrás sus tierras, cultura e identidad. La vivencia del trabajo y su representación estuvo siempre fiel en su obra, como expresó él mismo a su amigo Andrés Muñoz, “allí estaban los trabajadores del mar, del río y del puerto, con sus largos días de ruda faena y breves horas de descanso y de fiesta. Todo aquello estaba allí, a mi alcance; iba unido a mi vida, yo lo veía y lo vivía diariamente y lo llevaba dentro y fuera de mí mismo. Lo único que me faltaba era expresarlo, copiarlo, interpretarlo y convertirlo en obra de arte”. Durante más de 70 años se convirtió en el cronista artístico de La Boca, con creencias muy suyas como que “en el arte como en el amor, no se pueden hacer trampas. Hay que ir a ellos con la verdad”.

Autodidacta como pocos, su mayor privilegio en educación fueron dos años de escuela primaria y algunas clases de dibujo y pintura. Muy al principio, su gozo mayor era recoger esos trocitos de carbón que caían de las bolsas y canastos que él mismo transportaba siendo todavía un chico, guardarlos en sus bolsillos y con ellos hacer los primeros trazos que un día lo llevaron a la grandeza. Cualquier superficie era buena, lo que encontrara en su camino de vuelta a casa era un tesoro para él: latón, madera, cartón. Más tarde incorporó nuevos materiales, y cautivado por el color, la témpera y el óleo dominarían después su arte.

Solidaridadpp mm

“Cuando llegué a La Boca, llegué sin nada. Aquí me dieron todo: amparo, cariño, amistad, fama. Es justo que yo devuelva a sus hijos más pequeños una parte de lo que recibí. A La Boca le debo lo que soy, comencé aquí, me trajo un día la mano de Dios. Aquí he trabajado, aquí he sufrido y soñado. Aquí he vivido”. Este pensamiento recoge con total fidelidad la calidad humana del pintor convencido de que la inteligencia y la imaginación mejoran las posibilidades de luchar por una vida mejor. “Cuanto hice y cuanto conseguí, a mi barrio se lo debo. Por eso mis donaciones las considero como devoluciones. Le devolví a mi barrio buena parte de lo que él me hizo ganar con mi arte”. Todas sus fundaciones estuvieron dedicadas a niños y jóvenes: médicas, artísticas, educativas, de recreación; rechazando enérgicamente una y otra vez cada propuesta de llamarlas con su nombre, haciendo gala de una humildad reconocida por aquellos que lo conocieron bien.

Reconocimientos

«Bendigo la fuerza interior que
me llevó a sujetarte en

mi vientre para poder volverte
a ver en cada pintura”

Honesto consigo mismo y con los demás, pintó su mundo, un mundo de trabajo oscuro, con su entorno, sus costumbres y creencias; llevando en su paleta a otros continentes una identidad que lo enorgulleció. «Cada vez que partí llevé conmigo la imagen de mi barrio, que fui mostrando y dejando en las ciudades del mundo. Fui un viajero que llevó su barrio a cuestas”. Expuso en Brasil, Nueva York, Cuba, Londres, Italia y París. Y triunfó rotundamente en Madrid, trayendo consigo lo recaudado con la venta de sus obras para comprar sin demoras una vivienda a sus padres y ayudarlos a lograr la tranquilidad de vida que tanto buscó para ellos.

Finalpp mm 2

El barrio de La Boca y la gente que lo rodeó construyeron su identidad; y desde chico comprendió que el esfuerzo, la tenacidad y, sobre todo, la coherencia moral fueron el soporte de su vida. Pasó sus años recorriendo la sordidez del puerto ennegrecido por el carbón, sintiendo las carencias de lo más básico como la higiene, el alimento o la salud. Pero supo hacer de esas condiciones una oportunidad para mostrar la grandeza que todo ser humano trae consigo, usando su talento para dar dignidad y color a la vida de los demás con su mejor espíritu de generosidad.

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