La reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos volvió a poner el foco en la brecha digital de cara al futuro del trabajo y el sistema educativo español respondió con la incorporación de la robótica y la programación en la currícula obligatoria.
Mariano Batistelli – autor y director de SmartTEAM*
El mapa de empleos y las habilidades para el futuro presentado en el World Economic Forum reforzó algo, que ya había presentado en 2020, una fuerte impronta en lo digital y en la flexibilidad para el aprendizaje de nuevos conocimientos y competencias. Esta idea, que hace pocos años era una tendencia, hoy es una realidad cada vez más fuerte.
El panorama es desafiante, genera entusiasmo en algunos ambientes y comienza a encontrar ecos en el mundo educativo. Hace unos días España anunció la aprobación del Programa Código Escuela 4.0 para incorporar la programación y la robótica en Educación Infantil, Primaria y Secundaria. Se trata de un paso importante hacia la formación para el mundo digital y tecnológico en el que nuestros niños están inmersos.
Las nuevas tecnologías son ambivalentes y pueden ser vistas desde diversas perspectivas. Es por eso que resulta fundamental valorar todos sus aspectos a la hora de aplicarlas en el campo educativo. Decimos que son ambivalentes porque traen consigo algunas paradojas de difícil resolución.
Por una parte, nos facilitan las cosas: nos ayudan a ser más productivos, nos permiten acceder a información que antes era muy difícil de conseguir y nos sirven para trabajar y comunicarnos a distancia.
No obstante, esas mismas posibilidades se vuelven un arma de doble filo en el momento en que nos obligan a hacer más cosas, más rápido, con más eficiencia, en un entorno de competencia nunca antes visto… Nos exigen, en fin, aprender y reaprender todo el tiempo para no quedarnos atrás.
Nos exigen aprender y reaprender todo el tiempo para no quedarnos atrás.
Hasta hace unos años hablábamos de la ley de Moore como punto de referencia para el desarrollo y obsolescencia de la tecnología. Allá por los sesenta, el cofundador de Intel había predicho que la velocidad de los microprocesadores se duplicaría cada dos años. Este mismo efecto es el que se ha trasladado hoy al terreno laboral, en tanto la tecnología ha creado modelos dinámicos de división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos.
Desde entonces, aprender y reaprender se han transformado en el pan de cada día. Para los educadores de hoy esto implica un desafío enorme. La pregunta es: ¿Qué vamos a enseñar, si lo que hoy podemos transmitir a los chicos será obsoleto en unos meses? ¿Es la programación la respuesta a los desafíos tecnológicos? ¿Y si los lenguajes de programación que hoy enseñamos ya no existen para cuando terminen la escuela?
Es un desafío que pone en jaque el modelo conocido de transmisión de contenidos
Esa es la dinámica de lo tecnológico: se diseña, se prueba, se mejora y se transforma… Y así sucesivamente, en un proceso continuo que para las máquinas puede no decir mucho, pero para el ser humano resulta desconcertante y agotador. Es un desafío que nos cuestiona, que pone en jaque el modelo conocido de transmisión de contenidos y nos mueve hacia el terreno dinámico de las competencias, de las habilidades, de aquello que se adquiere y se posee a título personal y que a veces no tenemos muy claro cómo se debe enseñar.
Todo este movimiento está generando una revolución importante en el mundo educativo y empujando decisiones como la del gobierno español, que se ha animado a dar el paso hacia un modelo de transformación al que seguramente no le faltarán pruebas, aprendizajes y mejoras, pero que sin duda dará sus frutos con el tiempo.
Ya hay, en nuestro país, algunas iniciativas en esta línea. Quizá esta decisión del gobierno español pueda sumar impulso, para que las nuevas tecnologías no sean solamente un recurso al servicio de la rentabilidad de las nuevas empresas unicornio, sino un instrumento de aprendizaje, de desarrollo y de movilidad social al alcance de todas las niñas y niños de nuestro país.
*Un proyecto diseñado para enseñar robótica y pensamiento computacional a niños de 6 a 14 años. Es Ingeniero y Magíster en Educación por la Universidad Austral.