Docentes abiertos, empáticos, exigentes en el aula

¿Cómo ser un buen profesor? ¿Qué necesita el docente para enriquecer su camino profesional? ¿Qué lugar ocupa la formación continua en su trayectoria laboral?, comentarios del Prof. Luis Fabregat*

Edición: Irina Claverol – Integralis

¿Cómo es un buen profesor? ¿Qué necesita el docente para enriquecer su camino profesional? ¿Qué lugar ocupa la formación continua en su trayectoria laboral?, comentarios del Prof. Luis Fabregat*

Ser educadores es un camino precioso y gratificante, a la vez, como todo en la vida, no le faltan grandes desafíos y obstáculos.

El primer punto, señala el prof. Fabregat, que la competencia docente no es un punto de partida, sino una condición para comenzar. No podemos dar clases si no contamos con las aptitudes personales y profesionales adecuadas. En este sentido, el profesor competente es aquel que ejerce un liderazgo en el aula capaz de motivar el aprendizaje en sus alumnos.

El profesor competente es aquel que ejerce un liderazgo en el aula capaz de motivar el aprendizaje en sus alumnos.

¿Cómo se llega a ser ese profesor líder?

La respuesta nos lleva a considerar la formación profesional y pedagógica, la formación a través de las experiencias propias y ajenas compartidas, además de algunas infaltables características personales naturales y otras adquiridas.

Formación profesional

En primer lugar nos encontramos con la formación profesional, que refiere a lo que enseñamos en las aulas. Necesitamos tener conocimientos suficientes sobre las materias que enseñamos. Muchas veces podemos caer en la trampa de pensar que, como nuestros alumnos son pequeños, no es necesario estar profundamente formados. Nada más alejado de la realidad: para poder adecuar los contenidos según la edad y realidad de nuestros alumnos, es indispensable haberse capacitado y conocer a profundidad el contenido. Lo que no se conoce, se transmite mal.

El buen educador busca constantemente enriquecer y actualizar su profesión

Hay muchas formas de sostener una formación continua. Elegir no quedarnos simplemente con la formación de origen habla de nuestras riquezas como profesor. El buen educador busca constantemente enriquecer y actualizar su profesión mediante cursos, capacitaciones, congresos, planes de lectura y, sobre todo, lectura y estudio exigente.

Formación pedagógica

Protagonistas de su aprendizaje

Vivimos en una época de acelerada e impresionante renovación pedagógica. Esos cambios que trae la innovación se reflejan -o deberían reflejarse- en la educación. El desafío como docentes es hacer propia esta innovación y traerla a nuestra materia, ¿cómo enseñamos en el aula?

Un buen profesor evita la dinámica de clase “yo hablo, tú escuchas” o “yo enseño, tú aprendes”, por el contrario, busca que los alumnos sean los protagonistas de su aprendizaje.

Sin embargo, innovar pedagógicamente no es un fin en sí mismo, el fin es educar a los alumnos; innovar es el medio para que los alumnos estén motivados y puedan aprender.

¡Atención! La innovación pedagógica no implica necesariamente hacer uso de dispositivos tecnológicos. Es más, considera Fabregat que la innovación por innovación no tiene sentido alguno. Nos mueve la inquietud de conocer los principios y criterios metodológicos que favorecen el verdadero aprendizaje.

La innovación por innovación no tiene sentido alguno.

Se trata, en realidad, de estar abiertos a todas las herramientas y posibilidades que van surgiendo para poder analizar, con ojo crítico, cuáles de ellas pueden ser útiles en mis clases. En este sentido, entusiasmarnos con una única metodología puede resultar peligroso. Un buen profesor es aquel que apuesta por conocer todas las herramientas y las aplica según la situación concreta de sus alumnos y el contenido que está enseñando.

Entonces, si buscamos atender a la diversidad de modos de aprender de nuestros alumnos, será mucho mejor si ofrecemos diversos modos de enseñar.

Formación a partir de otras experiencias

Conocer las experiencias de nuestros colegas, animarnos a preguntarles y confiarles nuestras dudas nos permitirá crecer a pasos agigantados…

“¿Cómo lograste esto?” “¿Qué metodología utilizaste?” “¿Qué me recomendás para abordar esta temática?”

“¿Cómo lograste esto?”, “¿Qué me recomendás para abordar esta temática?”

Características naturales o adquiridas

Empatía y liderazgo

El éxito de la clase no dependerá tanto del método utilizado, sino del liderazgo que seamos capaces de ejercer para con nuestros estudiantes, no es suficiente saber mucho sobre contenidos y pedagogía.

El secreto está, quizás, en ser una persona empática, capaz de conectar personalmente con los alumnos. Solo desde allí podremos transmitir la materia de manera significativa.

Educadores amables, comprensivos y, sobre todo, humanos.

Ante esa propuesta, es urgente dejar de lado el “yo soy así, no voy a cambiar”, por el contario, se trata de trabajar en las virtudes humanas para llega a ser educadores amables, comprensivos y, sobre todo, humanos.

Ahora bien… ¿Cuáles son las cualidades que hacen del profesor, un gran educador?

  • Personas abiertas:

Se trata de tener la capacidad de ESCUCHAR a las alumnos -interesarnos por lo que piensan, dicen, sueñan- de COMPRENDERLOS, SIN JUZGAR desde una posición de superioridad. Valorar sus virtudes para potenciarlas. Si se sienten cómodos con nosotros y confían, sin dudas, lo que les enseñemos llegará a fondo a su cabeza y a su corazón.

El educador abierto es, también, aquel que puede reconocer los errores y pedir perdón. Sin dudas, esto es ejemplar para los alumnos y enseña mucho más que cualquier otra cosa.

  • Personas serenas:

Son personas que saben gestionarlas las emociones (propias y ajenas), que ante el advenimiento de problemas, no desesperan y los abordan con autonomía y tranquilidad. Profesores capaces de transmitir paz y serenidad. 

Esto resulta difícil, especialmente para los que tienen temperamentos impulsivos. El desafío está en el esfuerzo, en trabajar para adquirir estas virtudes y habilidades.

  • Personas ordenadas:

El trato, la presencia, el cuidado material del aula y de las instalaciones son oportunidades para mostrar la excelencia del profesor a través del testimonio, de la atención a los detalles.

  •  Personas alegres y de buen humor:

La mejor manera para caer mal, dice Luis Fabregat, es querer caer bien. Se trata de ser nosotros mismos. Un profesor alegre es un atractivo enorme para los alumnos.

  • Personas exigentes:

Los alumnos, en especial, los adolescentes, necesitan referencias claras; conocer las normas y el terreno de juego. La exigencia empieza con nosotros mismos para poder serlo con los demás, para que los alumnos desarrollen su mejor versión. Ser exigente no excluye el abiertos, serenos, comprensivos…

Ser exigente no excluye el abiertos, serenos, comprensivos…

LA CULTURA DEL PROFESOR

Profesores con cultura, son los que leen con capacidad de ejercer una lectura atenta y reflexiva con sentido crítico, que no temen cuestionarse; que saben hablar e interesarnos por las diversas realidades mientras huyen, de la superficialidad que implica la falta de cultura.

Busca actualizar su formación docente de manera continua, además de apostar a su formación profesional, busca la calidad pedagógica, trayendo innovación al aula. Ese docente que trabaja por cultivar virtudes, que “se esfuerza” por ser empático, sereno, alegre y exigente con sus alumnos. El buen profesor es aquel que mirar con ojos curiosos y reflexivos, buscando entender qué cosas lo ayudan a cumplir los propósitos y qué cosas no tanto.

El buen profesor es, en fin, aquel que busca dejar un legado en sus estudiantes y prepararlos para el más allá de la escuela.

*Profesor en Integralis. Lic en Historia del Arte. Especialista en Didáctica de las Ciencias Sociales, tiene más de 20 libros publicados.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *