[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»medium»]TEMAS[/button] Nuevo Código Civil y Comercial
Nuestra actitud intenta ser siempre positiva, queremos ir por delante. Entonces, cuando a través de una ley se sanciona un código que parece desconocedor del ser humano, no nos queremos callar. Prestá atención.
MARÍA CORNÚ LABAT * | ABOGADA ESPECIALISTA EN FAMILIA | MCORNU@ESTUDIO-CORNULABAT.COM.AR
[dropcap]«E[/dropcap] l matrimonio se celebra y se sostiene por la voluntad coincidente de los contrayentes y, por ende, cuando la voluntad de uno de ellos o de ambos desaparece, el matrimonio no tiene razón de ser y no puede ser continuado, habilitándose por este simple y elemental fundamento, que uno o ambos puedan solicitar su divorcio. El respeto por la libertad y autonomía de la persona humana y su proyecto de vida impone la obligación de evitar forzar a un sujeto a continuar en un matrimonio que ya no se desea. La protección integral de la familia de tipo matrimonial no implica desconocer los derechos fundamentales de cada uno de sus integrantes, quienes no pueden ver conculcados sus derechos a costa o por fuerza del matrimonio».
Además de madre y abogada especialista en temas de familia, soy docente y eso me pone en contacto con jóvenes desde un lugar diferente, que me genera todo tipo de reflexiones. Las clases son una gran oportunidad para conocer sus cuestionamientos, para interpretar cómo están parados ante la vida y cómo va calando la legislación en sus usos y costumbres.
El legislador habla de proyecto de vida, olvidándose de que quien contrae matrimonio proyecta una vida de a dos, en familia, con hijos.
Después de leer esta exposición de motivos, estimo que no queda mucho para aclarar, aunque da mucho que hablar. Comento por ejemplo que el legislador habla de proyecto de vida, olvidándose de que quien contrae matrimonio proyecta una vida de a dos, en familia, con hijos. Desconoce también que la libertad y la autonomía de la persona están inevitablemente ligadas a otras vidas, a otras personas.
Novedosa reforma
Y este párrafo abre la puerta a lo que sigue, lo más novedoso que esta reforma introduce. Se trata del llamado “divorcio exprés”, por el cual en cualquier momento, desde la celebración del matrimonio, y cualquiera de las partes, sin necesidad del consentimiento de la otra, podrá solicitar el divorcio. Sin embargo, no hay libertad para la recíproca: “… Es nula la renuncia de cualquiera de los cónyuges a la facultad de pedir el divorcio…” (Art. 436).
El divorcio “exprés” significa que en cualquier momento,
desde la celebración del matrimonio, y cualquiera
de las partes sin necesidad del consentimiento de la otra,
podrá solicitar el divorcio.
Entonces surge la pregunta: ¿dónde están la libertad e igualdad pregonadas por los autores?
Un diálogo fecundo
La mente juvenil, hija de esta cultura sembrada hace ya tantos años, reflexiona: “Está bien que uno se pueda divorciar sin trámites, en cualquier momento. Mirá si uno de los esposos se enferma psiquiátricamente y les hace mal a todos”.
Había que explicar mucho. “En la salud como en la enfermedad”, decimos cuando damos el consentimiento matrimonial. Eso, por un lado.
Además, quién nos dice que la vida no va a tener dificultades. Aunque uno pudiera “deshacerse” del cónyuge enfermo, eso no soluciona las dificultades, no hace desaparecer la responsabilidad, el amor, el compromiso, la pena. Y mi memoria me trajo una charla muy profunda que había tenido hacía unos años y que me enseñó muchísimo sobre el verdadero significado del matrimonio. Una persona me contó que pese a haber sufrido de chica, en algunas ocasiones mucho, por el “desequilibrio” de su madre, lo que ella hoy rescata es el inmenso amor de su padre hacia su madre. Ese amor la salvó del sufrimiento, le dio esperanza, le enseñó el verdadero significado del amor conyugal. Y le dio las herramientas para ser lo que hoy es: una esposa ejemplar y madre amorosa.
La vida no es fácil, las dificultades no se arreglan con un papel firmado a impulsos. Nunca, en ninguna circunstancia.
Ese amor conyugal y paterno se puede actualizar de diferentes maneras ante la persona enferma y se debe preservar del daño sin destruir los vínculos.
Ahora, intuyo que es la influencia de los medios y la visibilidad que se está dando a la violencia de género, y me alegra encontrar esta sensibilidad: “¿qué pasa con esas mujeres maltratadas, golpeadas, que no se pueden independizar de sus maridos? ¿No es bueno para ellas lograr liberarse sin trámites?”
Aquí nos metemos en un terreno, por lo menos, borroso. En aquel al que la ley finge dar solución sin lograrlo. Esta pregunta me impuso una reflexión que intenté trasladar al público. ¿Se terminaría con la violencia con la sola sentencia de un juez que formalice la autorización de romper el vínculo matrimonial? La persona que no respetó a su cónyuge, al punto de lastimarlo, insultarlo, rebajarlo, ¿va a respetar la resolución de un tercero que diga que ese vínculo ya no está? Esa sentencia, ¿va a hacer cesar la violencia? ¿Va a obligar al culpable a irse a otra casa? ¿Lo va a obligar a reflexionar? El tema es mucho más profundo, más complejo, requiere de otras intervenciones. Implica otros compromisos. No sirve sentarse a teorizar y volcarlo en un pedazo de papel, lamento.
Algo podemos hacer
Nuestra Constitución Nacional en su artículo 14 explicita el derecho a peticionar a las autoridades. Tenemos derecho a pedir que, así como se crearon desde la ley herramientas para destruir el vínculo matrimonial, se creen instrumentos para protegerlo, para educar a los ciudadanos que van a embarcarse en esta aventura, que van a tener la responsabilidad de formar parte de la célula básica de la sociedad.
Desde Sembrar Valores contribuimos desde 2011 a informar acerca del pensamiento, del sentimiento que movió a los legisladores a idear este proyecto. Una vez aprobado, queda la posibilidad del veto presidencial actual o de las futuras autoridades y el derecho de los ciudadanos a peticionar.
¿Qué sociedad queremos lograr? La que colaboremos a formar desde el hogar. Desde nuestro lugar de ciudadanos somos protagonistas de esta historia.
*La autora obtuvo su título de Magister en Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra, y el tema del artículo ha sido parte de la investigación realizada para la presentación de su trabajo fin de máster.
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Más info: SV 48, SV 52, SV 53[/notification]
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EL MATRIMONIO, ¿QUÉ ES Y QUÉ NO ES?
El matrimonio es una realidad natural.
La necesidad de salir de uno mismo para amar sin condiciones está en la misma naturaleza del hombre.
Y las leyes están para traducir, ordenar, escribir, “positivar” lo que está impreso en la naturaleza humana.
El matrimonio es una vocación, un estado de vida, que uno elige, al que uno está llamado, y que se da una vez que encontramos con quién compartir la vida.
Existe una necesidad natural de “atarse”, darse, comprometerse, ligarse, regalarse, involucrarse, recibir al otro, acogerlo, abrazarlo.
No alcanzan los verbos para describir la necesidad que tiene el amante de donarse al ser amado y recibir de esa persona esa donación.
El nuevo código hace desaparecer de entre los deberes y derechos de los cónyuges, los deberes de fidelidad y de cohabitación.
Es decir, los esposos ya no tienen necesariamente que ser fieles el uno al otro, y no hay obligación de formar un hogar.
¿Por qué se empeñan en seguir llamando a esto matrimonio?
El matrimonio aparece como una especie de condena, de prisión, y los legisladores nos están dando no sólo la llave para salir de la prisión lo más fácilmente posible, sino que además sientan las bases para que no se entre en esa prisión, al menos no del todo.
Esta parte de nuestro código, al menos, empieza por darnos la espalda como personas, no respetar ni reconocer mínimamente la naturaleza humana, ni la libertad ni la igualdad.
Nos deja un vacío, nos roba lo nuestro, lo humano, lo propio.[/notification]
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DE LAS RELACIONES DE FAMILIA
En el libro segundo del nuevo Código Civil y Comercial aprobado el pasado 7 de octubre, el primer título es Matrimonio y el primer capítulo habla de Principios de libertad y de igualdad.
“El matrimonio, célula originaria de la familia, célula base de la sociedad” bajo el lema de ‘Principios de libertad y de igualdad’. Los legisladores quisieron dejar contentos a los ciudadanos con esa frase que sólo augura que su derecho a “descasarse” no se verá coartado por el límite del tiempo o por la voluntad opuesta del cónyuge.
Libertad de romper el vínculo en cualquier momento, igualdad de cualquiera de los dos cónyuges, sea varón o mujer, provenga de una unión heterosexual u homosexual.[/notification]