En la semana del parto respetado, con el lema «mi decisión debe ser respetada».
Conversamos con el Dr. Juan Ignacio Chichizola, trajo más de mil niños al mundo.
El parto respetado es un nacimiento centrado en la madre, el bebé y acompañante a elección, aportando la experiencia científica, dentro de un marco legal, para ofrecer una toma de decisiones oportunas que cuiden integralmente al binomio, compartiendo la información necesaria con los protagonistas, la familia.
Es una experiencia holística y trascendental. Más allá de un momento fisiológico, es un momento espiritual, que incluye el aporte de la ciencia.
Es un momento en el cual se intenta transformar el dolor a través del acompañamiento, la adaptación del lugar, la música, aroma terapia, la movilidad de la madre, masajes y otras técnicas de relajación…
En esto ayudan mucho las doulas y las obstétricas con una enorme capacidad de acompañar y detectar emociones, cambios en el estado de ánimo, para así aportar un apoyo y sostén a la madre y su familia
Hoy está muy de moda entre las mujeres, expresar el «yo quiero», parir en casa, en la bañadera… ¿Cuánto pesa el yo quiero en la toma de decisiones?
El emponderamiento de la madre es fundamental, puesto que es protagonista central en el parto. Emponderar a una madre no es solo informar sino sostener y respaldar las voluntades y deseos de la madre, pero siempre respetando los cuidados médicos del binomio.
Se dan muchos encuentros y desencuentros desde la obstetricia más clásica y paternalista con la una obstetricia más moderna donde interfieren los aspectos culturales, los deseos de la madre, la espiritualidad.
Encontrar la línea límite, que es muy fina, entre el deseo y los cuidados médicos, es fundamental. Yo tengo mis límites para que se den las condiciones de salud adecuadas, los cuales sostengo con formación continua. Estoy abierto a las propuestas maternas, considerando esos límites, en un marco institucionalizado.
Creo que en el país no están dadas las condiciones para para realizar partos en domicilio, puesto que no hay una red de contención oportuna.
A veces, se confunde el parto fisiológico con el que “quiero o me imagino» entonces, se interpreta al sistema como una amenaza potencial para ese transcurrir, y lo cierto es que es posible vivenciar un parto fisiológico y respetado en una institución médica. Hay medidas de control necesarias, que no tienen que atentar contra ello y ofrecen una mayor seguridad.
Para que el respeto sea integral debe abarcar a la madre, al bebé y a la familia, si no es así, dejaría de ser un parto respetuoso.
Lo principal desde el primer control es que haya una buena comunicación.
Intento ser muy claro desde el primer día, y además, cuento con el apoyo de un grupo de profesionales que acompaña cada uno desde su rol, intentado confluir criterios médicos con deseos personales, atravesados por bagaje de cultura y expectativas.
Es necesario conocer en “dónde está parada” la madre, que es la protagonista. La atención está centrada en ella y su bebé, no en el médico interviniente.
¿Qué lugar ocupa la pareja, el acompañante?
He tenido la oportunidad de asistir partos sin acompañante y el contraste de la experiencia es muy significativo. Ya no es tan habitual ver a una madre sola en sala de parto, elegir quien acompaña modifica mucho el manejo del dolor, ofrece seguridad, contención, mejora la comunicación, e impacta muy positivamente en el resultado global.
Hay mujeres que tienen decidido que ellas sólo quieren cesárea, ¿cómo es la relación médico paciente en estos casos?
Respetando la voluntad del paciente se puede contribuir a una toma de decisiones informada. Les comparto los beneficios holísticos de parto y el riesgo de la cesárea, y sus características, así como también riesgos potenciales del parto vaginal. Siempre que haya alguna cuestión de inseguridad o temor por el parto, nos apoyamos en las psicólogas perinatales, que significan un gran aporte a la hora de formar la decisión final. No están en todos los hospitales pero son una gran ayuda.
Tenemos que aprender a vivir la cesárea no como un fracaso, puede ser la única manera de dar a luz en algunos casos y no sólo desde el deseo materno. Siempre se pueden poner herramientas para que la cesárea se dé en un contexto lo más respetado posible.
¿Cómo es la relación numérica entre cesárea parto?
Si bien es importante tener un registro estadístico para monitorizar la propia atención, considero que a consciencia cada uno debería trabajar para ofrecer la alternativa más adecuada para cada paciente. No me pongo en la situación de criticar la forma de trabajar de otros. Sí considero importante el resignificar el protagonismo de la familia y la paciente. Cómo influye en la vida de la familia la llegada de ese niño al mundo.
Tuve la suerte de hacer mi especialidad en el Hospital Sardá, un centro monovalente de obstetricia, de referencia a nivel nacional. Y trabajo en otros hospitales donde el índice de partos es alto. Es necesario sacar e miedo al nacimiento por parto.
Por lo que venimos conversando, entiendo que no hacés abortos, ¿cómo lo manejás en un hospital público?
En el hospital somos un grupo de profesionales, con opiniones diversas, respetadas entre sí, y si llegara el caso tengo mi objeción de conciencia.
Hoy en día, con el avance de técnicas de detección de patologías fetales, se ofrecen diagnósticos tempranos, que en algunos casos plantean alternativas de decisiones en los padres, que requieren dar a conocer redes de acompañamiento más especializadas, por medio de las cuales los padres puedan atravesar esta experiencia con gran contención.
¿Hay algo te gustaría agregar?
Con mucha empatía de ambos lados, tenemos que seguir resignificando el rol de la madre y su familia, y el profesional en la atención de los nacimientos. Todos estamos atravesados por historias y experiencias diferentes. El parto en sí es biológicamente más sano y genera experiencias sanadoras y reparadoras, y tiene un impacto positivo no solo en la madre sino también en el padre y en la familia.
¿Dónde trabajás?
Sanatorio Mater Dei, Hospital Austral, Maternidad Sardá y Sanatorio Otamendi.
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