Es de agradecer que cada año tengamos un día especial para celebrar en familia a la familia. Un día también para pensar en este núcleo social.
Por Dra. María Amalia Caballero – Periodista – @mariaamalia.caballero.29
Mil gracias a todos y cada uno por los saludos en el Día Internacional de la Familia. Es notable que esté tan presente sin que se haya convertido en un día comercial como otros (padre, madre, hijo, nietos…).
Los mensajes que nos llegan del ámbito público y de las empresas, van más allá. Aluden a la familia como núcleo, cómo célula básica de la sociedad, ¡bien! A renglón seguido, incluyen declaraciones “políticamente correctas” que se refieren a la diversidad respecto de cómo se van conformando hoy las familias.
Cada uno tiene se experiencia personal, tanto de la familia de la cual proviene como de la que ha elegido formar.
Es algo íntimo y cada uno tiene se experiencia personal, tanto de la familia de la cual proviene como de la que ha elegido formar. Años atrás, la mayoría de los psicólogos hacían culpables a las familias, principalmente a la madre, de los males que aquejaran al paciente.
Sin duda, estamos transitando un momento de muchos cambios y la familia no es ajena a esta realidad. En nuestras familias, se padece la realidad de muchos divorcios, cuya legalización fue celebrada, “total no iba a pasar nada”. Y pasó, mucho.
Es verdad que nadie, en su sano juicio, se casa para divorciarse, pero después, más allá de las causas y razones por las cuales se llega a esa situación, el “golpe” impacta en la vida de todos y cada uno de los miembros de las familias no solo en la pareja que toma la decisión.
¿Qué duda cabe acerca de la banalización del matrimonio?
Sin juzgar a nadie, sin analizar situaciones concretas, ¿qué duda cabe acerca de la banalización del matrimonio?
Hoy familias que proceden de hogares “desarmados” eligen veranear y compartir distintas circunstancias juntas para cuidarse y apoyarse en el desafío de uno con una para siempre.
Esta banalización del matrimonio y la familia trajo también la expansión de las familias mono parentales, una joven embarazada en circunstancias complejas, sin la madurez suficiente que queda sola a cargo de su hijo. Algunas veces es el papá quien asume esa responsabilidad. Bienvenida esa vida, por supuesto, sin embargo, cuánta atención y cuidados son necesarios para brindarle una vida feliz y serena. Otra situación, frecuente y compleja, las familias mono parentales.
Cuando entran en acción las segundas uniones, llegamos las “familias ensambladas”, con todo el amor del mundo, son acogidas, se hacen enormes esfuerzos para que las nuevas parejas y los hijos de uno y otro, los que haya, puedan compartir la vida de la mejor manera posible. Pero, nuevamente no estamos ante una familia que pueda llamarse «nuclear» para una sociedad próspera y estable.
En muy poco tiempo y con el impulso del lobby internacional, llegaron los matrimonios del mismo sexo, donde la experiencia sociológica y clínica muestra un impacto psicológico también difícil de resolver.
Desde Sembrar Valores en familia, apoyamos y acompañamos para hacer nuestra familia un poquito mejor cada día, sin discriminar de qué manera está constituida, sabemos que la familia perfecta no existe. Cuando hablamos de la proyección social y del bienestar personal, desde la teoría y la experiencia vital reconocemos a la familia como base de la sociedad y fuente de felicidad para sus componentes.
Imagen de entrada es de la película Dios mío, qué hemos hecho.