Por Patricio Videla – Profesor – integralis
Las plataformas digitales arman su plan de negocios sobre nuestro tiempo y atención mientras, difunden ideas y valores que a veces se contradicen con los deseos de nuestro corazón.
Es común encontrarnos atrapados maratoneando series donde la sexualidad y los vínculos amorosos se presentan de un modo tal que instalan la noción de que es posible encontrar la felicidad desde cualquier relación superficial. Hay tantas cosas que nos entretienen mientras, quedamos sin espacio para hacernos las preguntas que realmente importan.
Entre el consumo y la vulnerabilidad
En un contexto en el que el consumo cultural nos encuentra vulnerables, debido a la falta de tiempo para ejercer el pensamiento crítico, descubrir el tesoro que San Juan Pablo II* nos dejó en la Teología del cuerpo se vuelve liberador. Es como abrir la ventana de un ambiente viciado y respirar el aire frío de una mañana de primavera.
Es como abrir la ventana de un ambiente viciado y respirar el aire frío de una mañana de primavera.
Este hombre, Karol Wotyla que fue Papa durante más de 25 años, en su juventud compartió días de deporte y campamentos, hizo teatro y canto, reflexión y oración con muchos jóvenes en su Polonia natal.
Volver al ser humano
Nos propone la experiencia de volver a lo propio del ser humano, captando lo más profundo de su esencia: la vocación al amor. Es una invitación a aplicar el discernimiento del amor para tomar decisiones aplicando la capacidad de diferenciar entre “amor” y “uso”.
Amar implica la búsqueda del bien del otro, es la decisión de darse, de donarse en una entrega completa. En cambio, al hacer uso de la persona, esta se vuelve un objeto, un medio para alcanzar otro fin.
Al hacer uso de la persona, esta se vuelve un objeto, un medio para alcanzar otro fin.
Entonces, los impulsos sexuales físicos se reconocen de manera positiva como expresiones de amor. Por decirlo de alguna manera, los deseos son como “insumos”, el medio para responder a la finalidad de amar, al mismo tiempo que considera la dimensión corporal unida inseparablemente a la espiritual, porque somos “uno” aunque muchas veces nos engañamos intentando separar la integridad de la persona.
Entre el hedonismo y el amor
Una visión hedonista de la sexualidad lleva a la búsqueda del placer, muchas veces individual y aún a costa del otro, de la cosificación del otro. Sin embargo, las relaciones se vuelven significativas en la medida en que se logra la entrega al otro porque la dimensión sexual se vuelve un recurso valioso a través del cual el corazón manifiesta su anhelo de entregarse por completo. Lo más interesante: lo podemos comprobar en pequeñas acciones cotidianas: poniendo la mesa en casa sin que me lo pidan, una sonrisa, el beso al llegar y al salir de casa. Cualquier acto por chico que parezca, si nos hace conscientes de que se trata de darse al otro con sentido, nos dará una pequeña muestra de que estamos hechos para el amor y que amar es dar y darse.
* La Teología del cuerpo aparece como una oportunidad para renovar la mirada que muchos tienen acerca de la Iglesia Católica y su moral sexual. Lejos de estar centrada en prohibiciones, se convierte en una invitación a aplicar el criterio del amor para tomar decisiones.
Durante años su catequesis semanal fue desarrollando estos temas a través del arte con la limpieza y apertura de la Capilla Sixtina, o del año de la familia, de las jornadas de la juventud.
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