Besar el alma

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El anhelo más profundo del ser humano -el tuyo, el mío- es sentirse querido, sentirse valorado, sentirse reconocido

 

MARIANA AGUIRRE DE FERRECCIO | ORIENTADORA FAMILIAR | MARINFERRECCIO@GMAIL.COM

 

[dropcap]L[/dropcap] a película Manos milagrosas nos muestra un Ben Carson niño y adolescente, desprovisto de oportunidades. Creció en un hogar pobre y enfrentando prejuicios. Sus calificaciones eran bajas y su temperamento, irascible.

Aun así, su madre nunca perdió la fe en él. Valoraba cada logro e insistía en que descubriera y siguiera las oportunidades que se le presentaban. Le ayudó a hacer crecer su imaginación y su inteligencia, pero lo más importante fue que le enseñó a creer en sí mismo. Esa fe sería su bendición, lo que lo haría perseguir su sueño más alto, lo que lo llevó a convertirse en uno de los neurocirujanos más importantes del mundo.

Me emociono con la peícula y me quedo con el mensaje que nos transmite esa madre, el de encontrar lo bueno, lo mejor de cada hijo. Reconocer al otro en sus bondades es indispensable para orientarlo hacia el desarrollo de sus potencialidades específicas. En este reconocimiento nos conectamos con la mejor versión del otro, motivando sus respuestas positivas a los requerimientos de la realidad. Sólo así los chicos reciben de nosotros el necesario estímulo para seguir creciendo en la formación de su carácter, para superar obstáculos e ir afirmando su autoestima.

El valor del reconocimiento

En los primeros años de la vida del niño, el autoconcepto y la autoestima se van conformando por la imagen que de sí mismos van proyectando las personas más significativas para él: en primer lugar, sus padres. Los cimientos para los largos años que hay entre la adolescencia y la vejez, se establecen durante ese período.
Con realismo y sin exagerar, conviene valorar los pequeños o grandes logros y conquistas que los chicos van realizando. ¿Cuáles?

El elogio es uno de los más poderosos motores
de enseñanza que los padres tienen a su disposición.

La lista puede ser interminable: control de esfínteres, dormir, vestirse o comer solo, levantar los juguetes, recoger los platos de la mesa, hacer sus deberes escolares, ayudar a un hermano, ser buen amigo, ser sincero, esforzarse por superarse en el deporte, estudio, trabajo…

Si bien al principio serán los padres quienes expresen en voz alta estos resultados, poco a poco, vamos a ayudar para que sea nuestro hijo quien tome conciencia de ellos y sea él mismo quien los descubra y valore.

En un programa de radio, un locutor explicaba cómo una apreciación sincera puede cambiar la vida de una persona. Contó que años atrás un profesor del estado de Detroit (EE. UU.) le pidió a Stevie Morris que lo ayudara a encontrar un ratoncito que se había escapado en el aula.

besar el alma1El maestro apreciaba el hecho de que Stevie desarrollara algo que ningún otro alumno tenía: un notable par de oídos para compensar la ceguera de sus ojos. Sin embargo, esa fue la primera ocasión en que Stevie sintió que se apreciaba y ponía la atención sobre la fineza y sensibilidad de su oído en lugar de hacerlo sobre la limitación de su vista.

Aquel sencillo acto de aprecio fue el comienzo de una nueva vida. Desde ese momento, gracias a esas palabras, desarrolló de manera extraordinaria su don del oído hasta
volverse, bajo el nombre artístico de Stevie Wonder, uno de los grandes músicos populares de la década de 1970.

El pilar básico de la autoestima es sentirse
profundamente querido. En esto los padres y
madres no sólo tienen un papel insustituible, sino
que además es algo que está a su alcance.

Unas pocas palabras de aliento, dichas en el momento correcto, pueden tener un impacto inmediato, pero su mayor efecto es lo que se descubre con el tiempo, mucho más allá de la niñez.

Reflexionar sobre el fracaso

El fracaso, los errores, la no consecución de objetivos y las pequeñas o grandes frustraciones forman parte de la dinámica de la vida. Negar eso, es transmitir una idea falsa
de lo que es la realidad.

Nuestra cultura no tolera el fracaso y este no forma parte de las reglas de juego, pero lo cierto es que unas veces se gana y otras se pierde. Hay que enseñar a ganar… pero también a perder y a volver a afrontar de nuevo las situaciones con espíritu deportivo… y esto se logra desde una educación en positivo.

Cuando educamos en positivo, buscamos continuamente sacar a la luz, estimular, resaltar, potenciar lo mejor de cada uno en las distintas dimensiones de la persona. Rescatamos el valor del esfuerzo, de la garra que nuestros hijos pongan para revertir la situación. Resaltar estas actitudes ayudará a que las frustraciones o los tropiezos sean una oportunidad de crecimiento.

Un niño o un joven no valorado por sus padres, alcanza con graves dificultades la percepción del propio valor, y esta carencia de autoestima es a menudo fuente de desórdenes en la conducta y en la vida de relación.

La motivación, un gran aliado

Tan desajustada y arriesgada es una valoración negativa de uno mismo, como una sobrevaloración, no realista, de la propia imagen y de la realidad personal.

Como ha señalado el prof. Enrique Rojas, desde la indiferencia no se puede cultivar la voluntad. Para ser capaz de superar las dificultades y cansancios propios de la vida, es preciso ver cada meta como algo grande y positivo que podemos y debemos conseguir. Por  eso, en las personas motivadas siempre hay un algo que les permite obtener satisfacción donde otros no encuentran –o no ponen– ilusión ninguna y también un algo que les permite aplazar esa satisfacción. La mayoría de las veces la motivación implica un aplazamiento, pues supone esforzarse ahora con el fin de lograr más adelante algo que consideramos más valioso.

besar el alma

Parece claro que en las personas motivadas hay toda una serie de sentimientos y factores emocionales que refuerzan su entusiasmo y su tenacidad frente a los contratiempos
normales de la vida. El momento propicio para enseñar, que es la clave para enseñar valores y conductas, se da justo después de elogiar a un hijo por algo que ha hecho y que representa un comportamiento valioso, que nos gustaría que se repitiera y más que repetirse, que se volviera parte de su personalidad.

El tiempo es hoy

No vivimos en un mundo ideal, el mundo nunca lo es. Cada tiempo, con sus carencias y sus riquezas, es siempre un desafío para la creatividad de los humanos. Seguramente la educación es un trabajo creativo, de tipo artesanal, es decir, hecho pieza por pieza, para el cual debemos ser especialistas en humanidad.

Para realizar esta obra maestra, los padres necesitamos confiar en la buena calidad del ‘material’ con el que vamos trabajar. Seguro que no existe en el mundo nada más noble ni más delicado; por eso nuestros esfuerzos están más que justificados, y vale la pena usar nuestras personas enteras, nuestra vida entera, para acompañar el emocionante alumbramiento del hombre adulto, de la mujer adulta escondidos en nuestros hijos. Ese trabajo cotidiano, exigente, sí, pero fundamentalmente confiado en las capacidades positivas de los seres humanos, tendrá como recompensa haber contribuido a renovar el mundo.

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Fuentes: Manos milagrosas.
Dirigida por Thomas Carter y protagonizada por Cuba Gooding Jr. y Kimberly Elise.[/notification]

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CLAVES DEL ELOGIO
El elogio hace más probable que la conducta elogiada suceda más a menudo en el futuro.
El elogio aumenta el amor propio del niño.
El elogio aumenta los vínculos de afecto entre padre e hijo.

Fuente: Beatriz Londoño de Posada Filósofa y Orientadora Familiar de la Universidad de Navarra con experiencia en planeación de cursos de formación de padres de familia y asesoramiento individual. Conferencista nacional e internacional. Cofundadora del Instituto de la Familia, Universidad de La Sabana. Casada desde 1970, madre de dos hijos y abuela de tres nietos.[/notification]

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