¿ENFERMOS DE VIOLENCIA?

acde[dropcap]D[/dropcap] esaparecieron los hombres de las familias, las madres salieron a hacerse cargo de: trabajar, pagar las cuentas, cuidar y educar a los hijos, además de tratar de que estudien. ¿Es algo posible?

La imagen del padre, de quien la sociedad se sirvió para enseñar autoridad, ejemplo de trabajo y proyección hacia un futuro mejor, es una realidad que desparece muchas veces bajo los planes sociales que terminan ahogando las iniciativas y el sentido del esfuerzo.

¿Por dónde pasa el problema?, se pregunta el intendente de San Miguel (Bs. As.), Joaquín De la Torre: “Uno de los grandes errores está en poner parches al final del camino en lugar de atacar el origen. En nuestro país, el 48% de los chicos no termina el secundario. ¿Eso no es violencia? Los más chiquitos llegan al jardín de infantes con un nivel bajísimo de manejo de palabras: no existen en su vocabulario más de 150 palabras, a pesar de que lo esperable sea tres o cuatro veces más. ¿No es esta una pobreza en las familias?», insiste.

«Las madres están sucumbiendo por la complejidad y el peso de responsabilidades que cayeron de golpe sobre sus espaldas”. Un mínimo análisis de la realidad social avala estas conclusiones: proliferación de embarazos adolescentes, negociado de drogas, desaparición de las escuelas técnicas, y otros tantos factores que desintegran los esfuerzos de las familias por dar un futuro digno a los hijos.

El drama de la violencia hoy tiene muchos nombres: desnutrición, analfabetismo, delincuencia, adicciones y amargura de una vida sin horizontes. Esta realidad no aporta jóvenes dispuestos para el trabajo, con ambición de mejora y superación.

Que vuelva el padre a ser portador de la autoridad que forja el carácter y da el ejemplo de laboriosidad, que vuelva la madre a poder volcar con mayor libertad esa ternura y paciencia en el día a día de la vida familiar. Que la empresa genere espacios para aprendices, capacitando y ofreciendo puestos de trabajo que dignifiquen a sus empleados y que busque fortalecer a la familia, como camino para sus logros. Y que el Estado colabore apoyando a estas instituciones para que puedan dar todo de sí en la formación de argentinos con mejores vientos para las nuevas generaciones.

En el marco de un ciclo de encuentros organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), De la Torre trató un tema que nos sigue golpeando, la enfermedad de la violencia. Arrancó su exposición con una imagen con la que estamos muy acostumbrados los argentinos: unos cuantos miembros de una familia frente a su vivienda, una casita de construcción precaria. En la foto faltaba alguien: el padre.

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