Nuevamente encerrados… sí. Y, ¿cómo pasar estos días?, los padres ¿qué podemos hacer por nuestros hijos?, ¿Qué necesitan?, ¿qué pueden ellos hacer por sus abuelos, por sus amigos? Responde la Lic. Maritchu Seitún.
Entrevistó Lucía Argibay – Orientadora Familiar @luciaargibay Editó María Amalia Caballero – Dra en Comunicación Pública @mariaamalia.caballero.9
Ante la nueva ola del coronavirus, los miedos y las percepciones nos llevan a buscar ayuda en alguien en quien confiamos, alguien a quien seguimos a través de sus redes y sus publicaciones.
Lucía Argibay conversó con Maritchu Seitún*, la entrevista es un zoom, así tiene que ser hoy…
SV: -¿Qué habilidades conviene que desarrollemos los padres ante este nuevo desafío… de nuevo en casa, de nuevo sin clases, de nuevo los zoom? Tenemos una manera de ser que nos caracteriza y no sé si siempre acompaña.
Maritchu Seitún: –Somos, simpáticos, amigueros, abiertos, capaces de pensar fuera de la caja. Eso es bueno para muchas cosas. Sin embargo, hoy ni adolescentes ni adultos terminamos de entender lo grave que es la situación, ¿qué significan los hospitales llenos? Seguramente, los adolescentes van a hacer lo que ellos quieran. Pero, como adultos, lo principal es el ejemplo, que seamos su modelo. Pasa que, como estamos enojados, cualquier indicación, que recibimos, la tomamos como una venganza.
–¿Cómo podemos ayudar, desde Sembrar Valores, a generar el modelo, despertar la necesidad de ejemplaridad en el lugar de los padres?
–En realidad es algo que digo siempre, necesitamos desarrollar la capacidad de espera, de esfuerzo y a tolerancia a la frustración. Para mi, lo más importante es que sepamos afrontar el dolor. Parece que estamos ocupados en que los chicos no sufran y en no hacerlos sufrir. Entoces, si quiere un “pre”, que lo haga, si se quiere juntar con amigos que se junte. .
Los papás de hoy son distintos y necesitan ser modelo para sus hijos. En mi casa mi mamá me cosía la ropa, en ese entonces, sabíamos que había muchas enfermedades que no se curaban. A partir de los años ´50, eso empieza a cambiar,, con la llegada de las vacunas y los antibióticos, entre otros avances.. Ahora, todo se compra con tarjeta. ¿Las vacaciones de invierno?, las pasábamos sentados en la vereda para ver pasar los autos, no se nos ocurría que había que ir a esquiar o a Disney.
También podía pasar que un chico no pudiera ir al viaje de egresados porque su papá, estaba enfermo o se murió. Eso, sin duda, es algo muy triste pero no le cambió la vida. Ahora, parece que vas a ser un desgraciado toda la vida… porque no hiciste ese viaje o no cursaste no sé qué grado del colegio. Es ahí donde nos estamos equivocando. Tenemos que entender que el dolor es parte de la vida. Además, ahora, estamos ante una realidad diferente, ¿Por qué?, porque todos estamos en lo mismo. Todos pasamos el mismo aislamiento, las mismas privaciones, el mismo riesgo de enfermarnos, incluso el miedo a morir a causa de esta pandemia..
Tenemos que entender que el dolor es parte de la vida.
La capacidad de tolerancia al dolor y al estrés son las tareas más importantes para transitar estas circunstancias.
–El año pasado, ¿te sorprendió la pandemia?
–El año pasado entramos ingenuamente. Ahora ya no, ahora ya estamos presuponiendo la crisis laboral y económica. Pensamos en muchos meses de encierro. Algo que entonces no preveíamos.
Ojalá no hubiera pasado, pero digo que me sorprendió gratamente. porque admiro que supimos encarar es momento, cada uno lo que nos tocó. Los padres pudieron hacerse cargo, los chicos pudieron cursar, hubo casos puntuales difíciles, pero la flexibilidad de chicos y de padres para adaptarse a la situación fue muy buena. Me preocupa que nos acostumbremos.
El año pasado tuve muchas consultas pero no necesariamente relacionadas con la pandemia y la cuarentena. En cambio ahora es, un tema.
-Te veo comprometida con la necesidad de educación presencial. Los chicos están tristes, como nunca antes, ahora, quieren ir al colegio. Extrañan a sus amigos. ¿Cómo ayudarlos?
Con los chiquitos es más fácil, ellos hacen lo que los docentes dicen y si están en su casa también hacen lo que dicen sus padres.
Entiendo pero marche preso»… es un poco el mensaje que necesitan los adolescentes. Se los puede invitar a la comprensión: ustedes, saben cómo son las cosas, me pongo en tu lugar, entiendo dolor y tu fastidio. Si los adultos no los estimulamos, ellos se encierran, son egocéntricos, no piensan en el otro. Hay que hablarles y, en lo posible, que vean la salas de los hospitales.
Tambien es oportuna la advertencia a los adolescentes, si no se cuidan, vamos tener que cancelar la burbuja. Merece reconocimiento que muchos docentes lo hacen bien, también hoy otros que no quieren o no pueden. Pero, como sea, su rol es el de ser modelo: usar barbijo, exigir las distancias.
Comprender que, a veces, los adolescentes no respeten estas restricciones, no significa no permitirlo, o que sea una actitud que tomen en público. Eso pasaría un doble mensaje.
A muchos les ayuda escribir un diario y volcar ahí todos sus sentimientos o dibujar un COVID19 y romperlo en pedazos.
-Y, ¿qué hacemos cuando un chico está muy retraído, cómo canalizar su tristeza, cómo mantenerles lo social?
–Se pueden mantener las pautas, jugar al aire libre… Hasta que llegue el frío ,se puede hacer eso y comprometerlos a que respeten las consignas porque ,si no lo hacen, se van a tener que volver a su casa. ¿Cómo lo puede procesar todo esto un adolescente?, no es tan sencillo, son un poco el ombligo del mundo. A muchos les ayuda escribir un diario y volcar ahí todos sus sentimientos o dibujar un COVID19 y romperlo en pedazos. Sin forzar ningún espacio, estar disponibles para escuchar, armar encuentros cuidados. Salir a correr, andar en bicicleta, hacer ejercicio.
-Pero la presencialidad es necesaria, el zoom, el meet son un esfuerzo.
–Mirá otra historia representativa de lo que estuvimos hablando. Un chico de tres años tiene dificultades para ir al colegio después de un año “guardado”, reacción de los padres: si no quiere ir, que no vaya, que empiece en sala de cuatro.
Es necesario que los padres hagan ese esfuerzo, que tengan grupo de pares, que compartan espacios también con las maestras. Las maestras necesitan sentir ese apoyo. Saber que en casa a los papás les importa.
Culturalmente, «nunca tenemos la culpa de nada», si los papás toman la decisión de que no vaya a la escuela o al zoom es «porque la maestra tiene mala onda», o porque no lo cuidan bien. En vez de asumir la tarea de motivar para que vaya. Tampoco es nuestra tarea la de ser vigilantes ni policías, aunque un poco sí porque hay que poner la pantalla para el lado de la puerta para ver si, realmente. está haciendo lo que tiene que hacer, que lo haga bien o mal ya es responsabilidad de cada uno..
Los docentes están muy solos en este desafío y tienen que aprender permanentemente, cómo hacer participar a cada alumno por su nombre, tienen que reclamar las pantallas encendidas. Es una tarea de ida y vuelta, los docentes se desaniman si los padres no acompañan.
-Leía en tu libro, Educar con empatía, que muchas veces son los padres quienes no ponen los límites y entonces los chicos están como “desbocados”.
–No estaba todo mal lo que hicieron nuestros padres, Los límites ayudan al fortalecimiento del yo, los chicos buscan el límite porque lo necesitan.
Fijate en las empresas, algunos están desesperados con los milenials porque son creativos pero, no se comprometen, no tienen garra,” yo me voy a pescar”, “yo no vengo el sábado» aunque lo estén necesitando…Así, aunque sea en las empresas, formás gente que se te va y esos “chicos” , van a tener 45 años y no hicieron carrera, ni formaron una familia. Este es el resultado de una cultura permisiva.
-¿Hay algo que quieras agregar?
-Sí, gracias. Quiero agregar que hay una tarea para padres e hijos: que aprendan a acompañar a los adultos cuando sufren, cuando se «pierde» a un ser querido. Si se muere un amigo de los padres, que se pueda compartir con los hijos ese dolor. Que se pueda hablar de la persona que se fue. Quien está de duelo, necesita decir: Cómo lo extraño, Y si es al abuelo, cómo me gustaba o me molestaba cuando me hacía cosquillas. La persona que partió está presente en la medida que se la recuerde. Esos pequeños recuerdos son muy lindos son espacios “calentitos”.
Gracias por tu compromiso.
Maritchu Seitún es Lic en psicología. Trabaja en orientación para padres. Es colaboradora habitual en el diario La Nación, en revistas Tigris y Sophia. Integra y coordina los equipos de psicología de Niñez y Adolescencia en el Centro Médico Domingo Savio. Es autora y co autora de varios libros. Destacamos el último: Criar con Empatía al que hace referencia la nota.