Ante el dolor del niño, se necesitan padres humanos, no súper héroes…

Belén Mata (33) es psicóloga infantil, tiene una importante experiencia y trayectoria enfocada en los niños, en el acompañamiento en el dolor a padres e hijos.

Búsqueda urgente desde terapia intensiva del hospital. Un niño patea y grita, no deja que nadie se acerque. Primero pensaron que era una reacción a la anestesia pero ya se ha pasado el tiempo para esa opción. No podían tomarle los valores y necesitaban contenerlo.

Me busca uno de los médicos. Yo le pregunto:

-Qué cirugía tuvo, qué sabía el chico, qué preparación tuvo.

Bueno, me dice: Cuando el camillero vino a buscar al niño, los padres le dijeron que iban a buscar un chocolate.

La realidad fue que lo llevaron a un quirófano, le hicieron una cirugía cardíaca compleja y se despertó en terapia intensiva con drenajes, sedado, en un ambiente de mucha complejidad… No tuvo el chocolate. Nuestro deber era lograr que se tranquilice, que confíe en nosotros. Pero, empezamos con el pie izquierdo, por qué iba a confiar en los adultos, si le dijeron que iba tomar un chocolate y estaba en esas condiciones.

Les pedí a los médicos que me dejaran a solas con el niño. – Yo voy a ir con “mis bloques”, con los animales, voy a jugar y después vamos a poder trabajar.

Me presenté a Tomy: – Yo trabajo en la sala de juegos, no soy médica ni enfermera. No te voy a pinchar, ni revisar, ni siquiera te voy a tocar. Solamente vine para jugar.

Me senté en la punta de la cama y me puse a jugar con los bloques. Mientras jugábamos le conté que él había tenido un problemita en el corazón y que los médicos lo habían operado. Le aclaré que los médicos eran muy buenos.

Después fui a buscar a un médico y se lo presenté. Fue un gran trabajo de reconstrucción que se puede prevenir.

Ahora el sistema es completamente distinto porque los médicos me llaman antes para hacer la consulta.

Ahora el sistema es completamente distinto porque los médicos me llaman antes para hacer la consulta. Como el médico tratante necesita conocer que existe esta posibilidad, lo presentamos en ateneos. Les mostramos cómo se hace, los efectos positivos en el proceso y se logra una mejor recuperación.


El niño ante un procedimiento médico

Muchas veces planteamos a los padres la conveniencia de preparar a su hijo cuando le van a poner una inyección o van al dentista, para que lo tome como un juego, que no se asuste por la aguja o la ropa que hoy en día viste el odontólogo.

Sin embargo, el tema se convierte en algo mucho más serio cuando se trata de una enfermedad grave con mal pronóstico o de una cirugía. De eso nos habla la Dra. Mata, de psicoprofilaxis quirúrgica.

Belén Mata: Todos los procedimientos quirúrgicos son estresantes, porque el niño puede no saber de qué se trata, puede ser doloroso, tiene que permitir que personas que no conoce intervengan en su cuerpo. Pero que sea estresante no significa que resulte traumática. Esa diferencia depende, en parte, de cómo el  niño, adolescente o adulto procese la situación. Por eso es tan importante la preparación, concluye.

SV: ¿Cómo es ese trabajo psicológico en niños?

Cuando me llaman para atender a un niño que va a pasar por una cirugía u otro procedimiento, lo primero que hago es entrar a su historia clínica para ver qué procedimiento le van a hacer y  cuál es el equipo médico tratante, para hablar con ellos antes de recibir al pequeño. Averiguo de qué se trata la cirugía, si será dolorosa, si deja cicatriz, dónde. Si tendrá que hacer reposo por cuánto tiempo, si podrá hacer deporte. Y con toda esta información hago la primera entrevista con los padres y luego con el niño.. A los padres le pido algunas características de la personalidad del niño, si tuvo otras cirugías, cuáles fueron los procedimientos de preparación. No es lo mismo preparar a un nene que es temeroso o ansioso, a otro que es inquieto y después del postoperatorio tendrá que hacer reposo.

Derechos del niño

Es conveniente tomarse el tiempo de explicarles.La carta europea habla de los derechos del niño hospitalizado,dice que todo niño tiene derecho a ser informado con un lenguaje acorde a su edad de los procedimientos que se le realizan. Además, cuando los padres y los niños saben todo lo que le va a venir, colaboran mejor con lo que se necesita, también los médicos están más tranquilos y los niños se dejan intervenir de otra manera.

¿Cómo explicar algo complejo a pacientes pequeños?

Por supuesto que explicar a un niño algo muy complejo tiene todo su arte. También es necesario conocer los periodos evolutivos. Por ejemplo, a un niño menor de dos años le da miedo estar lejos de sus padres. Ese niño necesita la seguridad de que en ningún momento se va a quedar solo y que sus padres, aunque no los tenga a la vista en algún momento, igualmente estarán acompañándolo. No se les miente, se les dice todo lo que se va a hacer, teniendo en cuenta lo que necesita saber a su edad y su capacidad de comprensión. Se va avanzando, si a un niño se le explica que tiene un problema en el corazón y se pone a llorar, se respeta y después habrá otro momento para continuar.

¿Cómo es tu experiencia de interacción con los niños?

– No les miento nunca. Lo primero que les digo es lo que tienen, en qué consiste la intervención y para qué se le van a hacer. Es lógico, ¿por qué el niño se va a prestar a un procedimiento doloroso si no tiene un sentido?

Se le explica: como tenés un agujerito, el médico te va a poner un taponcito. Entonces jugamos y se lo hacemos a las muñecas. Y les contamos que va a venir el doctor del sueño. Un niño me definió así al anestesista, me gustó y ahora lo llamo así. Yo soy la doctora de los juguetes.

Y continúa:

Es más fácil si el chico tiene un sintoma reconocible, algo que está localizado –esto los padres lo comentan en la consulta previa-.

Y uno toma la información para sacar el tema:

-Tu papá me contó que vos cuando corrés te cansás, ¿puede ser?, ¿cuándo? ¿Cuando estás en el jardín?

-Sí

-Y, a veces querés subir al tobogán y, ¿te cuesta?

-Sí

-Y, cuándo más…

Ahí se suelta, nos cuenta más cosas y uno puede, entonces, explicarle.

-Eso es porque tenés un problema en el corazón. -Ahí traigo un muñeco-. Vos, ¿sabés a dónde tenés el corazón? Y le muestro. Acá está el corazón de papá, el de mamá, el mío, escuchá cómo late.

Si viene tranquilo sigo:

El médico dijo que tenés un agujerito y que él le va a poner un tapón. ¿Querés que te cuente cómo se pone el tapón?

Si dice que sí, se puede avanzar si no, se sigue otro día. Todo esto se hace cuando los padres están adentro del consultorio.

Como ya de por sí es una cuestión tensionante, no se hace con el niño a solas.

tanto los padres como los profesionales de la salud están invitados a comartir lecturas y juegos con los chicos. Ahí nadie tiene un delantal especial

Cuando los padres están presentes, les estás enseñando porque estas conversaciones seguramente se mantienen, también, en la casa.

Exactamente, es como que yo les doy la letra que a los padres les está costando armar.

A ver cuál es tu súper héroe favorito, bueno lo curamos, le ponemos el taponcito a Batman. Yo tengo toda una colección de súper héroes.

También tengo el catéter que necesita en un  tratamiento oncológico o la mascarilla que le va a poner el anestesista.

La mascarilla termina en un globo es mágico, les digo porque cuando lo termine de inflar, Batman se va a quedar dormido. Esto es exactamente lo que le va a pasar.

Siempre se queda uno de los padres o cuidadores. Después se puede jugar con el niño a solas en la preparación específica del procedimiento.

Los padres suelen tener dudas acerca de qué entendió o no, o tienen miedo de que el nene esté preocupado, por eso necesito recomendarles que no hace falta que ellos padres vuelvan sobre el tema a menos que el niño pregunte. Si tiene una duda se responde con las palabras que el niño puede comprender.

Cuando se acerca el momento de la internación se puede continuar con el tema lúdico. ¿Te acordás que Belén te contó que vas a estar unos días en el hospital? Vamos a armar juntos el bolso: ponemos el pijama, ¿qué juguete?, ¿qué habitación te tocará? Acordate que Belén te dijo que te puede llevar juguetes.

Si tengo oportunidad, los presento a las enfermeras:

-Ella es Juana que va a estar unos días con nosotros.

-Juana, ves, ella te va a cuidar.

Y, cuando no es una intervención quirúrgica si no un tratamiento, una enfermedad larga, dolorosa, un diagnóstico difícil. ¿Cómo tratarlos?

-Muchos papás llegan con la idea de que, para cuidarlo mejor, no convendría demostrar lo que ellos sienten y que “tienen que estar fuertes para él”.

Entonces yo puedo preguntarles: ¿qué es fortaleza? ¿Por qué mostrar que uno siente muchas cosas es no ser fuerte? Les explico que es justo al revés.

Los chicos se sienten mejor acompañados cuando ven que al papá y a él les pasan cosas parecidas. No se trata de que el papá de desarme en llanto o haga terapia con su hijo. Pero en un momento que a un niño le dan un diagnóstico difícil, una enfermedad crónica, le sirve que el papá o la mamá le pueda decir “yo también estoy triste”. Mostrarse tristes significa que ni su hijo, ni ellos están solos con ese sentimiento.

Les digo a los papás, entiendo que quieran proteger y acompañar. No hablo del conocimiento intelectual, es hacer sentir que uno está para ellos. Yo también estoy triste, ¿querés que veamos una película juntos? ¿Compramos un chocolate rico? Que se note que uno no está afuera del dolor: a mí tampoco me gustó lo que dijo el médico.

Estas expresiones no vuelven al papá menos fuerte, lo vuelve un papá humano y los chicos necesitan papás humanos. Es ponerse en el compartir, estamos juntos en esto. Yo también estoy cansada, ¿quéres que traiga los juguetes? Podemos derramar una lágrima, nos podemos abrazar también.

Mientras Belén habla con un tono de voz suave y sereno, me emociono y pregunto:

¿Cómo hacés para no llorar?

¿Quién dijo que no?, me ha tocado acompañar a pacientes muy queridos y uno pone la cabeza, da la mano. Y claro que lloro. Trabajamos con lo que somos, yo, con mis sentimientos, con mi psiquis. El cuidado para los demás se brinda siendo cuidados.

Este trabajo no se puede hacer solo. Somos un equipo que nos reunimos todos los miércoles, pensamos juntos los casos, tipo ateneo, estamos todo el tiempo formándonos y también es un espacio de contención entre colegas.

Chau catéter


-Contanos una experiencia de un tratamiento de esos prolongados.

Es un chiquito tuvo insuficiencia renal de bebé, fue a diálisis y llegó el trasplante. El tratamiento duró varios años. Como se suele hacer, se le puso un catéter para pasarle la medicación. Y el catéter formaba parte de su ser.

Cuando tenía cinco años, un día los médicos le dieron la buena noticia, ¡estaba dado de alta y se podía sacar el catéter! La mamá y los hermanos estaban felices. Cuando el nene se enteró lloraba diciendo:

-Chau catéter, no. Mi catéter, noooo.

Uno se pierde de lo que vive el niño. El catéter es parte de él no tiene noción de su cuerpo si catéter. El catéter era bueno para él. Su vida, su salud dependían del catéter, se lo habían dicho tantas veces.

Es saber cómo viven los chicos, ellos nos enseñan cómo hacer nuestro trabajo.

Los adultos sentimos que la mejor manera es decirles que son súper héroes que van a ganar la batalla. Le vamos a ganar al bicho.

-No el bicho no, saquénmelo, ¿en dónde está?

De nuevo según el periodo evolutivo son muy fantasiosos, muy literales. No les podés decir que tiene un bicho o un monstruo adentro.

Me acuerdo otro caso que era muy largo y los padres estaban con este mensaje de ganar la batalla. Con la mejor intención, trataban de sostener una alegría que no existía. La habitación era agobiante de tantos carteles y mensajes como si fuera un cumpleaños. Mientras, El nene calladito, se metía cada vez más para adentro.

Les pedí a los papas que me dejaran con él a solas. Él no quería luchar más, estaba cansado y triste. El no era el súper héroe y el no sentía nada de eso.

Vos sos, Hugo –le dije- ¿estás cansado, no?

Si los adultos en el mismo día cambiamos el estado de ánimo. varias veces, con más razón vamos a dar espacio para que el niño exprese sus sentimientos.,

Acerca de Belén Mata:

Licenciada en Psicología en la UCA, comenzó a trabajar en psicología Clínica. Hizo su maestría en psicología infantojuvenil en la Universidad de París 7, mientras trabajaba con primera infancia. Y, desde hace seis años está en el Hospital Universitario Austral, área de psicoprofilaxis.

Agradecemos las imágenes provistas por el Hospital Universiario Austral. (son fotos pre pandemia)

Producción: Lucía Argibay, orientadora familiar. Entrevistó: María Amalia Caballero, Dra. en Comunicación Pública, especialista en Comunicación para la Salud. Edición: María Lescano, periodista.