Sin andarnos con chiquitas, directo a lo importante: Amor + Fidelidad = Felicidad, nos jugamos el «todo» por el «todo».
Por Felipe Yofre, Presidente de Protege tu Corazón. felipe@escyofre.com.ar
Hace unos cuantos años, recién recibido de abogado, trabajé un año en el Estado, en un ministerio nacional de inmensas proporciones.
Nuestro jefe se había enojado con algunos empleados porque consideraba que no cumplían con su deber adecuadamente. No se trataba sólo de falta de efectividad, sino que, como él decía: “había perdido la confianza”.
Yo era bastante joven y mi experiencia previa, además de escasa, era en el sector privado así que pensé, ahora los despide a todos. Pero, no. Los trasladaron a un sector que, en la práctica, casi no tenía actividad.
Después, un compañero me explicó que en el Estado debido a una ley de intangibilidad no se despedía sin un sumario, y los jefes usualmente preferían “trasladar” a los empleados que no los satisfacían antes que encarar un engorroso sumario. Ellos quedaban trabajando “a reglamento”. Es decir esperando que “las horas pasen”.
Con mi juventud llena de ganas
Pero, en mi juventud llena de ganas pregunté, ¿Cómo siguen trabajando en ese “rincón”? ¿Qué incentivo puede tener un empleado que va a un lugar donde “debe” vegetar todo el día? ¿Cómo persevera? ¿Cómo puede ser fiel a una idea si –como era mi caso- había ingresado con muchas ganas?
Mi compañero no me respondió, se encogió de hombros.
Pocas cosas pueden ser tan nocivas como el simplemente “cumplir” esperando que pase el tiempo. Pienso que cuanto más alto sea el objetivo a cumplir, más nocivo resulta el “cumplir y dejar pasar las horas”.
Pensándolo más
Entre tantos temas que me dan vuelta en la cabeza, ya habrán intuido que uno de mis “favoritos” es el matrimonio. Entonces pensaba… que en nuestra familia o en nuestra pareja nos puede pasar es que nos sintamos intangibles, que ya está, ya tenemos nuestro lugar ganado. Al final, si doy todo, simplemente cumplo, o no doy nada puede ser prácticamente lo mismo, puede equivaler a resultados similares.
No es así.
La única manera llegar a ser fiel (a uno mismo y a los demás) es “disfrutando” lo que se hace y la fórmula para disfrutar es la permanente superación en el amor por lo que se hace. Así, sin vueltas, lo decía un escritor español, con el mero cumplimiento es imposible alcanzar la fidelidad, sinónimo de felicidad.
O sea, hay que apuntar mucho, mucho más alto para llegar a repartir felicidad.
¿Dónde está el foco?
Los grandes logros no se alcanzan con combustible de segunda categoría. Y la fidelidad en el amor es uno de esos objetivos por los que es preciso dejar la piel en cada jugada, sabiendo que si a cada día, a cada gesto le damos trascendencia, la rutina será la gran ausente, en el partido de la vida.
Sin poner foco, con imaginación en los cruces oscuros de camino no es posible el éxito. Sólo aquellos que no dejan reservas “por si las dudas”, aquellos que corren el bendito riesgo de amar, lo cual implica no pocas veces sufrir, solo de ellos es el triunfo.
¿Y cuál es el triunfo? El vivir plenamente. El devorarse la vida, dejando huella.
Te invito a que abras los ojos, la puerta del alma, que es el corazón, para que la fuerza de tu amor baje a tus manos y así puedas llenar de caricias a los demás en todos los momentos que te sean regalados.