CONSULTORIO VIRTUAL
Y la pregunta del millón, la que todos nos hacemos, la que todos querríamos acertar. Mariuqui escucha, comprende y nos comparte su experiencia, sus ganas de que estemos bien.
Por Mariuqui Magrane, asesora familiar. consultorio@sembrarvalores.org.ar
[button link=»» color=»smoked» icon=»» size=»large»]PREGUNTA[[/button]
-Siento que nadie me escucha, en mi familia, no me entienden o ¿Seré yo que no sé expresarme bien?
-Además, estoy cansada de escuchar a mi marido, contándome mil veces lo mismo de su trabajo.
[button link=»» color=»smoked» icon=»» size=»large»]RESPUESTA[/button]
¡Cómo cuesta escuchar con empatía! ¡Cómo nos cuesta no interrumpir cuando nos hablan!
Existe una dificultad, podríamos decir generalizada, en la capacidad para una verdadera escucha. En estos tiempos de encierro forzoso, se necesita hacer un esfuerzo especial para escucharse.
Porque, en realidad todos precisamos ser escuchados, que nos miren a los ojos, que se haga visible el que somos comprendidos y que comprendemos.
Pero…
¿Qué pasa en el diálogo?, ¿cómo podemos tener un diálogo en el que cada uno pueda hablar de sus cosas?
Es indispensable conocernos, si no profundizamos en el conocimiento mutuo, será muy difícil, si no imposible lograr un verdadero diálogo, comunicación.
Por ejemplo, hay personas pesimistas, que sus conversaciones muestran sus frustraciones, otras son positivas, algunas más espirituales, están quienes viven con más esperanza.
Todos hablamos desde nuestras vivencias.
Y, si nos conocemos y sabemos que todos hablamos desde nuestras vivencias, cuando nos escuchamos, podemos hacerlo desde nuestra voluntad. Así sabremos escuchar atentamente, la cuestión está en la actitud con que lo hacemos.
Porque escuchar es parte del amor, una forma de mejorar nuestra escucha “activa” está en cultivar la paciencia. Esa que se ejercita cuando nos cuentan varias veces las mismas cosas, cuando los intereses de la otra persona están centrados en algo tan concreto como su trabajo.
Obviamente que no es sólo oír, es estar bien atentos a lo que la otra persona dice, “nos dice” .Sin duda, requiere el esfuerzo no solo de nuestras capacidades cognitivas sino también de las habilidades empáticas. Porque no se trata sólo de “enterarnos” de lo que nos dicen sino de que la otra persona perciba que no sólo entendemos, sino que comprendemos.
No sólo entendemos, sino que comprendemos.
Lo estás sintiendo en carne propia, la comunicación es “definitivamente” importante.
¿No me sabré expresar bien?
Los sentimientos, las ideas y pensamientos que subyacen en lo que estamos intentando expresar pueden resultar incomprensibles, inaccesible para la otra persona. No es fácil decir lo que queremos, en buen momento, de buena manera. Y podemos llenar una “mochila” con carga negativa… Tratemos de no desparramar lo negativo en nuestra familia y menos con feas maneras.
Mirá estos puntos muy básicos pero no por eso fáciles: no distraernos, no interrumpir, no juzgar, no descalificar. A pesar de los «no», es un esfuerzo que vale la pena.
Te diría que al centrarnos en el otro, en los otros, si vamos con empatía y aceptación para escuchar sin juzgar, si comunicamos a la otra persona que se lo ha entendido, el diálogo fluye y saldrá lo tuyo también.