Me encantó charlar con Luchi, es una mamá normal, que contagia alegría y energía positiva. ¿Cómo lo hace? De eso hablamos.
Por María Amalia Caballero, Dra. en Comunicación Pública. direccion@sembrarvalores.org.ar
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“Sé que no soy objetiva, pero si querés hacer una buena, nota llamala a Luchi”. Y eso hice.
Luchi (41) está casada con Iván, tienen cinco hijos el mayor de 14 años, el menor de tres años
SV: Luchi, lo primero que me sale es preguntarte… ¿Cómo se pasa una cuarentena prolongada con cinco chicos en 100 m2? Estarás agotada.
LG: Según cómo lo veas, para nosotros es un momento de reencuentro. Desde que nació Felipe, nos pasamos, primero tres meses internados y, desde entonces, Iván y yo desparecíamos muy seguido. Mamá quedaba a cargo.
Tuvo varias operaciones sucesivas y siempre enfermeras. Ahora preferimos que no vengan, para que no entre nadie de afuera, por seguridad para cuidar su salud. Y, Felipe está excelente, esta cuarentena lo tenemos en casa y todos juntos reponemos el tiempo que no “nos” tuvimos.
Felipe está excelente, esta cuarentena lo tenemos en casa y todos juntos reponemos el tiempo que no “nos” tuvimos.
SV: ¿Cómo es el tema con Felipe?
LG: Felipe tiene una mal formación en el esófago, llamada atresia esófago y síndrome de Down. No sabíamos nada de esto hasta que nació. Nos enteramos todo al nacer.
Lo mío es muy loco, porque no me impactó que fuera Down sólo quería que le salven la vida a mi hijo, me concentré más en todo lo clínico. A las 10 horas de nacer ya entró a quirófano por su esófago.
A los tres meses, de volver a casa, estuvimos alrededor de siete días y volvimos a internarnos por largo tiempo por su esófago y sus pulmones. La pelea fue contante. No es normal su problema de esófago al que se suma la hipotonía del Down.
Todos Los médicos me decían vas a ver que a los tres o cuatro años se estabiliza. Así es, a los tres años está bárbaro y ahora sobre estimulado con sus hermanos. Tiene que resolver temas menores. Pero en esta pandemia logró dejar de usar el oxígeno, su gran amigo. Ahora nuestra próxima meta es poder sacarle el botón gástrico.
SV: Me dicen que te llaman para que hables para ayudar a los padres cuando nace un nene con características especiales.
LG: Yo he aprendido mucho de esos padres y en general de los niños y familiares internados. Cuando pasás tanto tiempo en un hospital conocés muchas cosas, nos enriquecemos unos a otros. Sufrimos unos por otros, nos alegramos con los avances de alguno… No quisiera que te confundas, yo soy una mujer súper normal, a nosotros Felipe nos llegó, no hicimos nada especial.
No quisiera que te confundas, yo soy una mujer súper normal, a nosotros Felipe nos llegó, no hicimos nada especial.
No soy acompañante, ni nada de eso. Alguna que otra vez una enfermera del Sanatorio me llama para contarme alguna situación particular de algún chiquito y así nos conectamos.
El mes pasado estuve conversando todos los días con una mamá vía audio porque estaba sola y su beba se operaba del corazón. Esta semana una mamá estaba nerviosa y me llamó una enfermera del Sanatorio para que le hable.
Lo de acompañar por audio surgió hace dos años cuando una amiga me lo propuso con otra mamá. Al principio es raro. Después es increíble el acercamiento y confianza que se genera. Me vienen muchos nombres a la cabeza, siempre es una ida y vuelta.
SV: Y, en casa ¿cómo funciona todo?, ¿cómo se organizan en este “encierro”?
LG: Cuando empezamos, recién terminaban las vacaciones, así que los dos más grandes estaban con mis padres, los recuperamos dos meses después… se querían venir con la perra, que por suerte la dejaron en el campo.
Acordamos algunas “normas de convivencia”
Acordamos algunas “normas de convivencia” por ejemplo que el living es el espacio compartido con horarios, para leer, estudiar, tomar sus clases. Hacemos todo lo posible para que no nos pasen por encima. Por ejemplo, no es un momento para liberar las pantallas.
Al principio hubo peleas, enojos, pero después todo se calma. Ahora tienen sus horarios de estudio, su tiempo para la play, sus días para lavar la cocina, y pasan cosas graciosas, porque se fijan en lo que usan o no en la mesa, y celebran cuando hay pizza, no tanto porque les gusta, sino para lavar menos…
SV: Pero mucho de esto arrancó con los más chicos, que pueden ayudar menos en la casa.
LG: No te creas, el de ocho años –que estaba como mayor en ese momento- me dijo que quería una bicicleta. Pero, ¿de dónde vas a sacar la plata? Le pregunté, Lo animé con un budín de crema que le sale muy bien.
Se las ingenió y empezó a cocinar unos budines muy ricos, los promociona en el edificio, pone cartelitos en el ascensor por ejemplo uno que dice: Cocino budines exquisitos…
Los grandes vieron que estaba ganando su plata, entonces, se entusiasmaron y quisieron entrar en el “negocio”. Les conseguí una receta que tengo, son “galletas de la abuela”. Ellos cocinan dos a tres veces por semana y se ponen música.
Y siempre uno tiene que darse una “vueltita” por el cuarto.
Y siempre uno tiene que darse una “vueltita” por el cuarto. Porque una confía pero desconfía a la vez, así que está bueno entrar, ver en qué andan.
SV: ¿Son todos varones?
LG: Tengo una niña de 5 años, es una “sobreviviente”. Al principio era la enfermera, la madre… de su hermano. Están juntos todo el día.
Felipe que tenía bigotera permanente y oxígeno, es su bebe. A su muñeca también le puso bigotera.
SV: Pero ahora, con la cuarentena, tuviste un cambio, pasaste a ser: mamá, maestra, cocinera, enfermera.
LG: En realidad siempre viví todo esto. Trabajaba en un colegio, justo este año renuncié. Y cuando veo a las mamás atacadas con las clases de los hijos, les digo qué es lo principal para cada nivel y, después, lo que importa es sacar adelante a la familia.
Lo demás es cuestión de organizarse, los míos también se turnan para limpiar y ¿Sabés de qué se quejan? De que encuentran pelos míos. Nos lo decimos todo el tiempo “somos un equipo”.
SV: La idea está buena pero, cómo sostenerla en el tiempo.
LG: Cuando nos casamos con Iván nos dijimos eso, somos un equipo. Y, siempre lo somos. Nos complementamos, nos acompañamos. Creo que sin él nada de lo que estamos conversando sería posible.
Iván participa y comparte todo, es todo, es mi cable a tierra, mi bálsamo, es paz. Yo no soy así y él es paz, calma, y tranquilidad así nos retroalimentamos. Es el acompañante de Felipe, cuando estaba en terapia, siempre se quedaba a dormir.
Y volvemos a Felipe
A veces me preguntan cómo veo el futuro de Felipe y yo me digo, cómo será el futuro no sólo de Felipe sino de cada uno de mis hijos.
Uno lo que quiere es que sean felices, nadie tiene la varita mágica ni para Felipe ni para los otros. Son preocupaciones a las que no les doy lugar.
SV: ¿Hay algo que no te pregunté pero que nos quieras contar?
LG: Yo me apoyo mucho en la parte espiritual, particularmente en la Virgen María, que fue mamá y pasó por mucho dolor con su hijo. Quién mejor que ella para entenderme.
Cuando estás “Internado” y ves alguien que está mal yo les pregunto: ¿en qué creés?, agarrate de algo porque de acá no se sale solo. Si hay angustia, sin lo espiritual la sensación es sin fondo, desesperante. Necesitás estar contenida con alguien, y sobre todo con lo espiritual.
Tu nuevo título de vida “paciencióloga”.
También necesitás cultivar la paciencia, en confianza les digo: tu nuevo título de vida “paciencióloga”. Y confiar, la vida es una montaña rusa de emociones, y también el juego de la oca.
Ves que no soy modelo de madre, ni de nada. Felipe nos llegó y nos trajo muchísimas cosas.
Ver video: Que deben hacer los padres con sus hijos en cuarentena?
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Los viernes hacemos fiesta. Música y algunas luces. Yo me pongo la mejor pilcha. Hasta de casamiento me he vestido.
También hemos jugado a las escondidas en familia. Imaginate eso. Un descontrol, con los grandulones.
Hacemos juego del paquete con ricos premios y prendas.
Se juega bastante al Monopoly y a la generala.
Y hemos llegado a hacer campamento en el living con carpa en el medio y fogata virtual.[/notification]
SV 200811