En estos tiempos de reflexión y de introspección que puede ofrecer la pandemia, sería interesante pensarse, sentirse. Te dejo unas preguntas… ayudan.
Adriana Ceballos. Lic. en Educación. @adriceba6
Especialista en familia y educación. FB. Interpadres
[dropcap]A[/dropcap]nte la pregunta ¿quién sos?, se suele responder de varias maneras: – Soy Licenciada, Técnica, Coach, ama de casa… – Soy soltera, esposa, tía, mamá, abuela… – Soy bailarina, escritora, pintora… Y si, es posible ejercer en todos estos campos y en más también, pero en referencia al ser, estos campos mencionados, ¿son esencia, son naturaleza?
En estos tiempos de reflexión y de introspección que puede ofrecer la pandemia, sería interesante pensarse, sentirse.
Pensarse, sentirse
¿Es posible identificar emociones propias? ¿Se individualizan rasgos preponderantes? ¿Cuáles son los puntos oscuros? ¿Son reconocidos, o disfrazados de virtudes? ¿Visualizo esos espacios más poderosos y positivos? ¿Quién quiero ser? ¿Qué se ha despertado en mi hoy con esta situación? ¿Miedo, angustia, cansancio, ansiedad, fobia, paz en la tranquilidad de la casa, esperanza, nuevos horizontes?
¿Visualizo esos espacios más poderosos y positivos?
Con esta información que nace de lo más profundo, se puede lograr armar un mapa y adentrarse en el mismísimo ser. A partir del “no soy sin un otro” que completa y enriquece, también se esboza el armado de la propia persona en constante mutación y crecimiento.
Esencia única, especial
Con un buen trabajo se giran algunos aspectos encontrando un sentido a esos costados que disgustan y otorgándoles un uso positivo y constructivo, desde los cuatro aspectos sobre los cuales estamos constituidos: biológico (cuerpo), psicológico (mente), espiritual (trascendencia), y biográfico (historia).
A la vez, es clave potenciar todo aquello que enaltece y es noble. El ser humano es como un rompecabezas cuyas piezas hay que descifrar y armar.
Se abre entonces la esencia única, singular, especial, exclusiva, propia.
Este es un despliegue amplio, abierto, que solo se da en el ámbito de la libertad: regir los propios actos, tomar decisiones. Se trata de saber elegir, impidiendo que se nos acomode a gusto, impidiendo ser arrastrado a conciencia o sin saberlo. El ser humano está condicionado (no determinado) por situaciones, y es posible decidir cómo afrontarlas: si desde la resignación y la desesperanza, o desde las ganas y la fuerza interna. La expectativa positiva y con plazos ciertos y sanos, crean realidades beneficiosas.
Desde el presente
Hoy particularmente es clave observar el sentimiento “miedo”. ¿Me paraliza, me salvaguarda? ¿Es un sentimiento que percibo como natural o como extremo? Es necesario un equilibrio entre todas las emociones, observándolas a conciencia. Habrá una lógica prevalencia de alguna por momentos, pero atendiendo a que ninguna sea la que anula o bloquea a las demás. El miedo preserva y cuida cuando se mantiene en su justa medida, de lo contrario, anula.
Un futuro posible
Desde este planteo, podemos hacer mucho para vivir cada día mejor, pensando y sintiendo un futuro posible, porque tener un proyecto es importantísimo. Es sano buscar la información útil, y descartar la repetitiva y nociva, que solo nos dice que no hay mañana, que no se sabe, que no se puede y que además prohíbe, limita, paraliza y nos mantiene presos. Sumemos alternativas, esperanza, optimismo, sabiendo que hay un mañana cercano y posible, en donde se conseguirán objetivos.
Muchos no hemos nacido para eslabón perdido.
Soy con otro/otros
La vida es una cadena de sucesos que deja que elijamos el espacio a ocupar. Somos sus eslabones, y con un buen conocimiento personal, podemos ser ese eslabón especial y diferente que cierra el círculo como broche o que abre para que haya más. Un eslabón de diseño, distinto a todos, a gusto propio y de ese otro que lo necesita. Definitivamente muchos no hemos nacido para eslabón perdido. Es bueno elegir ser ese nexo más completo y flexible, provisto de muchas funciones, como por ejemplo la de sujetar un tesoro.
Tiempos de crecer, de esperar, de resistir, de avanzar. Tiempos de renacer a la vida cuantas veces sea necesario para alcanzar la plenitud.