En vacaciones conocés gente. La montaña, el mar, el lago, todos están como enamorados de la vida. Y te enganchás. Con él, con ella, ¿cómo lo vivís?
Clara Naón – Orientadora familiar – claranaon@gmail.com
[dropcap]A[/dropcap]tardecer en la montaña, el lago… junto al mar, vientito que sopla, partido de volley, más allá un grupo tocando la guitarra. Mucho tiempo para charlar y conocerse y soñar. Estás cerca del paraíso; la única preocupación es saber cómo sigue el programa a la noche.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]En vacaciones[/button]
Las vacaciones son tiempo de relax y diversión. Parece que la clave es que todo el tiempo es tiempo libre y todos quieren pasarlo bien. Y, es común, conocés a alguien que te gusta, que te atrapa, y empiezan las preguntas.
Es cierto que, ahora podés conocer gente de la otra punta del planeta en tu trabajo, en un viaje o en un grupo de amigos, pero la actitud que tenés en el verano es diferente y el “enganche” sale más fácil. Hasta hace muy poco tiempo, los amores de verano no tenían mucho futuro, salvo que los dos vivieran en la misma ciudad. Ya es posible y hasta fácil continuar una relación a distancia con gran variedad de redes y conexiones. ¡Una buena!
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]Una parte del todo[/button]
Empezaron a salir, se ven a toda hora, te encanta. Sabés que lo estás conociendo en una faceta muy particular, en un período sin rutinas, sin presiones académicas, lejos de logros o frustraciones del año. Lo sabés porque vos también estás en un “modo” muy especial.
A la vuelta, cuando comiencen las obligaciones, la vida normal, no vuelvas a ver en él o en ella eso que tanto te gustó.
Una maniobra astuta es animarse a saber cómo se maneja con los amigos o con su familia, si veranean juntos o están cerca. Con ellos no está en “plan de conquista” y se puede percibir un poco más de su personalidad espontánea.
Toda experiencia te marca a vos y marca al otro.
Vos elegís qué huellas querés dejar incrustadas en tu interior.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]Son siempre dos[/button]
Los amores de verano pueden ser muy intensos, veloces. Galopantes. Igualmente merecen un trato cuidadoso.
Puede pasar que busques pareja sólo para divertirte y, sin querer, crees falsas expectativas en el otro, que tomó la relación para algo más serio.
Esto no quiere decir que cuando se te acerque alguien tengas que preguntarle, como la Susanita de Mafalda, si quiere casarse y cuántos hijos van a tener. Pero sí tené en cuenta que, frente a vos, hay un ser diferente que –aunque no lo reclame- merece respeto.
Si sos franco, construís relaciones más sanas, porque sabés que toda experiencia te marca a vos y marca al otro.
Vos elegís qué huellas querés dejar incrustadas en tu interior.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]Tocás una persona tocás su alma[/button]
Tocar a una persona es tocar un alma, por eso el respeto por el otro es sagrado. Si uno de los dos puso todo su corazón en la relación y para el otro era obvio que terminaba junto con las vacaciones, alguien sufrirá una gran desilusión.
Estás de vacaciones, estás para relajarte y no pensar tanto; vas a notar que respirás más tranquilo cuando vayas despacio y tomes la ráfaga de amor veraniego sabiendo que estás vinculándote con una persona.
[button link=»» color=»blue2″ icon=»» size=»large»]¿Puede seguir?[/button]
La época veraniega, por su propia naturaleza, se distingue de la realidad. El día a día es otra cosa.
Comienza el año y llega el otoño, el frío, las obligaciones de estudio o trabajo y, en muchos casos también, la distancia. La relación de dos jóvenes enamorados es algo muy especial, pero se trata sólo del inicio de algo que, en el futuro, podría arraigarse y crecer.
A veces, se extingue ese fuego, otras, permanecerá encendido y terminará tomando a las personas involucradas. En todo caso, si supiste llevar una relación transparente, habrá sido una experiencia positiva.
[notification type=»grey» title=»En Primera Persona»]
Volví como todos los veranos. Después de unos días empecé a salir con mi prima que me lleva cuatro años y sus amigos. Estaba prácticamente todo el día con ellos, en la playa y, después, nos juntábamos en el preboliche y salíamos.
Me sentía de su misma edad y la pasaba muy bien. Con uno de estos chicos más grandes fui pegando cada vez más onda, me divertía mucho con él, nos quedábamos hasta tarde en la playa; a la noche también estaba con él, la verdad es que estaba muy enganchada, me gustaba mucho.
Igual, no sé para qué, más o menos a la semana llegó un grupo de sus amigos del rugby. Desde ese día me ignoró totalmente. En fin, me sentí usada. Yo me había ilusionado con algo más. Lu (16)
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[notification type=»grey» title=»Flasheados»]
Hablamos por primera vez a la salida de un boliche en Punta del Este, una noche que yo estuve con mis amigas y él había ido con su hermano, novio de otra amiga.
Yo ya lo tenía fichado, pero él parecía no darme bola. Nos volvimos a ver la noche siguiente y me invitó a bailar. Justo la fiesta a la que fuimos era sobre la playa y hablamos sin parar hasta el amanecer; fue muy intenso. Los dos quedamos “flasheados” y el entorno acompañó el momento.
A los dos días yo me volví a Buenos Aires, pero él me llamó cuando llegó. Como los dos estábamos de vacaciones, nos podíamos ver todo el tiempo. Después, empezamos la facultad y no nos vimos mucho, hasta que en mayo nos pusimos de novios.
Seis años después nos casamos. Ahora llevamos 12 años de casados y tenemos 5 hijos. Florencia
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Gracias por las fotos a: Djordje Petrovic y Maël BALLAND