¿Peleas entre hermanos? hay mucho para aprender… las vacaciones son una gran oportunidad
En las discusiones y peleas entre hermanos, los chicos aprenden mucho más de lo que parece. Pelean por un autito, una muñeca, o por el rol a adoptar en un juego: ser la maestra o la alumna, el villano o el superhéroe. Les favorece en su desarrollo que los adultos sean simples espectadores a menos que la situación lo haga estrictamente necesario.
¿Qué ayuda?
Podemos ayudarlos con nuestras sugerencias para que encuentre sus propias herramientas para:
} – Defender su punto de vista, su interés de ese momento: “Yo tenía ese auto, no me lo vas a sacar sin pedírmelo”.
} – Negociar: “Vos querés el autito, te lo presto un rato y cuando mamá dice ‘cambio’ me lo das”, o “lo tenemos cinco minutos cada uno”.
} – Ceder: No siempre se gana, es sano que entiendan que a veces toca dar lugar a la voluntad del otro sin pelea, pataleta ni rabieta.
} – Ser mediadores, conciliadores de los otros hermanos: A algunos chicos no les gusta ver elevar el tono de la pelea, por lo que al primer síntoma de ira de alguno intervienen intentando conformar a las dos partes: “¿Qué te parece si te doy este auto y ese otro lo tiene tu hermano?”. Buscar consenso.
¿Cómo?
No ayuda: Si le damos indicaciones precisas de lo que tiene que decir y hacer, no hacemos más que confirmarle que nos necesita para subsistir.
Sí ayuda: Dejarlo que experimente esas situaciones, para que descubra sus propias habilidades para defenderse.
Después:
Pasado el mal momento, podemos hacerle preguntas que lo ayuden a comprender:
– ¿Te molestó eso que hizo tu hermano?
– ¿Pensás que entendió qué fue lo que te molestó?
– ¿Cómo te parece que se lo podrías dejar más claro?
– ¿Te dio miedo decirle que no?, ¿por qué?
Cada hijo es distinto.
Uno quizás no sepa demostrar con su cuerpo el enojo que le provoca esa situación y reacciona haciéndose el gracioso, ni siquiera con cara de disgusto o malestar. Esto genera en el “agresor” más deseos de molestar. Tal vez, este niño necesita practicar ante el espejo caras de enojo…
Otro hijo quizás tenga miedo. Para que el miedo no lo paralice conviene que primero razone para descubrir miedo a qué y que no lo paralice. Ayuda poner en palabras modos de expresar y detener aquello que le asusta: “No me gusta que hagas eso”, “No me lo saques sin pedirme permiso”, etc.…
Y después, dejarlo para que se enfrente a la situación, alentándolo y confiando en que lo va a poder resolver solo.
Entre hermanos, en su contexto familiar, en las peleas cotidianas, ellos van generando anticuerpos. En las relaciones con hermanos y primos, aprenden a socializar. Es su primer encuentro con la sociedad. Es donde se preparan para desenvolverse en el jardín, el colegio, el barrio, la universidad y el mundo laboral.
“Si supe defenderme en casa, afuera también voy a poder”.
Como en las inmunizaciones biológicas, la mayor parte de las «vacunas» emocionales se dan en el primer año de vida. Cuanto más chiquitos dejemos que se defiendan solos, mejor. Evitar la típica palabra «pobrecito», ya que es tremenda para su propia seguridad.
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